Faltaban unos pocos segundos de partido cuando el pío pío se apoderó del espacio sonoro del Santiago Martín de La Laguna. Acabó el partido con victoria para el Herbalife Gran Canaria y la grada amarilla, formada por unos 250 fieles a la causa, tomó la palabra y el protagonismo en la victoria.

"El año que viene volvemos a venir", cantaron ante un auditorio de compungidos canaristas que primero miraron sorprendidos hacia el segundo anillo del fondo más poblado del Santiago Martín y después respondieron con una sonora ovación de agradecimiento. Y es que la cordialidad reinó en todo momento entre ambas aficiones. Ante la respuesta, la grada canariona recogió el guante y rompió en un grito unánime. "La Laguna. La Laguna", repitieron esto una y otra vez, un grito de guerra en el ADN del club tinerfeño batido sobre la cancha

Entonces, cuando ya pensaban que lo habían visto todo y la fiesta se acababa, fueron ellos, la afición del Granca, los que fueron sorprendidos cuando no sólo vieron aparecer del túnel de vestuario al equipo vencedor, sino que además, en un gesto de cercanía sin precedentes, vieron cómo estos saltaron la grada para acercarse y agradecer personalmente el apoyo brindado en el derbi regional. Fueron todos y se tomaron su tiempo. La fiesta del vestuario se trasladó a la grada y todos, como una gran familia, celebraron el triunfo. "Esto sí que es un pedazo equipo", cantaron entonces los de amarillo emocionados mientras los jugadores seguían con brincos y la afición local que aún se mantenía en sus localidades atendía con ojos de envidia sana.

Fue el final de fiesta y el punto culminante de una jornada que para los fieles amarillos comenzó en los distintos puntos de la Isla casi de madrugada. A las nueve de la mañana zarpó el grupo más numeroso de aficionados desde el muelle de Agaete. Al llegar a Tenerife tomaron rumbo a la Hamburguesa, como es conocido el pabellón. Tras el partido, la fiesta se trasladó a La Esperanza, donde esperaba el almuerzo.