La armonía que impera en el vestuario de la UD Las Palmas se vio ayer alterada por un conato de pelea entre dos jugadores de la plantilla amarilla. El delantero Thievy perdió los nervios y se revolvió en un arrebato de ira contra su compañero Tyronne tras un golpe en la disputa por un balón dividido. Sergio Lobera, responsable técnico del equipo, llamó al orden a sus jugadores y apaciguó los ánimos con una reprimenda en privado. El incidente, tras esto, quedó diluido. Los implicados se disculparon y se dieron la mano para retirarse a la zona de vestuarios, donde sus compañeros les recibieron entre aplausos y con un "que se besen" con el que dieron por zanjado el percance.

Hasta el momento, el de ayer, había sido un entrenamiento rutinario; eso sí, marcado por la lluvia intensa que cayó sobre el terreno de juego de Barranco Seco y por la intensidad con la que habitualmente se manejan los pupilos de Sergio Lobera. La competencia es dura y la exigencia de los técnicos deriva en sesiones de gran competitividad en las que los jugadores de amarillo se esfuerzan al máximo en cada lance del juego, por lo que los choques y golpes se han convertido en norma habitual. Y es que nadie quiere quedarse fuera del once titular. Entonces, durante un partidillo disputado en un cuarto del largo del terreno de juego, llegó el balón dividido que ocasionó el enfado. El ímpetu de los dos jugadores junto a un césped especialmente rápido por efecto de la lluvia fueron los ingredientes que desencadenaron la trifulca entre los compañeros.

Tyronne pisó a Thievy. El delantero galo lanzó un grito y se giró para agarrar al canterano por el cuello. Sus compañeros reaccionaron al instante y le frenaron. Macky Chrisantus le contuvo por la espalda, con Francis Suárez, Pedro Vega y David Simón sujetándole por delante. Mientras, Tyronne, que intentó disculparse por su acción, se defendía del ataque con Vitolo reprimiendo cualquier posible reacción. El delantero galo estaba herido y encendido. Ni entendía ni atendía a explicaciones e intentó zafarse del acoso de sus compañeros. Rápidamente, los más veteranos del equipo, con la mediación de Juan Carlos Socorro -segundo entrenador de la Unión Deportiva- le llamaron la atención y Thievy finalmente se serenó. Fue un minuto de furia y de tensión tras el cual el entrenamiento siguió su curso con normalidad y con Sergio Lobera atento a todos los movimientos. El entrenador permaneció al margen del suceso, a la espera de que los ánimos se calmaran para juzgar los hechos y dictar sentencia ante el acto de indisciplina.

Tras su arrebato colérico, el francés salió unos minutos del partidillo, era lo previsto en la rutina de cambios del mismo, y entró de nuevo en juego, aún enfadado unos minutos después, para robar dos balones en las siguientes acciones. Tyronne se alejó. Prefirió dejarle tiempo y espacio para que el goleador francés, cedido por el RCD Espanyol al conjunto grancanario por una temporada, calmara sus ánimos y templara sus nervios.

Al concluir el ejercicio, pasado unos cinco minutos, Sergio Lobera dio por terminada la sesión del día y entonces tomó la palabra. "Aquí mando yo", repitió varias veces en tono grave cuando al retirarse a los vestuarios Thievy persistía en sus gestos de desaprobación al ser consolado por sus compañeros. El técnico amarillo mandó a su equipo aparte y pidió parlamento, a un lado del campo y a solas, con los dos jugadores implicados. Sergio Lobera se mostró autoritario y, mientras los implicados escuchaban en silencio y con la mirada en el suelo, reprendió a sus jugadores durante varios minutos por lo que consideró del todo intolerable. Mientras, sus compañeros, al tiempo que realizaban ejercicios de estiramiento, seguían la charla del técnico con el rabillo del ojo y en tono distendido, el habitual en la rutina de entrenamientos de la UD. Lobera terminó y los dos compañeros de equipo se dieron la mano para zanjar el asunto. Tras esto, ambos se unieron al resto del plantel, que les recibió entre aplausos, burlas y bromas. "Que se besen, que se besen", les cantaron algunos de sus compañeros.

"No ha pasado nada", afirmó Deived tras el entrenamiento. "Son cosas que pasan por la intensidad y es normal que ocurran en un equipo de vez en cuando porque todo el mundo quiere jugar y quiere ganar. Es más creo, que esta actitud y esta competencia es buenísima para el equipo", argumentó el defensa central, que para quitar trascendencia al asunto se puso como ejemplo. "A mí ya me tocó ser portada una vez de los periódicos de Sevilla por un roce con Ivan Rakitic y ahora les tocará a ellos", afirmó éste antes de valorar que lo importante es "que al final no ha pasado nada" y que el entrenamiento concluyó con bromas y ambiente distendido entre los jugadores de la plantilla de la UD.

"Ha sido una tontería y no hay que darle mayor importancia. Al final no ha llegado la sangre al río y esta noche [ayer para el lector] en la cena que tenemos prevista los sentaremos a los dos juntos para que se reconcilien", reveló Deivid. Y es que la plantilla amarilla compartió cena ayer en un encuentro de fraternidad programado por la plantilla y su entrenador en un restaurante de Las Palmas de Gran Canaria. Esta reunión es una de las que habitualmente realiza el equipo de Sergio Lobera para hacer grupo y que se paga con un fondo común que parte de las distintas multas en las que los jugadores incurren en su régimen interno.