A la Unión Deportiva se le ha puesto la cara muy seria. En las primeras jornadas se reía mucho con su juego desinhibido, con sus combinaciones en corto y su estilo temerario en defensa, pero más se divertía el adversario metiéndole goles. Desde el partido ante el Racing en la Copa, su punto de inflexión en esta temporada, ha sumado 12 puntos en el campeonato de Liga y ha encajado dos tantos en Guadalajara. Y qué dos, uno de falta directa y otro tras tropezar en la espalda de Javi Castellano. Imparables.

Lo mejor para los amarillos es que Mariano Barbosa apenas ha tenido que intervenir en el juego. No ha hecho falta. Ayer, en el Rico Pérez, solo pasó verdaderos apuros con un tiro de Sarpong desde lejos, que atajó con solvencia, y un centro endemoniado en el minuto 93, con todo resuelto. En los últimos cuatro partidos, no se recuerda al argentino angustiado y con taquicardia por el acoso del rival. Eso es noticia en uno de los equipos más goleados de la categoría.

La línea formada por David García o Pignol, según la ocasión, Deivid, Murillo y Dani Castellano, con la colaboración de Javi Castellano y Nauzet Alemán, ha alcanzado la misma sincronización de los cuatro fantásticos que se juntan en la delantera: Vitolo, Thievy, Javi Guerrero y Momo. En palabras del propio Sergio Lobera, la clave del resurgimiento está en el equilibrio alcanzado. El trabajo colegiado, donde todos tiran hacia el mismo lado, se ha impuesto al vedettismo y a las pugnas inútiles de poder por el manejo del juego.

El preparador aragonés ha conseguido un incipiente funcionamiento del sistema defensivo con la ayuda de dos colaboradores muy especiales, Momo y Nauzet. Todos les pedían un paso adelante y lo han dado. En Alicante, Nauzet, además de estrenar su cuenta goleadora, gobernó el centro del campo hasta el punto que ni en superioridad numérica el conjunto de Quique Hernández pudo hacerse con el control de la zona ancha. Mientras, Momo siempre es el primero en apretar al rival, el que reclama un poco más cuando las fuerzas ya están al límite.

La Unión Deportiva ha aprendido a ser paciente, a administrar el marcador, y parece un equipo mejor organizado que hace un mes, seis partidos atrás. Los jugadores han tomado confianza con las victorias y se han liberado, todo lo contrario que su rival de ayer. El Hércules vive con la sana esperanza de convertirse en un conjunto como Las Palmas. Un honor.

En los últimos partidos, la UD siempre ha tenido siempre el control del juego, aunque no siempre del balón, lo que era su obsesión a principios de Liga. Los protagonistas convienen que si les ha costado más o menos marcar las diferencias ha sido porque los adversarios se han cerrado mucho para bloquear su fútbol. La UD ha dejado de hablar solo de su juego para recordar sus aspiraciones: ganar.