Rodrigo San Miguel tiene 27 años, cara de niño y pinta de inofensivo, pero ayer, cuando el partido entre el Herbalife Gran Canaria y el Valencia Basket se puso caliente, lució actitud y sacó genio para anotar cinco puntos de forma consecutiva y congelar el ambiente en el Centro Insular de Deportes. Fue el descaro del base visitante, al dibujar en el marcador una ventaja de 12 puntos (53-65, en el minuto 35), lo que frenó en seco el amago de remontada de un Granca torpe, siempre a destiempo, hipotecado en el tiro (13% de acierto en triples) y al que no le quedó más remedio que aceptar la superioridad del rival, agachar la cabeza y encajar la tercera derrota del curso (65-79).

De todo lo bueno que sobresalía en la carta de presentación del duelo, en un pulso que medía la capacidad de progresión del segundo y del tercer clasificado en la Liga Endesa lanzados a la caza de un Real Madrid imbatido, lo único que no apareció por el parqué fueron las señas de identidad que han llevado al Herbalife Gran Canaria a firmar un inicio de temporada espectacular. Su puesta en escena resultó deficiente y, a partir de ese nocivo punto de partida, quedó siempre a la voluntad de un Valencia Basket que pasó por el Centro Insular como un tren bala.

Velimir Perasovic, aquel anotador empeñado en martillear los aros rivales hasta la extenuación cuando ejercía como jugador profesional, ha dado forma a una máquina perfecta de color taronja. Es una delicia ver jugar al baloncesto a un equipo como el Valencia Basket, siempre dispuesto a todo. A defender con solidaridad y dureza. A correr sobre la pista como en una carrera de velocidad. A atacar el aro con valentía. Y siempre sin regatear ningún tipo de esfuerzo.

Frente a un adversario tan tremendo, el Granca cometió el error de salir a la cancha en plan remolón. Ese fue el primer error del equipo de Pedro Martínez, tal vez exaltado por las cinco victorias consecutivas que había firmado antes de presentarse al envite con el Valencia Basket. Probablemente en las nubes, cuando el conjunto claretiano comprendió el tamaño de su error, el Valencia Basket ya le había birlado la cartera.

Seis minutos después del salto inicial, el grupo comandado por Perasovic ya mandaba con autoridad en el marcador (6-14) y ya tenía bajo custodio todo lo que importa para controlar un partido de baloncesto. El Valencia Basket, con una cadencia electrizante y sin ningún borrón en su línea argumental, gobernaba el ritmo del pulso, imponía su ley en defensa y machacaba la canasta local desde cualquier rincón. Y así, en línea recta, sin que nadie opusiera resistencia, cerró el primer cuarto pletórico (13-25).

Primer movimiento

No había mucha ciencia en el soberbio arranque del Valencia Basket, que se levantaba sobre los puntos de Justin Doellman (11 puntos en el primer parcial), la fluidez en la circulación del juego asignada por Rodrigo San Miguel y la intensidad de Pau Ribas. Con eso y mucho oficio, con un profundo sentido colectivo del juego, el grupo taronja puso tierra de por medio ante un Granca perdido, de tono gris y algo obtuso.

Del Herbalife Gran Canaria, a esas alturas, poco se sabía. A Jon Scheyer le resultó imposible sentirse cómodo sobre el parqué y así, siempre molesto, siempre al son que marcaba otro, al jugador de Illinois le cuesta funcionar como base. Por ahí empezaron los problemas de un equipo que añoró los puntos y la capacidad de Ryan Toolson para generarse sus propios tiros y que, esta vez, después de tanto tiempo, no contó con la mejor versión de Spencer Nelson.

Tanto problema, y todo junto, fue demasiado para un Granca que no encontró la manera de hincar el diente al Valencia Basket. Se empeñó en buscar una vía de escapa desde el perímetro, pero esa hipotética salida se convirtió en su propia trampa. Al descanso, espacio al que se llegó con 13 puntos de diferencia entre los dos contendientes (33-46), el equipo de Pedro Martínez sólo había anotado uno de los ocho triples que lanzó (13% de acierto).

Con semejante porcentaje en las filas enemigas, el cuadro taronja optó por atrincherarse durante muchos minutos a partir de una defensa en zona que dificultó aún más cada ataque del Herbalife Gran Canaria, incapaz -por propia inoperancia- de amenazar desde fuera y de encontrar una grieta sobre la pintura para dinamitar la resistencia visitante.

Con el horizonte despejado, sin nadie que le hiciera cosquillas, el Valencia Basket desplegó poderío por el Centro Insular, un pabellón que históricamente no se le da nada mal -con la de ayer suma 13 victorias en 21 visitas-. Lo hizo, además, sin dos de sus pívots: Vitor Faverani y Serhiy Lishchuk, lesionados ambos. Ese detalle ofrece la medida exacta del nivel excelso de juego que ha alcanzado, tras diez jornadas de competición, el equipo taronja. Tras superar el pasado fin de semana al FC Barcelona Regal, el equipo de Perasovic anudó ayer al Granca por convicción, por confianza. Lo logró, en buena parte, por los puntos de Doellman y el acierto en el momento adecuado de san Miguel, pero para ganar también contó con la defensa de Rafa Martínez y Pau Ribas sobre Ryan Toolson, por la clase esporádica de Thomas Kelati o por el oficio siempre rentable de tipos duros como Bojan Dubljevic.

Una canasta de Rafa Martínez, en el minuto 27, parecía acabar con la discusión en el Centro Insular al disparar hasta los 17 puntos la ventaja del Valencia Basket (40-57). Con todo aparentemente perdido, Pedro Martínez le dio una vuelta al Granca y probó con una fórmula poco usual. Sacó de la pista, en un solo movimiento, a Jon Scheyer, Brad Newley y Eulis Báez para poner a jugar a Tomás Bellas, Ryan Toolson y Javier Beirán.

Hielo sobre el fuego

La fórmula, con cuatro pequeños sobre la cancha, varió el semblante del Herbalife Gran Canaria, que tiró de tenacidad para no entregar la cuchara antes de tiempo. Entre Beirán, Slokar y Newley se combinaron para firmar un parcial 5-0 que, de golpe, bajó de la nube al Valencia Basket (53-60, min. 34). Fue entonces cuando apareció Rodrigo San Miguel y mandó parar.

Cinco puntos del base del Valencia Basket, todos seguidos, uno detrás de otro, pusieron hielo sobre el fuego que empezaba a arder en un Centro Insular entregado a la causa de la remontada del Granca (53-65). No se inmutó el cuadro taronja ni siquiera cuando el equipo de Pedro Martínez se volvió a situar a sólo siete puntos de desventaja en el minuto 35 (57-64).

Ante la adversidad, esperó agazapado su momento. Y ese instante llegó en la ocasión más dolorosa para los intereses del Herbalife Gran Canaria: en un contraataque lanzado, a toda prisa, por Toolson que se volvió en contra de las aspiraciones locales. El escolta de Arizona se precipitó en busca del pase y deletreó la acción mucho tiempo antes de que pasara, error que permitió a Marko Keselj recuperar la posesión y encontrar a Rafa Martínez para que dibujara una bandeja en la canasta del Granca acompañada por un tiro adicional tras una falta de Toolson (57-67).

Ya no levantó cabeza, después de ese arrebato inocuo, el Herbalife Gran Canaria. Siempre que se rebeló a la posibilidad de aceptar la derrota como único final, el Granca encontró como medicina taza y media de la misma fuerza y el mismo poderío del Valencia Basket, un conjunto que ayer, con buen baloncesto, marcó la diferencia que hay entre ambos equipos.