El balón voló de aro a aro y el amarillo levantó los brazos en señal de triunfo. El Gran Canaria lo había vuelto a hacer. Sonó el ritmo danzón de la Banda de Agaete y el Centro Insular se regaló un baño de gloria en la victoria, 81-69, sobre el Barcelona Regal. Los insulares se abrazaban y saboreaban la épica, mientras en el otro extremo de la pista, Juan Carlos Navarro, con la cabeza escondida entre toallas, era consolado por sus compañeros, Xavi Pascual soltaba toda su rabia en una sucesión de golpes sobre el parqué y Marcelinho Huertas, desquiciado, buscaba pelea enfadado con el universo. "Esto sí que es un pedazo equipo", repetía el orgullo del Herbalife Gran Canaria.

Una vez más, y van siete de ocho, el equipo de Pedro Martínez consiguió derrotar al todopoderoso Barcelona Regal, vigente campeón de la Liga Endesa, al calor y empuje del bastión de la Avenida Marítima. Esta vez lo hizo, además, con autoridad en un nuevo ejercicio de convicción ante la adversidad. El Granca posee el antídoto culé, pero no puede homologar su patente ni venderla al mejor postor ya que la fórmula no es ningún secreto; consiste, sencillamente, en jugar mejor que el rival blaugrana por poderoso que éste sea.

Ayer los amarillos corrieron más. Pelearon y lucharon como un bloque solido. Se fajaron en el cuerpo a cuerpo y anotaron, desde la inteligencia, en los momentos determinantes. Jarabe de palo. En el Granca todo el mundo suma y nadie se rinde. En su lugar, los de Pedro Martínez tiraron de épica para levantar dos situaciones más que críticas, la primera cuando perdía por nueve puntos en el tercer cuarto y, en segundo lugar, cuando en el último los de Pascual recortaron siete en un pestañeo para situarse a solo cuatro puntos. Sin embargo, los de amarillo no solo ganaron sino que machacaron al rival con el CID disfrutando con una sonrisa de oreja a oreja. El Barça recibía su propia medicina, doce puntos abajo.

El guión del triunfo sobre el Barcelona tuvo intriga, suspense, peleas, euforia y mucha emoción como ingredientes primarios para una película de acción dividida en cuatro actos. En el primero, la apertura, primó la igualdad. Un triple de Jon Scheyer sobre la bocina de posesión inauguró el electrónico y desde ese momento ambos equipos, cuarto y sexto en el comienzo de la jornada, se enfrascaron en un duelo entre iguales. Estos dos equipos tienen dos de las defensas más sólidas y solventes de la competición, sobre todo un Barça con kilos -los 140 de Jawai- y centímetros -217 de Ante Tomic- en su juego interior. Sin embargo, el primer cuarto fue un festival de puntos en una y otra canasta. Huertas dirigía a los suyos con fluidez, Mickeal anotaba desde la media distancia y Tomic y Slokar dominaban bajo los aros, principalmente en el rebote defensivo. Mientras, en el otro bando, Scheyer, Toolson y Xavi Rey daban la réplica. Todos anotaban y rendían pero, ya desde el principio, Spencer Nelson -20 puntos, 10 rebotes y cuatro asistencias- sentó las bases de su gran partido y que a la postre le validaría un nuevo MVP para su currículum como mejor jugador de la jornada. Pero esto era aún una quimera. Juan Carlos Navarro anotó el empate a doce y tras estas tablas, los amarillos lograrían una renta de cuatro puntos que defendieron hasta el final de los primeros diez minutos de partido, 21-19, en que el catalán Xavi Rey brilló en su redebut en el CID, como si en estos cuatro meses de ausencia por lesión hubiera añadido más centímetros a su enorme figura.

En el segundo acto, el del nudo, la defensa culé embarulló el juego de los amarillos. Spencer Nelson dominó el juego grancanario en los dos aros. Sumó acciones de gran calidad en lo ofensivo y rebotes valiosos en defensa. Superó a sus oponentes, Slokar y Wallace, a base de reversos y botes por la espalda y, además, repartió asistencias hasta situar a los suyos seis arriba, 34-28, con un movimiento espectacular en el poste bajo. Pero, al salir el ala-pívot de Idaho del parqué, el Granca sufrió un bache en su juego. El Barça aprovechó su ausencia para anotar un parcial de nueve a cero que culminó CJ Wallace, antiguo héroe de amarillo, con un triple con el segundero a cero. 36-40 al descanso. Entonces mandaba el Barça.

Tocaba sufrir y encarar un tercer cuarto que se presentaba, como manda la tradición, vital. El tercer acto, por lo tanto, fue la resistencia. En el mismo, Xavi Rey y Newley igualaron el duelo a 40 puntos. En ese momento todo cambió. El equipo de Xavi Pascual intensificó su defensa a límites sobrehumanos y el conjunto insular cayó, una y otra vez, en la telaraña azulgrana. Mickeal, Tomic y Wallace, por dos veces, atacaron con éxito el aro insular y el Barça logró una renta de nueve puntos, 41-50, que amenazó seriamente la moral del plantel de Pedro Martínez y la de su afición. Probablemente, cualquier otro equipo en esta situación hubiera tirado la toalla. Pero el diccionario del Granca no reconoce esa palabra en su vocabulario.

De nuevo apareció Spencer Nelson, el héroe, y con él rugió el pabellón insular. Scheyer pidió paso en el orden de méritos y robó el bote de Huertas para correr al contraataque y dejar una bandeja a una mano con falta del base rival. En un visto y no visto, el Granca respiraba en la nuca de su rival. Los ingredientes de tantas jornadas de épica y gloria en el Centro Insular se repetían paso a paso, mientras Xavi Pascual desesperaba en la banda. Tomic dio algo de aire a su equipo, pero primero Beirán y de nuevo, Scheyer por dos veces, adelantaron a los amarillos. Mientras, la grada enloquecía. "Sí, se puede", sonaba el grito de guerra. Las defensas apretaron un punto más. Faltas y más faltas. Y es que ningún equipo estaba dispuesto a ceder un solo centímetro. Pero el Granca estaba en su momento y tiró de sensaciones para asestar un golpe tras otro, con Nelson en plan figura; primero con un triple y después con un tiro de media distancia para llegar al último cuarto con ventaja de siete puntos.

Un final de ensueño

Llegó el último acto, el definitivo y las pulsaciones de todo el pabellón rozaron el shock cardiaco. En medio del ruido ensordecedor del ambiente insular surgió Navarro para enchufarse desde el triple. Slokar respondió desde el exterior, libre de marca. Continuó el pívot esloveno tras pescar un rebote para el nueve arriba de los de casa. La tensión iba en aumento y los árbitros avisaban con técnicas y sin que nadie les hiciera ningún caso. Era una batalla a muerte. Beirán firmó la máxima renta de los amarillos, 12 puntos, con un triple y el CID respiró antes de que Navarro tirara de galones para dejar claro que aún debían sudar tinta china los muchachos de Pedro Martínez así como las cinco mil almas que les acompañaban desde la grada. El Barça inició la remontada, mientras los amarillos perdían jugadores en cada acción defensiva; primero Slokar y después Rey, los dos con cinco faltas. Entre la tensión emergió la figura de Brad Newley para convertirse, una vez más, en el elemento diferencial. Suyas fueran las canastas de mayor responsabilidad, en un momento en el que el conjunto visitante se acercó hasta los cuatro puntos, 72-68.

Quedaba algo más de un minuto y medio y el corazón amarillo se encontró al borde del infarto. Y entonces, resurgió, una vez más la muñeca decisiva de Toolson, esa que se afina cuando más apretado está el marcador y cuantos menos segundos quedan. Primero logró un triple. El CID empujaba y el Granca apretó las marcas con Tomás Bellas en el cogote de un Navarro desesperado. Newley amplió la diferencia y Huertas falló una entrada a canasta antes de que Toolson elevara a diez la renta y sentenciara el encuentro. Tras esto, Bellas apretó a Huertas y este enloqueció. El base brasileño acusaba al madrileño de un ataque con el codo que solo vio él. Se encaró, lo separaron y volvió a encararse. La adrenalina se adueñó del partido y hasta Pedro Martínez se vio en el fregado cuando intentó mediar. Pero el duelo estaba resuelto. Todo fue fiesta. Vuelta al ruedo. El Granca apunta a la historia. "Esto sí que es un pedazo equipo". Lo dice el Centro Insular.