12 de febrero de 2011. La Unión Deportiva aterriza en Alcorcón con una pesada losa de nueve encuentros sin ganar. Jémez, ya en entredicho, bate la coctelera, mueve el once, buscando un revulsivo para entornar la situación deportiva. Borzani, Hernán y Pindado, entre otros, son los elegidos para retomar el rumbo. Los amarillos, en esa ocasión con los colores del Victoria, sufren en la primera parte pero llegan al descanso con empate. Están vivitos y coleando, aunque tras la reanudación viene un cataclismo.

"La culpa es de cada uno de nosotros. Y me cago en la puta si alguno dice lo contrario". La expresión, dura, elevada de tono y directa, la pronunciaba, tras el 5-0, uno de los veteranos: Stéphane Pignol.

El defensa francés había tomado el relevo de otros compañeros en el turno de palabra en el cónclave organizado de inmediato en la caseta. Antes habían hablado David García, Pedro Vega y Javi Guerrero, todos jugadores con recorrido en el fútbol profesional y con ascendencia en el colectivo amarillo. Y entre las consignas que traspasaron los límites del vestuario, una resultó unánime: "Esto hay que arreglarlo. Y vamos a hacerlo ya". La situación se arregló, aunque tuvo que cambiar de inquilino el banquillo amarillo.

De la temporada anterior quedan más supervivientes. Las Palmas, que sólo ha empatado una vez allí (1-1), en la campaña 2005-06 en Segunda B, llegó a Santo Domingo aturdida por el asunto Jonathan Viera. Juan Manuel Rodríguez, el entrenador de entonces, debió dejar al mediapunta de La Feria en el banquillo porque la UD había recibido una oferta de tres millones de euros del Granada para su traspaso. El ambiente estaba enrarecido, viciado, por las noticias contradictorias. Y ocurrió lo que suele ocurrir en estos casos, vino la derrota (3-1). El gol de Portillo, a poco del final, fue un espejismo en un encuentro siempre controlado por los hombres de Anquela.