Abanderó el proyecto de la cantera junto a Viera, Vitolo o Vicente Gómez. Ésta es la tercera temporada del canterano amarillo enrolado en lo más alto de la disciplina insular pero su protagonismo hasta ayer había sido testimonial. Con el retorno a la Isla de Deivid, la irrupción de Jeison Murillo y la experiencia de David García, el canterano amarillo ha encontrado una durísima competencia para hallar un hueco en la retaguardia.

Inédito en lo que había transcurrido de competición, hay que echar la vista hasta mayo del pasado año para recordar su último encuentro oficial con la Unión Deportiva. Una victoria ante el Hércules por 2-0 donde Juanpe dejó su sello.

El partido ante el Alcorcón era su gran oportunidad. De nuevo saber qué es amarrarse las botas y salir al campo convencido de intentar remar para lograr una victoria fuera de casa que se resiste. Lo cierto es que no era el escenario más fácil para cumplir con la tarea, tras estar media temporada condenado al ostracismo de la grada y el banquillo. Las nubes poblaban el cielo, la lluvia y el viento acompañaron a Juanpe en su estreno en la presente temporada. Oscuros augurios, videntes de lo que iba a suceder.

El agua que caía sobre Santo Domingo no amedrentó el comienzo del central amarillo. Mandaba, gritaba y ordenaba en la zaga amarilla. Recibía también el aliento de sus compañeros, las palmadas de Nauzet Alemán o el ánimo del ayer capitán Guerrero.

Concentrado desde el primer minuto, le tocó bailar con la más fea, Oriol Riera. Los tres goles del killer catalán en la primera vuelta aún resuenan en el Gran Canaria. Como también se oía el eco de los nefastos registros de la UD en Santo Domingo. Todo parecía en su contra y así fue. Juanpe era consciente de la dura empresa que tenía por delante y demostró sus credenciales en el primer roce que tuvo con él. Corte y salida limpia del balón.

El verde del recinto alfarero empezó a resentirse de la lluvia y del trote pesado de los jugadores. Los charcos comenzaron a aflorar y el terreno de juego empezó a tener tintes dignos de un campo de rugby. Más dificultades aún para la defensa. No obstante, los primeros minutos fueron plácidos para la retaguardia insular. Los de Bordalás combinaban sin acierto y el peso del fútbol lo llevaba Las Palmas.

La historia del reencuentro de Juanpe con los terrenos de juego pudo tener un inicio propio de la película soñada. Un balón suelto tras un córner estuvo a punto de caer en las botas del central amarillo. Pasó de largo. Un balón que quizás hubiera cambiado el desenlace.

Naufragio

Pignol y Dani Castellano se hundían en los laterales y la defensa de Las Palmas, comenzó a naufragar. El Alcorcón se adueñó del balón y del centro del campo. Al borde del descanso una estocada casi mortal. Los errores se pagan y más ante un equipo que sólo ha cedido dos empates en su feudo. Minuto 40 y el Alcorcón volvió a lamer la red de Barbosa. Un mal día, como anuncia el dicho, para dejar de fumar.

Lo que se podía convertir en un novela mágica para Juanpe, se tornaba en un esperpento digno de Valle-Inclán. Las Palmas, deformada e irreconocible, no podía aguantar las verticales embestidas que dejaban en entredicho a toda la zaga amarilla. Parecía no había fin para la sangría.

La magia de volver a disfrutar de la tensión de un partido de fútbol comenzó a ser una pesadilla. Un penalti cometido por Barbosa parecía ser el punto final. Oriol erró son su disparo. El azar, parecía quererle dar un poco más a la Unión Deportiva. Sin embargo fue un movimiento en vano de la providencia. Sales con un tercer gol reventó la moral amarilla.

Difícil asimilar un golpe tan fuerte. Difícil hacer el partido perfecto tras despertar de un gran letargo. Difícil cuando se visita el estadio de uno de los mejores locales de la liga. Difícil cuando se tiene delante al Pichichi de la categoría. Difícil cuando todo en el equipo parece salir mal.

Pudo ponerle un poco de emoción a los últimos segundos del partido. Un balón muerto en el área llegó a sus pies. Su mirada se cruzó con la de Manu . Un disparo al muñeco cuando el meta parecía estar batido. Era el partido de Juanpe pero no lo fue. Como el de ninguno de los jugadores de la UD en el territorio yerto de Alcorcón. Habrá otra oportunidad.