"La diferencia entre el bueno y el mejor está en una buena preparación mental". El neuropsicólogo Stefano Tamorri se ha pasado más de la mitad de su vida estudiando el síndrome del "miedo a la victoria" en el deporte, un autoboicot que se produce en el cerebro del atleta cuando está a punto de lograr un triunfo. La Unión Deportiva, sus jugadores y sus técnicos se hallan en el momento decisivo de la temporada, a diez jornadas de distancia del tope marcado a principios de curso: el ascenso a Primera División. Los amarillos, inexpertos en estas lides, se encuentran entre el vértigo de una situación novedosa y el hermoso reto que supone pelear por recuperar un sitio en la élite.

A la afición de Las Palmas le ha costado ilusionarse esta temporada. Los veteranos del vestuario lo achacan a que el público está "quemado" por los últimos años del equipo, que nunca ha terminado de enganchar una racha victoriosa lo suficientemente sólida. Pero en las últimas semanas el boca a boca ha empezado a funcionar. La victoria ante el Sabadell (0-4) también llamó mucho la atención. De hecho, el sábado, algunos aficionados nunca habían ido antes al Estadio de Gran Canaria, como pudo comprobar este periódico en un sondeo en las puertas del recinto.

La noticia de la llegada en masa del público a las gradas ha revolucionado la actualidad del conjunto de Sergio Lobera, que ha resguardado de la expectación a sus futbolistas en dos sesiones de entrenamiento, pero que ha comprobado como la corriente de euforia era potente. Thievy, Barbosa y Nauzet lo pudieron comprobar en una firma de autógrafos en El Corte Inglés. Estuvieron más de dos horas atendiendo a un público ansioso de retratarse con sus ídolos.

En la redes sociales, en los días previos, también se multiplicaron los mensajes de ánimo en todas las direcciones y en los medios de comunicación se difundieron las imágenes de colas en la taquillas del Estadio. Todo ello, quizá, haya contribuido de alguna manera a tensionar a los jugadores que se han visto bajo una presión que no han podido gobernar en el momento decisivo frente al Guadalajara en el terreno de juego.

A pesar de que Lobera intentó despejar cualquier incidencia de la presión ambiental en el desarrollo del encuentro , algunos técnicos de la casa no piensan lo mismo, creen que el entorno les superó. Por ello, ahora el reto del entrenador se encuentra en canalizar de manera positiva la corriente de ilusión que arrastra el conjunto en la diez últimas jornadas. Pocos dudan de que si la UD vence en Ponferrada, dentro de quince días, ante el Hércules, el estadio volverá a llenarse y dispararse la euforia.