¿Cómo se siente tras ser absuelta en la sentencia de la 'Operación Puerto'?

Muy feliz y satisfecha. Por fin se ha hecho justicia, porque llevaban fastidiándome muchos años. Me arruinaron la vida y ahora parece que empiezo a levantar cabeza. O eso espero. Siempre estuve muy tranquila, porque sabía que era inocente. Siempre, en todo momento, actué conforme a la legislación y reglamentación deportiva.

¿ Han sido siete años muy duros para usted y su familia ?

Duros no, durísimos. Ha habido mucho daño psíquico. Ya lo dije en la declaración ante la jueza. Ha sido terrible para toda la familia, incluso para mis propios hijos. Ellos eran adolescentes entonces y eran mal mirados en el colegio. Ahora están más tranquilos, pero han pasado mucho. Les llegaron a decir que si sacaban un diez en Educación Física era porque su madre los había dopado o les pedían algo para medicarse porque tenían tal o cual examen. Han sufrido mucho porque, además, también padecieron la separación de sus padres y los siete años de martirio de la Operación Puerto.

En alguna ocasión, durante todo el proceso de la 'Operación Puerto', llegó a afirmar que se consideraba una apestada.

Sí. Me convirtieron en una apestada al acusarme de algo que nunca hice. Pero no sólo a mí, sino a todos los ciclistas, mecánicos, director y masajistas del equipo de la Comunidad Valenciana. Cuando saltó el caso de la Operación Puerto decidimos, de forma voluntaria, realizar análisis de sangre a todos nuestros corredores bajo la custodia de un notario en el laboratorio de los doctores Montoro, en Valencia, que es el único que está acreditado por la Unión Ciclista Internacional (UCI) para hacer este tipo de analíticas. Las enviamos a la Federación Española de Ciclismo y al Consejo Superior de Deportes para que las cotejaran con las bolsas de sangre incautadas, para que comprobaran que nosotros no teníamos nada que ver con el caso. Todavía estamos esperando los resultados, nunca nos contestaron ni nos dijeron nada, pero sí se cargaron al equipo. Dejaron a treinta y pico personas en la calle, directamente en el paro, y nos arruinaron la vida porque a partir de ahí la prensa se encargó de dictar sentencia antes de que se celebrara el juicio. La presunción de inocencia nunca la tuvimos y a mí, particularmente, me arruinaron la vida. Pero también a muchos ciclistas que, después de siete años, han perdido su momento de forma y su edad para continuar en este deporte. A ello hay que unirle la huida de los patrocinadores para formar equipos.

¿Y su hermano Eufemiano Fuentes cómo acogió la condena?

Sólo he podido hablar con él diez minutos. Tiene su teléfono apagado. Me imagino que lo estarán volviendo loco desde todos los ámbitos y, en especial, desde el mundo de la prensa. No está conforme, ni yo tampoco. Aquí no se juzgaban los casos de dopaje porque cuando el caso saltó en España aún no estaba en vigor la Ley Antidopaje, que es de 2006. En este proceso se juzgaba la sangre como un delito contra la salud pública, pero la sangre no es un medicamento. Que en Alemania lo sea me parece estupendo, pero nosotros vivimos en España. Estamos hartos de no querer nada de lo nuestro, sino siempre acogernos a las cosas de los extranjeros. Aquí, desde que se fundamenta que la sangre no es un medicamento, queda claro que no hay delito, por lo que cualquier día que le haya caído de condena a mi hermano, para mí, es injusto. Lo que tampoco me gusta del fallo judicial es la ambigüedad que existe, muy confusa, no aclara nada.

Sin embargo, el ciclista Jesús Manzano le acusó de suministrarle sustancias prohibidas.

Es un mentiroso. Lo hizo por venganza, porque Vicente Belda y el mánager lo expulsaron del equipo por indisciplinado. Llevaba chicas a las habitaciones de los hoteles durante las carreras y consumía cocaína. Su madre nos llamaba siempre, tanto a mí como a mi hermano, para que lo cuidáramos y le echáramos una mano para que saliera de ese vicio. Era íntimo amigo de Chava Jiménez y ya sabemos todos como terminó. Estaban los dos todo el día igual. Llegó un momento en que Manzano era un problema para el equipo. Ya reconoció a la prensa deportiva que vendió su testimonio por venganza.

¿Cuál fue su papel en el Kelme y en el Comunidad Valenciana ?

En el Kelme fui colaboradora, con mi hermano, en algunas carreras y luego, en el 2003, estuve como segundo médico junto al peruano Walter Virú, que tuvo un problema y fue despedido. Luego le dijeron a Eufemiano que se hiciera cargo del equipo para la Vuelta de 2003, que hicimos los dos juntos, y, una vez que terminó, en el 2004, ya accedí a la jefatura médica en el Comunidad Valenciana. Al ser la directora médica me encargaba de toda la salud de los ciclistas, de que estuvieran bien, en forma, de sus planes médicos, de las vitaminas a suministrar, de la recuperación tras las etapas, si tenían alguna lesión solucionarla o bien alguna caída e incluso hasta si tenían una gripe.

¿Conocía las actividades que realizaba su hermano con los deportistas?

La verdad es que no. Mire, se lo dije a la juez y a la fiscal durante la vista oral. También se lo digo a usted, en total confianza. No conozco ningún detalle de la actividad de Eufemiano. Yo vivía en Valencia y él en Madrid. Además, por lo que he oído en el juicio sobre el piso de la calle Alonso Cano, donde dicen que se guardaban las bolsas de sangre congeladas, le aseguro que nunca he estado allí, ni siquiera sé dónde se encuentra esa calle. Alguna vez le consulté alguna cosa, pero insisto que nunca hemos hablado de transfusiones, solamente de cuestiones profesionales.

¿Acudió algún ciclista del Comunidad Valenciana, de la que usted era la responsable médica, a la consulta de Eufemiano Fuentes?

Que yo sepa, no. Ellos no tenían necesidad, porque yo era su responsable médico. Eso era fácil de comprobar. Si hubieran querido, lo podrían haber averiguado con las muestras de sangre que hicimos de forma voluntaria a todos los integrantes de la plantilla para que las cotejaran. Si hubiera coincidido alguno hubiera aparecido reflejado en el sumario y hubiera salido a relucir en el juicio, pero no hubo nada de eso. Le aseguro, y así ha quedado demostrado en el juicio, que nuestros ciclistas nunca usaron ningún medicamento prohibido. Eso lo controlábamos a rajatabla y nadie puede poner en duda mi trabajo, porque le vuelvo a recordar que no han encontrado nada contra mi labor profesional y me han absuelto.

Sin embargo, la Policía le grabó una conversación con Santiago Botero sobre unos medicamentos.

Es cierto, ya se lo dije a la jueza. La conversación está ahí, en las grabaciones policiales y en el sumario. Me llamó Santiago para pedirme unas vitaminas cuando me encontraba en Andorra. Allí hay un tipo de hierro que con dos rayitas de un jarabe, que es más agradable de tomar, cubre lo mismo que en España, donde debes tomarte seis pastillas para cubrir la misma cantidad. Estábamos allí, participando en la Vuelta a Cataluña, y me dijo si podía darle el medicamento. Le comenté que no habría problema, pero que estaba fuera de España y que, como en los próximos días íbamos a coincidir en el mismo hotel, se la entregaría personalmente. Finalmente, no coincidimos no sé por qué razones y no nos vimos.

¿Cómo se enteró de las detenciones al inicio de la operación?

Estaba trabajando en la consulta de Gandía y me llamó Vicente Belda, que estaba arreglando los olivos en su casa de campo y lo oyó por la radio. Me llamó y me dijo que habían detenido a mi hermano Eufemiano, a Ignacio Labarta y a Manolo Saiz. No tenía ni idea porque estaba atendiendo a un paciente y estaba centrada en ello. Luego ya lo confirmé por la prensa y me sorprendió mucho. Estaba muy tranquila, porque sabía que mi trabajo en el Comunidad de Valencia, como responsable de los servicios médicos, era inmaculado. Todo lo hacíamos conforme a la legislación y reglamentación deportiva. Estaba convencida de que no podrían encontrarnos nada porque siempre hemos actuado de forma muy profesional.

Se ha quejado mucho de la prensa durante todo el proceso de la 'Operación Puerto'.

Algunos medios han arruinado mi vida, porque me han hecho mucho daño. Tanto a mí, como a mi familia y a muchos compañeros de equipos. Han hecho un juicio paralelo. Muchos medios han publicado cosas de risa. Yo estaba viendo como se estaba desarrollando la vista oral y las noticias que se publicaban eran tremendas. No tenían nada que ver, ni con la realidad ni con las declaraciones de las personas que estaban imputadas. No lo entiendo. Y si examina las publicaciones durante estos años le puedo decir que han sido tremendas. La mejor noticia es el fallo judicial y que la jueza decretó la absolución de Yolanda Fuentes, Manolo Saiz y Vicente Belda.

Habla del daño personal. Pero, ¿y el profesional ?

También y mucho. La prueba es que siendo alergóloga, con tres consultas abiertas en Valencia, puestas en marcha desde casi 30 años, me las cerraron. Me hicieron la vida imposible con la falsa imputación. Los clientes se fueron ante la imagen negativa que dieron de mí. Era una apestada para ellos. Ahora estoy haciendo guardia en un Centro de Salud de Gran Canaria y viviendo en Fuerteventura. Me colgaron el sambenito de la mayor dopadora del mundo y eso espanta a la gente. Ahora, con la absolución, espero que todo vuelva a su cauce, pero nada será igual que antes. Me han matado en vida.

Incluso ha culpado a la prensa de la muerte de su padre. Eso es una acusación muy grave.

Fue así. Mi padre estaba perfecto, estaba estupendo, nunca había entrado en un hospital ni siquiera en un Centro de Salud. No tomaba ninguna pastilla y su estado de salud era aceptable. Fue a partir de la Operación Puerto cuando tuvo una recaída y no duró nada. Murió en 2008.

Su familia denunció que la Guardia Civil se llevó los medicamentos que su padre necesitaba durante los registros efectuados en el domicilio

Es verdad. Los necesitaba y no se los devolvieron, a pesar de que fue personalmente a buscarlos con las recetas para demostrar que se estaba medicando con ellos. No se los quisieron dar. Es un capítulo más de esta negra historia.

Pero al margen de la muerte de su padre, también falleció el ciclista Alberto León tras la apertura de la 'Operación Galgo'.

Es cierto lo que dice, aunque no conocía personalmente a Alberto, falleció en esos años. Se unió este caso con la Operación Galgo y cayó en un momento de debilidad por otros problemas familiares, así como en una fuerte depresión, y se quitó la vida.

¿Cree que existe el dopaje en el deporte español?

Creo que siempre hay algún tramposo que intenta tomar medicamentos prohibidos para incrementar su rendimiento y vencer la fatiga. Nosotros, en el Comunidad Valenciana, siempre actuábamos legalmente y de forma muy profesional. Este equipo ha sido uno de los clubes más sanos y nunca tuvimos ningún problema. Desde que salió la Ley Antidopaje, y a raíz de la Operación Puerto, todo el mundo cogió miedo, así que me imagino que no hay dopaje. Con los controles que actualmente se realizan es prácticamente imposible que pase desapercibida la toma de productos prohibidos. Lo de Lance Armstrong todos sabemos cómo fue. Estaba apoyado totalmente por la Unión Ciclista Internacional, una organización que culpa a unos y tapa a otros.

¿ Hay vida después de la sentencia que le exculpa de toda responsabilidad por este caso?

Espero que mi vida siga igual. Estoy muy tranquila, aquí en Majanicho, y trabajando en Gran Canaria, aunque espero encontrar trabajo en Fuerteventura para evitar los desplazamientos, pues cada cuatro días tengo que volar. Estoy muy a gusto trabajando en el Centro de Salud de Jinámar, donde hay un excelente equipo humano y profesional. Ah, me gustaría aclarar una leyenda urbana que no es cierta sobre la mala fama que le han dado a Jinámar. Le aseguro que es un barrio con gente muy buena, son unos excelentes vecinos.

¿También estuvo vinculada al Isla de Fuerteventura ?

El Fuerteventura fue una continuación del Comunidad Valenciana. Acababa de pasar lo de la Operación Puerto y Vicente Belda decidió montar este equipo y contar conmigo. Había un problema, nadie me quería porque mi imagen estaba manchada por la Operación Puerto. El responsable de este equipo era Pedro de la Fuente, que por cierto es un sinvergüenza, porque nos dejó varias nóminas pendientes e incluso llego a amenazar a los ciclistas, cuando reclamaron, con que les iba a mandar un sicario colombiano. Se ve que lo arregla todo así, en plan mafia. Yo estaba de tapada. Era la médico del Fuerteventura en la sombra, aunque figuraba otro señor como médico oficial. Pero quien trabajaba y debía cobrar era yo. También tuvo mucha culpa de esta situación el mánager del equipo, Jorge Sastre, otro sinvergüenza, porque cobró dinero de varios patrocinadores y nunca pagó a la plantilla, sino que se lo quedó. Cogió el dinero y nos dejaron nóminas sin abonar y el equipo tuvo que desaparecer. Cuando fuimos a reclamar el aval ante la Unión Ciclista Internacional nos pidieron que no lo ejecutáramos porque lo iban a arreglar todo. Confiamos en ellos y se pasó el plazo para presentar la denuncia.

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