¿Qué tal le va en Boston?

Muy bien. Ahora básicamente estoy entrenando para la prueba del Ironman que tengo previsto disputar en este 2013. Es algo nuevo para mí e intento acumular muchas horas sobre la bicicleta. El sábado hice el primer entrenamiento de larga distancia con tres horas y media en la bici, así que todo bien, contento, pero con bastantes dolores por las agujetas.

¿Ya se ha normalizado la situación en la ciudad tras el atentado en el Maratón que usted vivió de refilón?

Sí, totalmente. El hecho de que la policía detuviera al segundo sospechoso fue un bálsamo para la ciudad. Al día siguiente se respiraba todavía un ambiente extraño, pero a las 48 horas se sentía una normalidad absoluta. Con el buen tiempo la gente salió a la calle como si no hubiera pasado nada. Al final te das cuenta de que en EE UU existe una mentalidad de constante inseguridad y esta aumenta cada vez que ocurre una cosa así.

¿Le llegan noticias de la UD Las Palmas y de la ilusión que ha despertado en la Isla ante las posibilidades de ascenso?

Claro. La actualidad la sigo a través de twitter. Sigo los resultados y los mensajes de ánimo de los aficionados y también los comentarios de los jugadores. Además, leo la prensa a través de Internet y le puedo decir que ahora veo dos lecturas muy interesantes alrededor del equipo. Por supuesto y a pesar de la distancia, siento la enorme ilusión que ha despertado el equipo en el aficionado y que hace años que no se vivía. Estamos todos esperando a ver cómo actúan en el próximo partido. Después, hay otra cosa que me parece destacable y es la interacción que veo entre el Herbalife Gran Canaria y la UD. Los jugadores se apoyan mutuamente y se ve en twitter. Creo que es bonito que el deporte de la Isla esté unido.

¿Es usted muy futbolero?

A mí siempre me ha gustado el fútbol desde pequeño pero, sinceramente, no soy de seguir los partidos con intensidad porque a mi lo que me gusta es participar y cuando no lo puedo hacer me frustro bastante. Por eso no sigo los partidos completos, sólo el principio y el final, salvo cuando voy a los estadios. Las Palmas para mi siempre ha sido nuestro equipo, que unos años iba bien y otros mal. Siempre estaba con los amigos diciendo eso de, "chacho, a ver si este año es el bueno".

¿Guarda algún recuerdo de la infancia relacionado con la UD?

Mis recuerdos son los gritos de la gente que escuchaba en el bar que estaba debajo de mi casa, cuando todos celebraban porque habían marcado gol o se enfadaban cuando era falta. También recuerdo, cuando empecé a entrenar en serio en 2002, cómo se ponía la zona cerca del estadio. Además, recuerdo con especial cariño el 4-2 contra el Madrid y el gol de Rubén Castro a Casillas; espectacular. Yo nunca fui, no sé por qué, al Insular. La primera vez que fui a un partido en directo fue en 2008 y pude hacer el saque de honor.

¿Qué fue lo que más le impresionó de estar en el césped?

Sin duda, el ruido. Me regalaron una ovación indescriptible. Primero pude estar con los jugadores; con esos a los que sigues por la tele y la radio, pero cuando todo el estadio me aplaudió sentí algo muy especial. En ese momento entendí la grandeza del fútbol y la presión real a la que están sujetos los futbolistas. Lo mío ha sido la piscina y antes de competir estás tan metido en tu mundo que no oyes absolutamente nada. Son sólo tres o cuatro minutos antes de salir, pero lo de ellos es más de una hora y media en el campo y creo que esa presión es lo más difícil de ser futbolista. Más que el talento o la habilidad de ser buen jugador, que muchos lo tienen, lo difícil es saber cómo funcionar bajo la mirada y la presión de tanta gente.

Usted conoció a los jugadores y a Lobera en esa charla de motivación que les dedicó a mediados de octubre. ¿Le pareció un grupo preparado para el éxito?

Hombre, han demostrado durante los últimos siete meses que son capaces de lograr el ascenso. Cuando surgió esa charla, el estado de ánimo era bajo, según lo que se sentía desde fuera. Pero yo vi una cosa significativa. El entrenador, Sergio Lobera, es una persona capaz; un líder en todos los términos que necesita el deporte. Sabe ver el potencial de su equipo y sus jugadores como también sus carencias y lo que no está funcionando. Esto es lo más importante. Hay que saber en qué se falla para corregirlo y mejorar. Es verdad que han tenido algún tropiezo, pero estas son cosas que tienen que pasar. Nadie, cuando se exige un nivel tan alto, está libre de errores; pero lo importante es corregirlos.

La UD perdió contra el Castilla tras la charla pero, después, estuvo 13 jornadas sin perder. ¿Se sintió partícipe de la racha?

Sí, desde luego. Me gustó mucho cómo me acogieron, del interés que mostraron y, también, cómo reaccionaron ante todo. Ellos tenían la risa y la alegría y sabían que podían hacerlo. Creían en el trabajo que estaban realizando y esto es lo que les ha dado la confianza necesaria para saber que no era una posibilidad sino que era algo que iba a pasar. Después veía como ganaban y como luchaban hasta el final y no te engaño, esto te genera una satisfacción personal al saber que has podido contribuir, por pequeño sea. Yo no he jugado ese partido ni lo he ganado, pero piensas que parte de lo que has dicho ha sido sembrado en un terreno fértil.

¿Qué consejos les daría ahora de cara a esas previsibles eliminatorias de la promoción?

Ellos han hecho una cosa importante este año, que es subir los estándares que manejaba el equipo en el pasado. Ya no dicen eso de que nos gustaría ganar o que deberíamos ganar. Ahora dicen que tienen que ganar. No existe otra opción. Es lo más importante. Ahora deben subir el nivel un escalón más y deben convencerse de que pueden hacerlo. Después, quizás está feo decirlo, pero creo que deben olvidarse totalmente de la afición. El deseo de miles de personas juega con el peso de la responsabilidad que siente el deportista. No digo que la gente no vaya y no anime, pero lo mejor que hace un futbolista es jugar al fútbol y trabajar en equipo. Así que, cuando existe tanta presión, lo importante es que durante los 90 minutos que dure el partido logren olvidarse del resto de la gente que está en el estadio y así jueguen como saben.

¿Qué confianza tiene en que se logre el objetivo del ascenso?

Esa es mi apuesta. Yo confío en el entrenador y en el equipo. Sé que van a dar lo mejor de ellos mismos y además creo que se lo merecen después de todo lo que han luchado y trabajado esta temporada.

¿Como va a celebrarlo usted en Boston si sube Las Palmas?

Pues supongo que como un loco incomprendido. Recuerdo cuando ganaron un partido en el último minuto. Yo estaba en Los Ángeles y me puse a gritar el pío pío como un loco en la calle. Nadie me entendió. Pensaban que era un loco pero a mí me daba igual. Así que cuando suba lo celebraré a lo grande y los americanos pensarán que se les ha escapado un loco.