Una práctica deportiva que la enamoró desde pequeña. Irina Ortiz, de 20 años, vuelve a situarse, seis años después de su primer galardón autonómico, en la cima de la esgrima canaria. La joven grancanaria, del club Ceiscan de Telde, se coronó, días pasados, con el Campeonato de Canarias de la categoría M-20 al derrotar, en el combate final, a la tiradora Judith Ruiz. Vinculada a la espada desde hace ocho años, reconoce que tuvo que alejarse del tatami, durante dos temporadas, por "la presión que exigía la alta competición". Tras volver a sentir el acero en su mano, regresa "con más ganas que nunca".

Amor a primera vista. Un deporte que la cautivó desde niña. La ilusión por convertirse en una de las mejores tiradoras grancanarias de una disciplina que requiere altas dosis de concentración. Irina Ortiz, perteneciente al Club Esgrima Islas Canarias -Ceiscan- de Telde, se alzó días pasados con el oro en el Campeonato de Canarias de la categoría M-20, y vuelve a situarse, seis años después de su primer galardón autonómico, en la cima de la esgrima canaria. Un premio que "recompensa todo mi esfuerzo".

Si la constancia y el trabajo son dos de los valores esenciales del deporte, la figura de Irina Ortiz debería tomarse como ejemplo. Más de ocho años entre tatamis, espadas y trajes curten la figura de esta joven grancanaria de 20 años. Una mosquetera que ha sabido encontrar en el acero su aliado perfecto. "La esgrima forma parte de mi vida, lo complementa todo", señala. Una pasión que ha sabido hallar la fórmula del éxito deportivo. Días pasados, Irina se coronó como la nueva reina de Canarias al derrotar, en la ronda final, a la tiradora Judith Ruiz, del Club La Sala de Armas, en la categoría M-20. Un título que se une al logrado, en la escala M-15, en la temporada 2006. Credencial que reconoce "todas las horas de trabajo que he dedicado sobre el tatami", apunta.

Con varias participaciones a sus espaldas en campeonatos nacionales junior, Irina regresó el pasado noviembre a las lonas, tras un parón de dos años. "Tuve que dejarlo porque no aguanté la presión", admite. La tiradora isleña, que estuvo ligada durante un lustro al club La Sala de Armas, reconoce que "yo allí no disfrutaba. Sólo me enseñaron a ganar y fui incapaz de ver más allá". Sin embargo, aunque intentó suplir la esgrima por el baile, "en mi vida faltaba algo". Sin miedo a las segundas oportunidades, nunca perdió la ilusión por triunfar en una modalidad deportiva que despertó su admiración desde su infancia. "De pequeña vi una película de dos chicas haciendo esgrima y le dije a mi madre que quería hacer eso yo también", recuerda.

Vinculada al Ceiscan desde el mes de septiembre, eligió la entidad teldense para retomar un sueño que se vio truncado durante un tiempo. "En Telde encontré todo lo que necesitaba. Somos una gran familia". Además, la tiradora, que estudia primero de bachiller, comparte la filosofía que, el club situado en la Base Aérea de Gando, imprime a todos los deportistas que forman parte de sus filas. "Disfrutar cada momento y guardar el honor. Hay que saber perder y saber ganar", explica.

Un deporte convertido en arte. La elegancia y el autocontrol de una disciplina que, cada vez, reúne más adeptos. "En Canarias lo practican más los chicos, pero cada año hay más mujeres que se sienten atraídas. El poder combatir con otra chica, en un duelo, es una experiencia muy grata", asegura. Asimismo, considera que "la esgrima requiere de una concentración extrema por el hecho de tener en tu mano un arma blanca".

Una sota de espadas. Un futuro que comienza por "destacar en los nacionales". Movimientos que recogen el halo de nobleza y romanticismo de un deporte de origen español. Ante ella, un sueño: "Acudir a unos Juegos Olímpicos".