No hay mejor clínica para un chequeo futbolístico a la Unión Deportiva que el Estadio de Gran Canaria. Los amarillos se encuentran en precario en su juego y también en la clasificación, pues dependen de terceros en estas dos últimas jornadas del campeonato para que la temporada se convierta en un bondadoso éxito o un repentino fracaso. Mirando a El Toralín [Ponferradina-Racing] y de soslayo hacia Valdebebas [Castilla-Alcorcón], el equipo de Sergio Lobera se la juega ante el CD Numancia a partir de las 17.00 horas, con la Televisión Canaria en directo. Será una tarde de transistores, nervios y runrún en las plateas porque todos los partidos trascendentes se juegan a la misma hora.

Los sorianos llegan al recinto de Siete Palmas con todo despachado en el campeonato y la honra, que no es poco, en juego. Se supone que los anfitriones les esperarán con un cuchillo entre los dientes y los ojos inyectados en sangre. Ése, al menos, ha sido el sentido de las declaraciones de los protagonistas en la última semana de entrenamientos, que terminó ayer con una sesión en Barranco Seco. Los jugadores, después de las jornadas de puertas cerradas, han ido desfilando uno a uno ante los medios con un discurso repetitivo.

En la acera amarilla tachan de "imperdonable" que a los adversarios, Ponferradina y Alcorcón, les temblaran las piernas en el tramo crucial, pincharan y Las Palmas no lo supiera aprovechar de manera conveniente. Por eso, los protagonistas han subrayado que tratarán de solventar su compromiso ante los sorianos y después atender a otros campos -El Toralín, principalmente- para hinchar las velas de la esperanza o beber aguardiente para olvidar que diría el bolero. Las posibilidades son tan caprichosas en el final de la competición en Segunda División que con un solo punto la UD podría clasificarse para la ansiada promoción de ascenso a Primera y con seis puntos, los 69 marcados, quedarse fuera de la batalla.

Amigos para siempre

Llegados a esta tesitura, está emparentada la Unión Deportiva con el Racing de Santander desde hace algunas semanas. Es un matrimonio de conveniencia, no se hacen daño porque pelean por objetivos distintos y la sinergia puede llevarles a un beneficio mutuo. A pesar del maridaje, que comenzó compartiendo el recurso contra la alineación indebida del Guadalajara ante los comités de Competición, Apelación y en Disciplina Deportiva, la Unión Deportiva no le hizo ningún favor a los cántabros la semana anterior cuando perdió de manera lastimosa en Anduva contra el aguerrido Mirandés. Dicho sea de paso que tampoco se lo hizo a sí misma porque ha posibilitado que la Ponferradina se vuelva a poner por delante en la clasificación en el sprint final.

Claudio Barragán, el entrenador berciano y veterano en mil batallas futbolísticas, ha instigado al Numancia. En rueda de prensa ha intentado pincharle el orgullo a los sorianos, al manifestar que se emplearán con menos garra que hace unas semanas en El Toralín, donde lograron un trabajado empate. Son las viejas artes de los finales de Liga que ligan a unos partidos con otros y hacen el espectáculo más atractivo para el aficionado. A todo esto, los rojillos han recalcado que vendrán al Gran Canaria con todo el armamento disponible y dispuestos a amargarle la existencia a la Unión Deportiva, como antes hicieron Guadalajara, Hércules y Recreativo de Huelva.

Los hombres de Sergio Lobera flirtean con la agonía y además no tienen a Thievy Bifouma, su futbolista más determinante en el sistema ofensivo. Atrás, en el centro de la zaga, tampoco estará en liza el colombiano Jeison Murillo, expulsado el pasado fin de semana por doble amonestación. Tato y David García apuntan como los sustititutos de los castigados, aunque en la delantera existen variantes como las de Javi Guerrero o Andy Pano.

Habrá cambios de elementos y quizá también retoques en la estrategia a emplear. Aunque siguen quedando velocistas como Macky Chrisantus o Vitolo, que regresa al equipo, se podría observar a una UD más horizontal que vertical, dando más uso a las entradas por la banda, algo más de juego en el centro y con menos balones directos hacia la espalda de los defensores como es uso y costumbre con el franco-congoleño.