El FC Barcelona Regal ejerció anoche de campeón. Y punto. En el tercer partido de la serie, correspondiente a las semifinales del Playoff por el título de la Liga Endesa, nada fue suficiente para hacer descarrilar al equipo de Xavi Pascual en su defensa de la corona. Ni la perseverancia del Herbalife Gran Canaria ni el embrujo que se generó en el Centro Insular hicieron cosquillas a un gigante que, envalentonado, sumó el tercer de la eliminatoria, el definitivo, al ganar (62-84) y ya encara el siguiente desafío en su camino: el Real Madrid -su rival de toda la vida-, en la final de la ACB -el escenario de batalla en el que llevan discutiendo toda la vida-.

Frente a un Barça en plan arrollador, capaz de anotar 84 puntos con unos porcentajes de acierto en el tiro magníficos (55% en tiros de dos y 55% en triples) y empeñado en no volver a jugar en el Centro Insular hasta la próxima temporada -y porque el calendario obliga-, el Granca no tuvo opción. El equipo de Pedro Martínez, a diferencia de su rival, falló más de la cuenta en casi todos los aspectos del juego. No alcanzó, por ejemplo, el 50% de acierto en sus lanzamientos de campo. Tampoco pudo aguantar el tipo en defensa frente a un adversario inspirado al máximo. Para colmo, perdió 16 balones, acciones en las que casi siempre pagó una elevada cuenta. Y, después de 42 partidos oficiales y mil contratiempos -entre lesiones y fugas-, se quedó sin gasolina. Pero fue justo ahí, en su incapacidad para estar ayer a la altura, donde tal vez resida el mérito del conjunto claretiano a la hora de analizar toda la serie.

Antes de la cita de anoche, en dos intensos partidos, el Herbalife Gran Canaria fue capaz de reducir la diferencia con el Barça hasta la mínima expresión. En el primer encuentro sólo se rindió cuando el reloj consumía el último minuto. Una desventaja de seis puntos (69-63) da buena fe del excelente trabajo del equipo de Pedro Martínez en el Palau Blaugrana, una cancha que también acogió el segundo envite y que se resolvió con un marcador aún más ajustado que el anterior: 77-73, un resultado estrecho que fue aderezado, además, con una polémica arbitral que penó al conjunto amarillo.

Así, después de eliminar al Laboral Kutxa con todos los honores y tras arrinconar al FC Barcelona Regal en una esquina y enredarlo entre las cuerdas, el Granca provocó una ilusión mayor: hizo creer a los suyos al dar forma a un sueño enorme. Y en busca de un final feliz, de emociones fuertes, más de cinco mil personas se plantaron ayer en el Centro Insular para vibrar con su equipo. Y, en ese escenario, todo era ideal hasta que apareció la figura del Barça.

La primera jugada del encuentro, tras el salto inicial, resultó sintomática. Con el ruido disparado por encima de un límite razonable sobre la medición de decibelios, con el pabellón en plena ebullición, Juan Carlos Navarro pidió el balón. Vacunado para afrontar situaciones extremas, inmune ante la presión, el escolta se la jugó en uno contra uno frente a Ryan Toolson y la clavó. Estableció el 0-2 en el electrónico y puso un poco de hielo en el ambiente.

Crecido, el Granca aceptó el reto. Con Tomás Bellas al timón, el conjunto de Pedro Martínez también se sintió cómodo en el reto dispuesto por el FC Barcelona Regal. Así, mientras tuvo energía para aguantar el ritmo, el conjunto claretiano tiró de Ryan Toolson y Javier Beirán -anotó dos triples en el primer parcial- para superar la irritación que le generaba jugar al son impuesto por el rival y para ganar a los puntos el intercambio de golpes del primer cuarto (18-17).

Las sensaciones empeoraron en el segundo periodo, tramo del duelo en el que el FC Barcelona Regal empezó a desplegar sobre el parqué su fondo de armario. Con Xavi Rey de baja desde el final de la fase regular y con Walter Tavares descartado para el partido de ayer por culpa del golpe en la cabeza que sufrió el pasado domingo en el Palau Blaugrana, a Pedro Martínez no le quedó otra que ir a la guerra con sólo tres jugadores en su rotación interior: dos ala-pívots, Spencer Nelson y Eulis Báez, y un sólo cinco, Uros Slokar.

La diferencia por la amplitud de recursos, abismal, no se percibió sobre la superficie. Fue un trabajo de largo recorrido, de profundidad. Un dato le da valor a ese desajuste de fuerzas. Eulis Báez, que estuvo sobre el parqué durante 35 minutos como pívot, se tuvo que jugar los cuartos en la pintura contra tres jugadores del Barça: Loukas Mavrokefalidis, Ante Tomic y Erazem Lorbek.

Por agallas, por orgullo y por valentía, el Herbalife Gran Canaria se mantuvo en pie diez minutos más. Todo el tiempo que duró el segundo cuarto. Ni siquiera en un momento de debilidad, tras una falta antideportiva de Roberto Guerra sobre Víctor Sada y un parcial de 0-8, desconcertó al equipo amarillo (22-28). Empeñado en no aceptar la derrota, entre Óscar Alvarado, Toolson, Báez y Spencer Nelson, que tardó 18 minutos en anotar su primera canasta-, el representativo grancanario cruzó el descanso de una pieza (36-39).

Lo peor vino después. Y tuvo, en cierto modo, un punto cruel. El trabajo de desgaste del Barça, superior por número y talento, hizo mella tras veinte minutos de juego intenso, de baloncesto disputado sin concesiones. Un parcial 2-10, firmado entre CJ Wallace, Navarro y Brad Oleson, rompió el partido y dejó clavado en el camino al Granca, pesaroso sin energía y con plomo en los bolsillos (42-51, min. 24).

Después de eso, ya no hubo partido ni jaleo ni nada. El FC Barcelona Regal, en velocidad de crucero, centró su trabajo en administrar la ventaja. Así, alcanzó el último cuarto con trece puntos de diferencia (48-61; los tres que disfrutó al descanso y la brecha de diez que abrió en el parcial definitivo). Oleson, que ya protagonizó el papel de verdugo -con su defensa sobre Jaycee Carroll- en la antepenúltima serie de Playoff que jugó el cuadro claretiano, selló a base de puntos (17) el asalto del campeón al Centro Insular (62-84). Y, colorín colorado, así llegó el final de la mejor temporada de la historia del Herbalife Gran Canaria. Un bonito cuento.

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