Un convento en el green. Retiro monacal para el ejército de Lobera. El Bandama Golf Hotel -que cuenta con 34 habitaciones- es el cuartel general de una nómina de gladiadores alejados del latir de una Isla sedienta de gloria. Un salón imponente, que da al campo de golf del recinto de Santa Brígida, abraza al huésped. Detrás de los ventanales, una caldera tímida, en fuera de juego. Sobre la mesa, no hay periódicos, sólo revistas de golf. Las habitaciones son dobles y dan a la piscina. Junto al hotel, las instalaciones del Real Club de Golf, donde los jugadores de la UD acuden al comedor para desayunar -10.15 horas-, almorzar -13.00-, merendar -18.00- y cenar -21.00-.

Alojados desde la noche del domingo, el plantel y cuerpo técnico cenó ayer ensalada y una paella. Además, los Barbosa, Tato, Thievy o Javi Guerrero también tienen solomillo de segundo plato. No hay refresco, los futbolistas tienen zumo natural y agua natural sin gas.

El jefe de cocina, Francisco Fernández, ha diseñado un plan especial de comidas para el plantel, que abandona la concentración mañana, tras el almuerzo para poner rumbo al estadio de Gran Canaria y afrontar el primer pulso por el ascenso ante el Almería [desde las 21.00 horas y por Canal Plus].

Los jugadores salieron ayer del hotel sobre las 18.27 horas para ejercitarse, por última vez antes de la gran batalla, en el césped del estadio de Gran Canaria.En la jornada de hoy, los futbolistas tendrán sesión de trabajo, desde las 18.00 horas, en Barranco Seco.

Adrián Álvarez, jefe de planta del Real Club de Golf de Las Palmas, explica que la llegada del equipo ha despertado el interés de los jugadores y socios. "Desde el pasado lunes son los verdaderos protagonistas del club, comen y rápidamente se marchan para el hotel. Es el paraje ideal para que den con la tecla y logren el ascenso".

El equipo, que ayer almorzó ensalada de remolacha, panga al horno y puré de papa sin sal, desayuna hoy leche con cereales, bizcochos, zumo, fruta y un sandwich de jamón y queso -salvo para Tato, que no tolera este producto, según Álvarez-. En la cuna del golf isleño, los gladiadores afilan sus garras para abrir la puerta de la gran final.