Lección de oficio y sobriedad para congelar la era de las tinieblas. La UD ve la luz y firma su segunda victoria consecutiva en partido oficial y su estreno en Liga, tras superar a un disciplinado Real Jaén, con un solitario tanto de Masoud (1-0). El equipo amarillo aprovechó la inercia de la victoria ante el Sabadell, en la disputa de la segunda ronda de Copa del Rey, para batir ayer, a un rocoso rival, y firmar el primer triunfo del campeonato. Tras una derrota y tres empates, los amarillos cumplieron con una propuesta revolucionaria, que contó de inicio con siete de los diez fichajes. Lifting hacia la gloria, para un navío que encadena ahora dos partidos lejos de la Isla, ante el poderoso Girona y el CD Lugo.

Un cabezazo del centrocampista internacional iraní Masoud bastó para dinamitar la muralla andaluza -minuto 34-, y brindar una alegría a la parroquia amarilla, que estaba sedienta de gloria desde el pasado 2 de junio [cuando se batió al CD Numancia en la penúltima jornada del curso liguero 2012-13].

Sufrió la UD, ante un recién ascendido osado, que presionó a los amarillos hasta el jardín de Barbosa -que lució el brazalete de capitán-, con el reto de incendiar el fortín del Gran Canaria. Y con ese empeño, el futbolista Víctor Curto dio el primer aviso y estrelló un balón en el poste -minuto 10-. Por su parte, Lobera dio continuidad a la revolución de la Nova Creu Alta y ubicó en el once titular hasta siete fichajes. Ángel López, Aythami Artiles, Xabi Castillo, Apoño, Masoud, Juan Carlos Valerón y Carlos Aranda saltaron de inicio para marcar, a fuego, el inicio de un nuevo ciclo.

Y fueron Aranda y Masoud, con la colaboración del mago de Arguineguín, los que firmaron una acción de lujo que remató de cabeza el iraní para poner en franquicia a los amarillos. Fue la primera vez, en este curso liguero, que los amarillos remaban a favor de corriente en su estadio, ya que ante Deportivo (0-1) y Éibar (1-1) hubo que apelar, sin éxito, a la épica.

Con todo el arsenal sobre el césped, la UD tardó media hora en tomarle el pulso al encuentro. El Jaén lució su agresividad, hasta 14 faltas en el primer acto, y tiró de furia para engordar el desconcierto. Sin ceder ni un centímetro a Valerón, Óscar Quesada gobernó a sus anchas la contienda, y le ganó, de forma momentánea, la batalla al marqués Apoño. Y a los nueve minutos, Vicente Gómez, a la media vuelta, completó el primer gramo de peligro para los de Lobera.

Una combinación entre Xabi Alonso, el mejor de los amarillos, y Masoud -que hizo un caño a Kitoko imperial- trazó las coordenadas de una tímida recuperación. Tras el ´shock´ del primer asalto, la UD comenzó a dejar su sello. Se silenciaron los pitos, Apoño, escoltado por Vicente Gómez, y sobre todo Xabi Castillo, lideraron la resurrección. Y bajo el asedio, surgió la mística de la eficacia. En su tercera aproximación, Nauzet cedió para Valerón, que encontró el arte callejero de Aranda. El delantero, que fue una pesadilla para los zagueros Dani Torres y Servando, controló con el pecho y fabricó un centro medido al segundo palo. El mediapunta de Arguineguín se quedó a medias del remate, pero Masoud apareció como un tren de alta velocidad, para hacer el único gol.

Petróleo para la UD. Abrir la lata liberó al equipo isleño, que comenzó a tocar con maestría el esférico. En ese arte barroco, Xabi Alonso fue el mejor, el más brillante. Generoso en la entrega, y siempre voluntarioso en el carril zurdo, cada cabalgada del defensa de Durango era una puñalada para el Jaén. El equipo andaluz no encontró la manera de frenar a un rival desatado, Dani Torres tuvo que placar a Aranda -minuto 39-, al borde del área y Sagués Oscoz decretó una falta con veneno. Xabi Castillo firmó un golpeo excelente que se marchó rozando el travesaño de la portería de Toni García.

Del éxtasis a la parálisis. Los amarillos, tras completar catorce minutos de desborde y osadía, con un Nauzet Alemán inspirado, apagaron el ordenador. En el tiempo de añadido del primer acto, los de Lobera desertaron y de nuevo Víctor Curto pudo batir a Barbosa. El argentino sacó una mano prodigiosa y recibió un golpe en su rostro y tuvo que ser atendido. Llegó el descanso, con una UD que ofreció dos caras antagónicas. La de un equipo contemplativo a un volcán de talento. Solo fue preciso un cuarto de hora, para aniquilar al Jaén. Masoud, Nauzet, Valerón y Aranda dieron un recital de tacones y magia. Se sentaron las bases del nuevo proyecto, que por fin, gobernaba un partido en el marcador. Una victoria con agobios, pero merecida al cien por cien.

El Jaén confió la remontada al tinerfeño Edgar, un extremo endiablado, que mantuvo un pulso interesante con el sureño Ángel López. Kitoko, que había actuado de mediocentro junto a Machado, pasó a jugar de lateral derecho. El equipo visitante apostó fuerte por el empate, se defendió con una línea de tres hombres y cedió su alma al diablo. Un ejercicio de valentía.

Con Apoño como director de orquesta, el central Aythami Artiles, tras una asistencia genial del ex del Zaragoza, tuvo la sentencia en su bota. El balón salió desviado por unos centímetros, en una acción, que se gestó tras la enésima cabalgada de Xabi Castillo, que fue derribado por un defensa rival.

Valerón regaló un taconazo de libro para Aranda, y Apoño, aplaudido por el Gran Canaria, probó fortuna desde más de cuarenta metros. Un misil que merecía la gloria. La UD recuperaba la sonrisa y acariciaba el jaque mate. Pero surgió el primer problema, a la hora de juego, por una lesión muscular sin aparente gravedad, Vicente Gómez pidió el cambio y se marchó bajo un mar de aplausos.

El descanso del embajador

Entró Tato, que se alineó con Carlos Aranda para afrontar el tramo final del duelo con dos puntas, ante un Jaén kamikaze. Óscar Quesada tomó el timón de un equipo al alza, que nunca se entregó. En parte, por la candidez amarilla, y por una falta de gol alarmante.

En el minuto 74, se produjo una circunstancia de relieve y de impacto. Juan Carlos Valerón, el embajador de magia del nuevo proyecto, era sustituido por primera vez en este curso liguero. Entraba Javi Castellano para aportar solidez a la zona de creación. Aranda también abandonó el campo de combate, y recibió un guiño de la afición amarilla, que también rindió tributo al cohete Asdrúbal.

En la última curva de una batalla de trincheras, la UD desaprovechó dos contras plácidas para ampliar la ventaja. En la primera, Tato se enredó con el balón y el meta visitante García le dejó sin espacios. Asdrúbal, algo escorado, no fue generoso, con el murciano, en el siguiente fotograma. Y ante la falta de contundencia, Israel, de cabeza, probó los reflejos de acero de Barbosa, que siempre aparece como un ángel. Lifting y victoria. No hay techo para la nueva UD, que apunta al cielo de la tabla.