¿Cree que hubo un antes y un después en el baloncesto grancanario tras el ascenso del Claret Mutua Guanarteme a la ACB?

En aquel entons ya había mucho baloncesto en Gran Canaria y, además, funcionando con continuidad. La llegada del Claret, en mi opinión, significó abrir una nueva puerta al baloncesto de máxima categoría nacional y la aparición de un tipo de estructura de club a un nivel superior, porque cuando los clubes se organizan mejor, el nivel del baloncesto mejora. Sí hubo un antes y un después con respecto a los medios de comunicación, que con el auge del Claret le dieron un impulso al baloncesto, y con ello también una divulgación importante al resto de categorías inferiores y al deporte de base.

¿Cómo recuerda aquella temporada, tras su llegada al Claret?

De aquella temporada sólo me quedan buenos recuerdos. Los que estábamos en aquel equipo nos acordaremos de los partidos de casa, donde la afición nos lo daba todo, de los duelos contra el Náutico de Tenerife o el Caja Bilbao y de todos los viajes a la Península, que en aquel entonces eran mucho más difíciles. En este sentido, el delegado del equipo, José Luis de Santa Ana Chechi, era fundamental en los desplazamientos. También del cuerpo técnico. Hay que mencionar a Andrés Mateo, que llegamos juntos, e hizo un trabajo espectacular como preparador físico, y a Cecilio Castellano, delegado de campo. Recuerdo que el equipo hizo muy buenos partidos en canchas como las del Liria, el Gijón, el Manresa€ O el último de todos que jugamos en Madrid, contra el Dribling, donde se consiguió el título de campeón de Primera B. Un título importante que se consiguió después de sabernos ascendidos.

Y del partido que le enfrentó al Nissan Maristas y el posterior ascenso, ¿qué recuerda?

Si ganábamos significaba el ascenso matemático a División de Honor. Recuerdo que antes del partido había bastante tensión. Y también que nada más terminar todo se convirtió en una fiesta. Pero si le digo la verdad, sé que ganamos, pero no me acuerdo demasiado de cómo fue el partido.

¿Le sorprendió la gran entrada que registró el Pabellón García San Román?

Hay que decir que la afición se volcó durante toda la segunda vuelta, a medida que el equipo iba consolidando sus aspiraciones. Lógicamente, el día que se podía conseguir el ascenso el ambiente iba a ser especial. Y así fue.

A nivel individual, en aquella plantilla, ¿qué jugadores fueron clave para conseguir el ascenso?

No podría decir uno solo. Me acuerdo de Luís Martín Saa, que aguantó con sus problemas de espalda hasta el final de temporada antes de operarse. De Paz Talán, un jugador laborioso que era la entrega personificada. Berdi Pérez, que se incorporó tras la lesión de Nacho Pinedo y debutó a mitad de temporada contra el Caja Bilbao. De Antonio Maldonado, que jugaba con nosotros durante su periodo militar en la Isla y dejó huella por su calidad personal. Y de otros como Subías, Beltrán o Ruiz Maldonado. Recuerdo la labor que hicieron los jugadores de club como el querido Eduardo Polo, que en paz descanse, o Ángel Turégano, que había estado en el ascenso desde Segunda División del año anterior. Y también la gran temporada que hicieron Titi García y Paco Garza.

¿Quién le llamó para que sea usted el entrenador del Claret? ¿Su contratación fue rápida o tardaron para convencerle?

Yo estaba entrenando en los Salesianos y fueron a hablar conmigo Agustín Medina, Nano Morales, que en paz descanse, y Mamé Padrón, directivos del Claret en ese momento. Me comentaron que el club había cesado a Townsend y que estaban buscando un nuevo entrenador. Hubo acuerdo y al día siguiente, por la tarde, ya fui a conocer a la plantilla, después, lógicamente, de hablar con el Salesianos. Un asunto que todavía no entiendo es que esos tres directivos que hablaron conmigo ya no estaban en el club cuando yo llegué. ¿Qué ocurrió?

¿Le costó dejar a su club de toda la vida, el Salesianos?

La verdad es que no hubo ningún problema. En el Salesianos entendieron la situación y la oportunidad que significaba. Además, se acordó que el equipo tuviera continuidad con Santiago Santana como primer entrenador. Además, la temporada siguiente a la del Claret volví a entrenar con ellos.

¿Qué importancia considera que tiene o merece en la historia del Gran Canaria?

Ninguna en especial, sinceramente. La misma que pueden haber tenido todos los entrenadores y jugadores que pasaron por la cancha de Rabadán, la del colegio Claret de toda la vida. No lo digo por decir, en aquel club hubo jugadores importantísimos que muchos ya no recuerdan, y entrenadores como Manolo Barrosa o Paco León, que hicieron un gran trabajo.

Usted, que siempre trabajó la cantera, ¿piensa que es la gran olvidada ahora mismo en el baloncesto de Gran Canaria?

Creo que no, que hay bastantes clubes que cuidan y trabajan su cantera de manera excelente. Sí se podría decir que, en ocasiones, los grandes clubes lo hacen con un celo excesivo, acaparando demasiados jugadores y haciendo descender el nivel de competitividad en las distintas categorías.