El portador del virus para la redención. Cambiar pitos por aplausos es la especialidad de un mimbre en estado de gracia. En los méritos contraídos por el extremo zurdo Momo (700 minutos en esta campaña en 14 partidos), titular en las últimas tres jornadas, y líder de la UD de Sergio Lobera, respira un gen combativo que ha terminado por convencer a la grada. Los fieles amarillos se han rendido -el de Las Torres ha sido ovacionado en sus dos últimas actuaciones en Siete Palmas ante Girona y Lugo- al nuevo rey. Su expediente es un viaje en un AVE de alta velocidad del banquillo -ha estado 12 jornadas de suplente y sin participar- a la condición de actor estelar. "Esta Liga es muy larga, llevaba la mitad de la temporada sin continuidad pero siempre entrenaba fuerte todos los días. Hay que estar preparados; me llegó la oportunidad y toca abrazarla", valoró ayer el atacante, que llegó a quedarse fuera de la lista por decisión técnico al inicio de Liga.

Trabajo, entrega, disciplina y paciencia. Momo desvela la ecuación mágica. "Aquí todos somos muy importantes y cada uno tiene que aportar su fútbol. No he pasado buenos momentos durante la temporada [fue sustituido en el descanso del derbi ante el Tenerife en el Heliodoro y que terminó 3-0]. El fruto te lo da el trabajo, aporto mi experiencia y tenemos que presionar como nunca. El ascenso se decidirá en los últimos 4 partidos".

Abraza su mejor versión, la que catapultó al Xerez a Primera, donde se mezclan su habilidad con el esférico con su faceta más agresiva en tareas defensivas. Y en su ascensión al Everest de la titularidad, admite que la escasa pegada y la falta de resultados genera "ansiedad". "Y más cuando pasan los minutos y ves que no llega ese gol. Si lo logras, el partido cambia radicalmente y te quitas un peso de encima".

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