La Unión Deportiva asedia la portería de Nauzet Pérez y, con ello, ronda el gol como un galán persistente mediada la segunda parte. Insiste una jugada tras otra; control, ataque, desborde y llegada. Primero lo hace Aranda, entre líneas, después aparece Masoud que busca la escuadra, Tana que dispara y el ´uy´ que se instala de manera constante en la grada del Gran Canaria. Entonces, de pronto, sucede. Es magia. Las estrellas se alinean. Se rompe el cerrojo y llega el gol, el segundo, el de la tranquilidad; y, después, la sentencia. La bola besa la red, la grada canta y la Unión Deportiva se abraza sobre el campo antes de retirarse a los vestuarios con la mayor ovación de la temporada. Partido sentenciado y a disfrutar.

La Unión Deportiva Las Palmas, en ese crecer constante y firme que ofrece desde hace una mes, brindó ayer un regalo a su afición con una victoria rotunda sobre el Sabadell. El respetable amarillo lo necesitaba. La afición del Gran Canaria ha sufrido en exceso durante la presente temporada en un recinto que hasta ayer solo había presenciado cinco triunfos de su equipo, con seis empates y cuatro derrotas. Muchas veces, el gesto torcido. Y pocas cosas hay comparables, para un aficionado, que la sensación cálida y serena que acompaña al triunfo de sus colores. Después del sufrimiento, llega el desahogo, el orgullo y la felicidad completa de ver a un equipo, el propio, que juega, que marca y que enamora. Entonces llega el quinto, la manita, y lo marca un canterano: éxtasis.

El equipo de Lobera arrolló por completo a su rival en un partido que dominó de principio a fin. Hubo buen juego, entrega, carácter, desborde, toque, lucha y gol, mucho gol; ingredientes todos ellos que hicieron que el fiel seguidor se retirara de su asiento con un tema en la boca: el mejor partido.

Los méritos de este triunfo están ampliamente repartidos para volver a certificar que son los jugadores, en lo bueno y en lo malo, los protagonistas y responsables del éxito y el fracaso. Ayer, Aranda fue un ancla frente a lo que nada pudieron hacer los rivales. Ya fuera de espaldas o en carrera, ganó el duelo para surtir de balones de gol a sus compañeros en la ofensiva amarilla. Además, los canteranos Tana y Asdrúbal, dos jugadores que se completan -lo que no tiene uno lo tiene el otro-, fueron dos misiles. Masoud se reencontró con el gol y su calidad ilimitada. La defensa fue firme y Valerón se erigió en timón para gobernar el navío en el centro del campo. Todos los jugadores estuvieron bien pero uno lo hizo de manera especial.

En un partido con cinco goles, un hombre en la contención brilló sobremanera. Javi Castellano no suele ser un jugador de florituras, uno que arriesgue o que se recree en la estética, pero ayer, por momentos lo hizo, porque se gustó. Ejerció de ´stopper´ junto al mago Valerón y aportó el equilibrio y la recuperación que en él es un de sus características. Pero ayer hizo mucho más. Tomó el balón, levantó la cabeza. Con calma, buscó el control orientado para eliminar rivales, otear el horizonte y buscar siempre la mejor opción. Así encontró a Aranda en la jugada del primer gol. Fue el día en que Javi Castellano se vistió con el 21 de Valerón. Y a todas estas aún no ha renovado.