Carnicería en el escenario maldito. 33 faltas y fin a la dinámica del invencible. La UD mordió el polvo, 51 días después de su naufragio ante el Jaén (15 de febrero en La Victoria), ante la furia y garra de un Alcorcón salvaje. Sin contemplaciones, con un cuchillo entre los dientes, los pupilos de Bordalás impusieron su necesidad ante un cuadro isleño que quedó marcado por el infortunio en un partenón macabro. Cuarta derrota consecutiva, desde la 2010/11, del cuadro isleño en Santo Domingo. El cementerio más tenebroso para los intereses del escudo isleño.

Cayó el bloque de Sergio Lobera, víctima de sus pecados capitales, pero también sin dar con la fórmula para frenar la agresividad de un rival encendido por la ira. Con sangre en los ojos. Hambriento y sin pudor, el navío madrileño puso fin a su sequía. Seis meses después volvió a saborear un triunfo. Y lo hizo al límite, haciendo ostentación de una propuesta primitiva pero efectiva. Confirmando que el nivel de esta Segunda está por los suelos. Manda la fortaleza por encima de la magia.

En la otra trinchera, un equipo grancanario superado por los factores externos, desquiciado por el colegiado. La ocasión malograda por Carlos Aranda -en los primeros segundos, tras un gran pase de Momo- y el despiste en el definitivo 2-0, de Javi Castellano, tras un pase comprometido de Mariano Barbosa, no son responsabilidad del colegiado murciano Sánchez Martínez. El número de faltas del bloque local, cifrada en 33, sí es una responsabilidad de un juez tolerante y cómplice con las malas artes de un Alcorcón que trituró la partitura de Valerón a base de patadas. Sacar del mapa al poeta del balón era la consigna de Bordalás. Tampoco anuló el primer tanto de Babín, que siembra dudas, pero no mostró la segunda amarilla a Aythami Artiles, que parecía evidente en el primer acto.

Frenar al invencible. La máxima que cumplió el Alcorcón con un recital de coraje. Una roja excesiva y lapidaria (la que vio Aranda en el tramo final del primer acto y dejó a la UD sin estilete) y una lista infinita de faltas fueron las dos losas insalvables. Una y otra vez, los de Bordalás congelaron el glamour. Coto a la magia. De esta manera, provocaron un cortocircuito en la sala de máquinas. Con Valerón sin cobertura, marcado con fiereza por Sanz y Mora, Lobera decidió variar el sistema. Y acertó.

Retiró en el descanso al lesionado Ángel López y al Flaco, para apostar por la serenidad de Deivid y la capacidad de creación de Vicente Gómez -que se alineó junto a Javi Castellano-. La UD se defendió con disciplina y supo contener el huracán madrileño. Asdrúbal se quedó como único punta, respaldado por la fantasía de Momo y Masoud. A la espera de que sonase la flauta, en inferioridad numérica, los de Lobera dieron la talla en el templo maldito. Pero no acertó Benja -entró por Aythami-, en la única ocasión en el segundo tiempo. Solo ante el portero Dani Giménez, a falta de un minuto, al barcelonés se le apagó la luz. A pesar del descosido, la UD contó con dos clarísimas ocasiones -la citada de Benja y la de Aranda-. Una al inicio y otra al final del pulso.

Escenario propicio

El polémico tanto de Babin y las cinco cartulinas que vieron los de Lobera [Xabi Castillo (12´), Javi Castellano (15´), Momo (17´) y Aythami (25´)] en los primeros 25 minutos allanaron el terreno para un Alcorcón en su salsa. Las miserias del conjunto de Bordalás, que solo había ganado tres partidos en su fortín con 10 tantos a favor, se esfumaron ante su partido soñado. Jamás manejaron el factor de la ansiedad, las prisas siempre fueron para la UD. A remolque desde el primer suspiro, la roja de Aranda y la actuación de Sánchez Martínez completaron la nómina de despropósitos para el invencible que puso fin a su racha. Nada salió como se esperaba. De desastre en desastre, se cayó con honor gracias a un pletórico Barbosa.