Adiós a la roca y al rugir de la caldera. Cinco testimonios de la marea amarilla desnudan en su última visita al templo mágico las claves de un escenario con gancho. Entre el pesar y la esperanza, cierran la puerta. Lágrimas en el punto y final a 26 años de batallas. Fin al parque temático de las hazañas imposibles. De la fidelidad de Javier ´Malaguita´ Cienfuegos, taxista de profesión y abonado al cuadro claretiano desde 2003, y que forma parte de la Peña Riqui Raca, a la admiración de la norteamericana Jenna Seiler. Versos de pasión por un parqué con encanto que ya es historia.

Los 40 minutos del último partido de Liga Endesa en el Centro Insular ante el Valencia Basket Club fueron un viaje en primera clase por los capítulos más hermosos del club claretiano. Y tras la derrota, lluvia de flashes. Era preciso retratar los últimos latidos del partenón claretiano antes de la mudanza al Gran Canaria Arena.

"Aquí hemos pasado media vida, siempre pegados al tambor para alentar al equipo. Es una jornada emotiva, en la que te duele marcharte. Dejas parte de tu alma", confiesa el ´Malaguita´, el MVP del CID.

El fiel más fiel de los fieles. Residente en Valsequillo, su rostro forma parte de la historia viva del Centro Insular. Ayer, tras el duelo, se abrazó con Nacho Martín. Y a las 14.17 horas, se marchó con su tambor a otra parte. "Damos un giro hacia el futuro, tendremos un pabellón de vanguardia pero no tendrá esta mística", realza. Se queda atrás parte del escudo. "La historia de más éxito y una lista infinita de jugadores van ligados a este escenario. Se te encoge el corazón".

Jesús Doramas es otro catedrático del aliento. Incondicional del ´Granca´ desde que jugaba en Tamaraceite, fue testigo del salto al Centro Insular (el 22 de octubre de 1988 jugó el primer encuentro). De Stewart a Carroll. Su cabeza es un disco duro con canastas de seda.

"Te afloran muchas emociones; he asistido a una infinidad de partidos y siempre apoyando a nuestro equipo hasta el último segundo -como ayer ante el Valencia-. Desde Tamaraceite, siendo niño, a la actualidad, ya como adulto en esta edad de oro del ´Granca´ nunca he faltado. Ni por una gripe. En total, casi 30 años en este pabellón y es como si te fueses de tu casa. Lo haces con pena pero con la cabeza alta. Lo mejor está por venir. La nueva casa nos traerá títulos y el salto definitivo para formar parte de la elite nacional del basket", concreta el abonado. Mira al videomarcador y vuelven las escenas de caviar. "Cuando ganamos al Laboral Kutxa en este pabellón en el segundo partido de los cuartos del play off por el título -en 2013-. Luego llegaría la sentencia y pasaríamos a las ´semis´. Los tiros libres de Savané, lo que hemos sufrido para entrar en la Copa, arbitrajes nefastos, Morton, Vandiver, Jim Moran, Roberto Guerra...", rememora emocionado. Jesús Doramas mira a la canasta. "Hasta siempre".

De padres a hijos

Octavio García, abonado de 28 años, regenta un bar. El ´Granca´ es el motor de su vida. Junto a su hijo Iván de 3 años vivió la última canasta de Oliver. "Este club lo ha sido todo, he estado en fases finales de la Copa y este ambiente familiar no se ve. Llevo siete años de abonado y dejar el CID no es malo. No estoy triste, es ley de vida". Su pasión es el mejor legado para su hijo Iván. El relevo generacional está sellado.

Mónica Cabrera, de 23 años, ha seguido al ´Granca´ desde Polonia cuando cursaba Derecho. "Temo que el cambio de cancha no asegure que se respire este calor y presión tan especial para los rivales. Es la duda que me queda". Señala a Beirán como el mejor embajador del club. Y la norteamericana Jenna Sailer, también de 23 años, coloca al CID la etiqueta de joya planetaria. "Es de locos, nunca he vivido algo así en mi vida, ni siquiera en Estados Unidos. Es increíble, la gente es aquí muy apasionada; haber formado de este día histórico es emocionante". Foto de rigor y rumbo al glamour de Siete Palmas.

Adiós con derrota. Lluvia de pitos para los árbitros Pizarro, García Ortiz y Planells. ´Manos arriba, esto es un atraco´, el último latido de la caldera. Los héroes se despiden y los fieles saltan al parqué. Devoción ante la Meca del CID. La roca es ahora una fortaleza en silencio.