Abatido tras perder, en un inesperado giro del destino, la posibilidad de ascender a Primera División, Miguel Ángel Ramírez aún tenía fuerzas ayer para retar a la mala suerte. "Volveremos con más fuerza", aseguraba el presidente del club amarillo al mismo tiempo que revelaba que "si hubiéramos subido, después del partido habría anunciado mi dimisión. No voy a ocultar que estoy dispuesto a hacerme a un lado si alguien quiere tomar las riendas del club, pero también quiero dejar claro que ahora tampoco voy a dejar tirada a la entidad", añadió.

El mandatario confirmó que el miércoles -mañana- ofrecerá una rueda de prensa en la que revelará parte de la hoja de ruta que definirá el rumbo del nuevo proyecto de la Unión Deportiva. "Si estoy al frente del club", apuntó, "llevaremos al equipo a Primera tarde o temprano". Ramírez, además, pidió apoyo a los seguidores tras el palo encajado contra el Córdoba CF. "Es el momento de dar un paso al frente porque no podemos afrontar una temporada con ocho o diez mil abonados. Si la afición quiere contar con una plantilla que ilusione, ahora es el momento de unirse", subrayó.

Ramírez, sobre los incidentes, quiso destacar que "el club cumplió con todos los requisitos que se nos pidieron en la comisión de seguridad, donde la última palabra la tiene la Policía Nacional". El dirigente de la entidad de Pío XII reveló que "se nos pidieron ocho vigilantes y, por decisión nuestra, contamos con cien". "Además", recordó, "tanto el día antes del encuentro, a través de nuestra página web y de diferentes medios de comunicación, como por megafonía durante el encuentro, pedimos a nuestros seguidores que, pasara lo que pasara, no saltaran al campo".

La apertura de las puertas en las gradas Sur y Curva, cinco minutos antes del final del pulso entre el equipo amarillo y el Córdoba CF, figura en el informe policial como uno de los puntos negros de la gestión realizada por la UD Las Palmas en cuestión de seguridad. Ante la acusación del cuerpo de seguridad del Estado, Ramírez señaló que "tanto en el Insular como en Siete Palmas siempre se han abierto las puertas unos minutos antes para que los aficionados que quieran evitar atascos pudieran salir sin agobios". Para la cita del domingo, según expuso el presidente, "se decidió cambiar la rutina y no abrir las puertas hasta tres o cuatro minutos antes del pitido final y sólo se llevó adelante cuando nos dieron el visto bueno. Jamás imaginamos que fuera del recinto hubieran personas dispuestas a perjudicar al equipo y a sus aficionados cuando el sueño de regresar a Primera División estaba tan cerca de hacerse realidad".

Cambios en las medidas

"A partir de ahora no abriremos las puertas, eso lo tenemos claro", avisó ayer Ramírez. "Asumimos nuestros errores", añadió el presidente de la UD antes de reconocer "nuestra responsabilidad en todo lo sucedido en el estadio".

El mandatario aseveró que tras la primera invasión "mi miedo era que el árbitro suspendiera el partido de forma definitiva. Porque si era así", explicó, "nos daban el encuentro por perdido. Mi prioridad era tranquilizar al árbitro. Se lo pedí a mi gente para centrar el esfuerzo en el foco de la grada Sur y poder reanudar el duelo, pero lo que nadie esperaba era que el Córdoba, en su primera ocasión clara de gol, marcara", lamentó Ramírez.