Ensayo y error. El método científico no se equivoca. Se trata de probar una alternativa y ver si funciona. Es un precepto básicos y fundamentales que en el camino al éxito de Las Palmas -en la Copa, ante el Mallorca y en el día de las pruebas- dejó una alternativa a descartar. Ganó la UD, 2-0, sencillamente porque es mejor y en el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

Corren tiempos felices. Atrás quedaron las guerras intestinas, la falta de estabilidad en el banquillo y los jugadores bajo sospecha. El navío amarillo, con Paco Herrera como timonel, navega ahora por aguas tranquilas en la Segunda división y eso repercute en el juego, en la intensidad y rendimiento y, por supuesto, en los resultados; con los amarillos en lo alto de la clasificación. Pero llegó la Copa, un torneo sin interés ni futuro. Una competición vista y entendida como una piedra en el zapato y la cosa cambió: como la noche y el día.

Ayer, en el segundo encuentro de la temporada en Son Moix, el duelo frente a los pupilos de Karpin suponía una feria de talento y oportunidades. Herrera lo dejó claro en la previa. Quería probar nuevos sistemas y a los menos habituales. "Quiero que me demuestren que me equivoco con ellos", aseguró. Y los meritorios tomaron la alternativa con un centro del campo que pasó del trivote a un doble pivote con muchos espacios can Valerón en la mediapunta y ante las subidas de Vicente.

No jugó Araujo, Nauzet o Javi Castellano, pero sí lo hicieron, entre otros, Valerón, Guzmán, Roque, Marcelo, Christian, Vicente o Casto. No es poca cosa. Todo lo contrario. Pero la imagen y sensaciones fueron bien distintas. El Mallorca tomó el mando. Mientras, Valerón jugaba como el hombre más adelantado con Artiles casi siempre a su espalda y Benja con mayor presencia por el ala izquierda. Roque y Vicente buscaban la recuperación pero se vieron desbordados y sin salida. Fue una primera mitad plomiza y aburrido. Apenas sin tiros: una falta lejana del central Jesús, un disparo cruzado de Guzmán y un córner con cierto peligro. Las Palmas, por momentos, se mostraba evidente, como un mago al que se le ven todos los trucos. La prueba de Herrera con dos centrocampistas puros en la medular no daba resultado y Valerón tuvo que bajar a buscar el balón.

En el minuto 20, Company perdonó el tanto del Mallorca tras trazar una diagonal que ningún amarillo -con caño sobre Jesús- supo parar. El bermellón disparó fuera. El equipo balear era superior. Llegaban al área aunque lo hacían sin peligro. Mientras, el ataque de la UD, sencillamente, no existía. Valerón estaba desaparecido. Ni tres pases consecutivos conseguía dar la UD sin perderla, hasta que en el minuto 34 Vicente Gómez culminó con un disparo potente una jugada que empezó con el toque, por primera vez, y acabó con varias perdidas los locales. Sin intensidad, el espectáculo y la emoción parecían rehenes en Son Moix.

Un paso adelante

La segunda mitad comenzó con una jugada maradoniana de José Artiles, con la bola cosida al pie y esquivando contrarios hasta presentarse y perdonar ante el portero. El joven mediapunta cruzó demasiado su disparo. La UD era otra. Presionaba arriba y movía el balón con criterio a partir de pases cortos y precisos. El partido había perdido el corsé y a los ocho minutos el Mallorca pillaba la defensa descolocada por la banda de David Simón. Sin embargo, Marcelo recuperó el cuero y la UD lanzó la contra por medio de Vicente. El cuero llegó a Valerón en el área y este jugó con Artiles antes de que Guzmán aprovechara el pase atrás, con toque de Benja, para batir a Cabrero a placer. Con poco ganaba Las Palmas en Mallorca.

El equipo de Karpin adelantó sus líneas y empezó a arriesgar al verse eliminado. La UD esperaba entonces el momento de jaque mate a la contra. Herrera apostó entonces por Héctor y Leo. Antes había marcado el Mallorca tras un saque de esquina pero el tanto fue anulado justamente por fuera de juego en el remate de Joao Víctor. El equipo de Karpin lo intentaba sin éxito, como si les faltaran letras en el abecedario. Mientras Héctor tuvo una oportunidad en el minuto 28, pero su disparo en carrera resultó demasiado blando.

El Mallorca seguía insistiendo. Y Markovic tuvo un remate claro, tras un jugada ensayada en un saque de esquina, en la que conectó un disparo potente desde el vértice del área. Su intento se marcó a escasos centímetros de la escuadra del debutante Casto. A falta de 10 minutos, Valerón dejó su lugar en la medular al central Aythami y Son Moix le tributo la correspondiente ovación. Había que defender. Sufrió la UD con su portería simulando un frontón hasta que el joven Leo firmó la sentencia.