Bajo el resplandor de un sello demoledor, el que desprende una UD Las Palmas de acero que lidera la tabla, respira el guerrero impaciente. Dani Castellano (Las Palmas de Gran Canaria, 26 años) cuenta las horas para volver a la batalla. Disputó su último partido el pasado 30 de marzo ante el Sporting de Gijón en el Estadio de Gran Canaria (32ª jornada), y desde aquella fecha parece azotado por una maldición. Una lesión en su pie izquierdo le ha mantenido fuera de combate todo el tramo final del pasado campeonato [10 partidos de Liga y los cuatro del playoff de ascenso ante el propio conjunto asturiano y el Córdoba]. Tras recibir el alta, recibió el segundo mazazo. Una recaída que le ha mantenido en el dique seco en este inicio de curso [las 4 primeras jornadas de Liga más la disputa de la segunda eliminatoria de Copa del Rey en San Moix].

El pasado viernes, el futbolista isleño se sometió a más pruebas para marcar la estrategia final de cara a su recuperación. Más datos para ver la luz. Se está a la espera del informe determinante que puede significar, en el mejor de los casos, que puede acortar los plazos. Afronta unos días claves, que pueden significar el final del calvario.

Cabe reseñar que en las últimas cuatro semanas, el lateral zurdo, que también puede actuar de extremo, no ha tocado balón. Aun tiene dolor en la parte frontal del pie. Ha completado sesiones de trabajo físico sobre la bicicleta estática en Barranco Seco, y una completa tabla de ejercicios en el gimnasio. Todo bajo la supervisión del equipo médico de la UD y del preparador físico Rafa Cristóbal.

En una montaña rusa

Todo comenzó el 1 de abril. Dani Castellano afrontaba un momento dulce. Desbancó a Xabi Castillo de la titularidad y encadenaba 13 encuentros de Liga como el dueño y señor de la autopista zurda. Tentado por equipos de Primera, se centraba en el tramo más importante del calendario. Irrumpió ante el Mallorca (4 de enero) y de forma salvaje deleitó por su entrega. Pero tras tres meses de lucha encarnizada, saltaron todas las alarmas.

"Ha tenido que jugar infiltrado, se retiró lesionado pero somos optimistas. Es un futbolista importante", concretaba Sergio Lobera, técnico de la UD en aquel momento ,y tras batir (2-1) al Sporting. En el minuto 58 tuvo que dejar el césped del Gran Canaria, con el pie visiblemente hinchado. Lastimado, incluso el tobillo, se llevó la ovación tras ser relevado por Deivid. En un principio, y a pesar del oscurantismo con el que se trató la lesión del lateral, se apuntó que únicamente contaban con un esguince -en torno a la zona del tobillo-.

Pero el 11 de abril, dos semanas después de su lesión, se anunciaba por parte del club que quedaba ´ko´ para el final de temporada. Una pérdida sensible. Se le diagnosticó una fractura por estrés del escafoides del pie izquierdo, así como sería sometido a más nuevas pruebas radiológicas (TAC). Fue un torpedo en la línea de flotación de la UD. Adiós al activo más en forma de toda la zaga para el asalto definitivo por el ascenso a Primera.

Del césped a la banda. Dani Castellano se esfumó de la primera línea de combate. Y entonces lució su arista de gladiador. Se esforzó de forma titánica para acortar los plazos, e incluso se sopesó que podría llegar para la disputa de la última eliminatoria ante el Córdoba -en el final del mes de junio-. El cuerpo médico determinó imponer la cautela y un tratamiento conservador. Xabi Castillo, que también estuvo lesionado, tuvo que salir a escena a marchas forzadas. El pasaporte para el playoff, la eliminación del Sporting, el infierno del 22-J... Todo lo vivió Dani desde la grada. Testigo silencioso de un final de competición que formaría parte de la historia más negra de la UD. Y lo hizo en un segundo plano por culpa de una dolencia maldita, que aún castiga a uno de los canteranos más polivalentes que respira en el vestuario de Paco Herrera.

Fichaje para la nueva era

El 19 de julio arrancó la pretemporada. Su retirada, bajo un manto de lágrimas ante el Sporting, ya formaba parte del pasado. Una imagen enterrada en su memoria. Paco Herrera contaba con Dani para el lateral zurdo, una demarcación que ganaba crédito con el fichaje de Christian. Más competencia. Tras explicar su renovación -su contrato terminaba en junio del 2014-, "me lo dictaba el corazón", sufrió los excesos de la pretemporada. Preso de los avatares del tramo más exigente, recayó de su dolencia. Y hasta la fecha, sigue buscando una luz. Su lucha, en silencio, es el retrato del sacrificio.