Morir contra el muro perfecto. Crónica de una lucha cruenta ante una telaraña infernal. La UD, con el octavo tanto liguero de Sergio Araujo, firmó su primer empate del curso en el Gran Canaria ante un Sporting que dio una lección de rigor defensivo. Un punto amargo, insuficiente ante los méritos mostrados en el césped, para un equipo amarillo que puso sobre el escaparate a su adquisición de más enjundia. Culio, el emperador, unas horas después de tener el transfer provisional, jugó de inicio en su estreno de amarillo. Cuatro meses de después de su último partido con el Al Wasl de Emiratos Árabes, y más de 40 días después de presentarse de amarillo, el argentino convenció por furia. Hay artista para la sinfonía de Herrera.

Jony, en el primer disparo a puerta del Sporting, puso en franquicia a los visitante (40´), pero tras el descanso llegó el vendaval. Tras la roja de Juan Muñiz (52´), la UD se desmelenó con las entradas de Juan Carlos Valerón y Guzmán. Sobre todo con el extremo, que hizo estragos a la retaguardia asturiana con sus penetraciones. Pura osadía y un registro vertical ausente en el primer acto. Remató el bombardeo Héctor Figueroa, que entró por Simón (72´) para estirar la dictadura amarilla. Marcó Araujo (78´), con la estrecha colaboración del pistolero grancanario, que arrastró a los centrales. El propio Héctor, sobre la bocina, malogró la mejor ocasión, tras recibir un pase de oro de Javi Castellano. El misil lo despejó Cuéllar en una parada que evitó la derrota gijonesa.

El rostro de desesperación del ariete grancanario, en un césped maltrecho, fue la imagen definitiva del cruento desenlace. Pletórico en la entrega, el que fuese pichichi del filial en la pasada campaña, tenía el final soñado en su bota pero se apagó la luz. Ahí se esfumó una victoria merecida por insistencia. Pero faltó imaginación.

En la batalla de las canteras, en el pulso entre la factoría de Barranco Seco y Mareo, la magia amarilla cayó en las redes del catenaccio de sidra. Un misil, un drama. El Sporting, con la ley del mínimo esfuerzo, alcanzó el descanso pletórico, con el máximo botín: 0-1. Un lingote de oro en las alforjas del único invicto de la categoría. El lanzamiento de Jony -minuto 40- desde la frontal, y tras tocar en Javi Castellano, terminó por engañar a Raúl Lizoain para terminar en la red del conjunto isleño. Castigo excesivo tras los primeros 45 minutos. La UD, con dos lanzamientos lejanos -uno de Sergio Araujo y otro de Nauzet-, y una penetración de Ángel que despejó Cuéllar, se desplegó tímidamente pero con más autoridad que el navío gijonés. Pero los visitantes se encargaron de dinamitar la magia a base de faltas y de juego subterráneo [13 faltas en el primer acto]. El equipo de Herrera, que centró gran parte de su ofensiva en el oficio del debutante Culio y en la elegancia del alfil Momo. Con Javi Castellano y Hernán como soportes, faltó caviar y una tonelada de fantasía. Momo, que fue de menos a más, y Nauzet, solo pudo disparar en una ocasión en los primeros 45 minutos, acabaron como testigos mudos de la batalla.

Movimiento clave

Ángel, tras un pase de Culio, se plantó solo ante Cuéllar pero el meta fue un gigante. Aythami frenó a Guerrero, que se empeñó en perder tiempo, pero los amarillos se mostraban inofensivos. Tras el mazazo de Jony, la UD perdió la brújula y lució su arista más caótica. Hernán fue derribado en el área visitante por Bernardo. La roja que vio Muñiz aceleró el ataque total. Invasión atómica. Herrera tocó la corneta: Valerón y Guzmán. El centrocampista agitó el encuentro, fue clave y acabó con el calvario. Velocidad y descaro. Lo que no mostró la UD en el primer acto. En inferioridad, el Sporting defendió aún mejor y tuvo dos ocasiones de Cases, desbaratadas por Raúl, para cerrar el encuentro.Pero fue Héctor el que abrió el cielo. Le puso en bandeja a Araujo el 1-1. Y siguió el acoso y derribo. Bombardeo sin premio. Frustración para la UD más terrenal.