La UD Las Palmas defendió y defendió. Lo hizo tanto y lo hizo tan bien que empequeñeció al Betis hasta reducirlo a la nada más absoluta. Sin embargo, por el camino del rigor táctico y el exceso de prudencia, se olvidó de atacar y cuando lo intentó de verdad con uno más sobre el campo y a falta de quince minutos lo hizo tarde y mal porque lo hizo con prisas. El equipo de Paco Herrera sacó un empate, 0-0, del Benito Villamarín, ganó en consistencia, solidez y probablemente en credibilidad pero no pudo evitar marcharse del coliseo bético con la sensación de haber dejado escapar dos puntos y una oportunidad única de derrotar en su propia casa a un rival directo en la lucha por el ascenso.

Faltó el gol para el sobresaliente futbolístico. Así de simple y extraño al contar con la presencia de Sergio Araujo y Rubén Castro sobre el terreno de juego. El duelo era de pistoleros. Los más rápido en desenfundar de la categoría. Sin embargo, el Chino estuvo muy solo y el grancanario del Betis se encontró con la mejor versión de David García y Aythami. La pareja de centrales de la UD cuenta con la ayuda de un centro del campo portentoso pero el nivel en el que se emplean estos dos futbolistas, cuestionadas por sus fallos la pasada temporada, rozó la perfección. Y es que Paco Herrera ha cambiado la cara de una defensa que parecía desahuciada hace bien poco.

Con la actuación de Ayhtami y David García además de la de Javi Castellano, Hernán, Christian, Vicente y Ángel López en tareas defensivas, al que no se le vio fue al portero Casto que debutó en la Liga, tras ganar la batalla a Raúl Lizoain, como mero observador. Habrá que esperar para verle en acción. Mientras, el primero en golpear fue el argentino Araujo y lo hizo en la primera acción del partido, pisando el área y amagando con el disparo antes de que la defensa bética despejara a córner.

Las Palmas había salido enchufada. Esperaba al rival, le presionaba con agresividad y se adelantaba a todas las acciones divididas para marcar el terreno, recuperar y lanzar balones sobre la carrera de Araujo, un jugador cuya presencia se percibe con el silencio tenso entre el aficionado rival. Mientras, los béticos solo llegaban en acciones a balón parado, pero ahí estaban Aythami y David García. Pero los amarillos abusaban en exceso de las faltas y la primera ocasión del Betis llegó al cuarto de hora en un falta que remató Matilla y detuvo Christian Fernández por delante de Casto. Poco más.

Las Palmas ganaba poco a poco al Betis en ocasiones. Primero con un centro de Nauzet y después con un llegada de Vicente Gómez al que se adelantó el Adán. Araujo seguía generando peligro encarando a sus rivales y sacando centros peligrosos desde la banda. Todos los compañeros, desde Aythami a Nauzet, pasando por Hernán y Vicente, le buscaban una y otra vez. Mientras, Rubén Castro, a seis tantos de convertirse en el máximo goleador en la historia del Betis, no aparecía en el duelo de pistoleros. Surgió la lluvia con un manto espeso a la media hora de partido y tuvo un efecto dinamizador en el juego con tres minutos frenéticos.

En una acción de carambola, tras un lanzamiento de Culio que recuperó Aythami, los amarillos se encontraron con un palo de Figueras y dos remates consecutivos a un metro del arco de Hernán y Aythami que detuvo con fortuna una defensa que simulaba las manecillas de un pinball. En la siguiente acción, los locales probaron fortuna con un tiro lejano de Cejudo -otro examarillo- y, acto seguido, caía Molinero dentro del área. El Betis pidió penalti por un toque de Culio en la pierna de apoyo pero este no existió. La lluvia cesó y el juego se serenó. Y en ese despliegue de idas y venidas, Vicente Gómez sacó a relucir su mejor juego con derroche físico y calidad.

Mientras, a un minuto del descanso apareció Rubén Castro. El delantero controló con el pecho, se orientó el balón y disparó con todo el Villamarín en pie, anticipando un gol tantas veces repetido. Pero surgió una pierna de David García, veloz y oportuno, para lanzarse al suelo y desviar la ocasión.

Sin cambios

Tras el descanso, la UD dudó y cedió terreno. Pero el Betis era incapaz de armar una jugada de peligro. El duelo pedía cambios, ambición y esa quinta marcha que aportan Valerón y Guzmán Casaseca. Mientras, Javi Castellano y Hernán, leones hambrientos del Serengueti, seguían barriendo cualquier ocasión del rival. La UD tuve el gol en una jugada de estrategia anulada por fuera de juego. Y cuando el Betis armaba ya la contra, sin defensas de amarillo, el colegiado mandó repetir el saque. El Betis se desquició y en la siguiente acción, todo se puso de cara para los grancanarios. Perquis vio la segunda amarilla y con 20 minutos por delante, la UD estaba obligada a dar un paso al frente. Pero apenas lo dio. Nauzet tuvo un mano a mano que se perdió en recortes para disparar, después, sin fuerza sobre el cuerpo de Adán. El Betis estaba contra las cuerdas, nervioso y descentrado, pero en la cabeza de Herrera mandaba la prudencia y no se decidía a realizar cambios. En el 34 Vicente conectó con Araujo, pero el linier levantó el banderín en un acción de milímetros. Tras esto, Herrera sí apostó por Valerón con 10 minutos de partido. La UD se volcó sobre el campo rival con el Flaco mandando en el borde del área. Y el de Arguineguín asistió en a Araujo pero éste no llegó por centímetros ante la salida de Adán. Tras esto sí marcó el futbolista de Boca Juniors tras un pase de Culio y esta vez el tanto estuvo mal anulado. Herrera quemó las naves con Guzmán y Héctor pero ya era tarde. La UD desperdició toda ocasión por precipitación y dejó escapar a su presa viva. Las Palmas no supo aprovechar su superioridad y el partido murió. Faltó ambición.