Para seguir invicto en la Eurocup, al Herbalife Gran Canaria le tocó trabajar duro anoche ante un Artland Dragons de perfil pendenciero. A base de triples y mucho acierto, el equipo alemán sometió en la primera mitad (33-40) al conjunto de Aíto García Reneses, que reaccionó tras el descanso a tirones, más por amor propio que por la fluidez de su juego. La victoria (74-63), la cuarta en cuatro jornadas, mantiene al Granca como líder del Grupo B y le despeja el camino para la siguiente ronda de la competición continental: el Last32.

De tanto perder en la Liga Endesa, al Granca le han entrado dudas. En pleno proceso de búsqueda de su propia identidad, justo al inicio del camino y con las piezas aún por encajar, el nuevo proyecto claretiano tiembla como un flan ante el indicio de cualquier problema. Anoche, en la Eurocup, un lugar en apariencia seguro -antes de la cita de ayer había firmado cuatro victorias en cuatro jornadas-, el equipo de García Reneses se colapsó ante el acierto en el tiro del Artland Dragons, un rival menor pero que, de entrada, encontró los aros del Gran Canaria Arena como si tuvieran el tamaño de una piscina olímpica.

Nada más empezar el duelo, Brandon Thomas encontró un atajo para iluminar el camino al equipo alemán. El alero se cuadró en una esquina y clavó, limpio, un triple (3-3, min. 1) que abrió una brecha en la defensa claretiana, incapaz de contener el acierto del adversario desde el perímetro en la primera parte: 8 de 12 en triples (67%). Intratable el Artland Dragons por fuera y colapsado el Herbalife por sus propios temores, los dos primeros cuartos se consumieron siempre al son que impuso el equipo de la Baja Sajonia: si había que correr, David Holston -un base de 1,68 metros de altura- apretaba el acelerador; si se podía percutir por dentro, entre Anthony King y Andreas Seiferth martilleaban el aro local sobre la pintura; y si nada de lo anterior cuadraba, alguien aparecía más allá de la línea de 6,75 metros para embestir al Granca.

Diez puntos de desventaja

Así, mientras el Artland Dragons parecía flotar, feliz entre tantas sensaciones buenas, sobre el parqué, al Herbalife se le notaba incómodo. Cada ataque amarillo era una odisea. Y más por problemas propios que por toparse con una defensa excelsa del contrincante. Al mismo tiempo que el reloj consumía segundos, el conjunto claretiano se descolgaba poco a poco del conjunto de Quakenbrück, feliz en un escenario tan idílico (12-22, min. 9, tras un triple de Lawrence Hill). Ante ese panorama, García Reneses miró al banquillo y movió piezas. Entraron en pista, de manera progresiva, Urtasun, Tavares, Paulí, Oliver y Báez, pero la tendencia se mantuvo hasta el final del segundo cuarto: se jugó a lo que quiso y como quiso el Artland Dragons (33-40, min. 20).

Con todo a favor, el marcador y un rival al borde del ataque de nervios, el Artland Dragons se pegó un tiro en el pie en la reanudación. Manejó mal todas las ventajas que disponía y, poco a poco, sin ver venir el peligro, hipotecó todas sus opciones. Frente al bajón alemán, el Granca elevó su nivel de intensidad defensiva. En eso ayudó la presencia sobre la pista de Ian O'Leary, inédito durante los primeros 20 minutos del encuentro. El alero californiano agitó el juego y, con un par de buenas acciones en ambas canastas -manos rápidas en defensa y letal para culminar los contragolpes-, le dio la vuelta al partido: el Herbalife se enganchó de nuevo al partido (37-40) y el público se sacudió el letargo para empujar al equipo claretiano hacia la victoria.

Si antes, en la primera mitad, el Artland Dragons funcionaba en ataque con la precisión de un reloj suizo, tras el descanso empezó a fallar como una escopeta de feria: dos de 16 en triples. Desactivado por ahí el peligro del rival, el Granca confió en su defensa para crecer. Y ahí fue fundamental Levon Kendall. El pívot de Vancouver se plantó sobre la zona, clavó los pies, agitó las manos, contagió al resto de sus compañeros y al equipo alemán se le hizo de noche: sus líneas de pase se colapsaron, la zona amarilla se convirtió en búnker impenetrable para sus interiores y por fuera naufragó con todo.

Entre Eulis Báez y DaJuan Summers, en el minuto 29, se las apañaron, a trompicones, para que el Herbalife volviera a mandar en el marcador (57-55), ventaja que no volvió a ceder ante un rival que, tras percibir que se dejó comer la tostada, ya estaba fuera de sus casillas y, sobre todo, derrotado (74-63).