Un gol, un cambio, un perdón y una venganza. La estampa histórica de Pucela deja en la recámara un torrente de emociones. Vendaval de fotografías de máxima resolución. JPG de gofio. La UD, líder y el Ferrari amarillo que deslumbra en la categoría de plata, padeció una catarsis emocional en la fortaleza de Zorrilla. El triunfo (1-2), de arista histórica, al tratarse de la primera ocasión que el navío isleño toma Pucela en Liga [tras 18 episodios entre Primera y Segunda], fue un vendaval de matices. El pulso quedó marcado por la fabricación del 1-1. Un tanto, desde los once metros, convertido por Momo [la tercera diana en esta campaña] que desató una secuencia insólita. Herrera, el estratega del milagro, retiró al extremo, tras batir a Varas, y apostó por Guzmán Casaseca. El extremeño llevaba en la banda diez minutos. No saltó antes porque el balón no había salido, y cuando lo hizo era en una acción de córner. Momo, bajo un manto de desencanto, abandonó la batalla y quince minutos después fue Nauzet Alemán el que dejó su puesto a Vicente. El de Schamann, que encadenaba tres partidos en la sombra, vio la luz. Definió como los ángeles tras un pase de Araujo.

En el minuto 74, bajo una tormenta de aplausos, Nauzet, ex del Valladolid dejó Zorrilla. Era el adiós de una figura de peso, con las tablas en el marcador, y el despertar de Vicente Gómez. Venganza de uno de los proscritos del nuevo régimen. El canterano aprovechó los espacios de un Valladolid herido para dar una lección de poderío ofensivo.

Magia con etiqueta industrial

La genialidad de Vicente Gómez sobresale y dispara una colección de adjetivos galácticos. Pero fue Culio, con su paciencia y saber estar, el que conquistó la fortaleza violeta. La UD, con el argentino, gana madurez y aniquila el ánimo revanchista del rival. El Real Valladolid, con Bergdich y Guille, se mostró impotente en el tramo final. Se estrelló una y otra vez ante la muralla amarilla. Aythami Artiles y David García se licenciaron en la zaga isleña.

La UD domina la categoría con suficiencia. Guiados por la brújula y el mando del estratega Herrera, los isleños fusilaron a un Valladolid timorato en el segundo acto. Superados por el Ferrari. La polémica retirada de Momo quedó en anécdota y Nauzet Alemán se llevó la ovación de Zorrilla. Javi Castellano y Roque se disfrazaron de embajadores de criterio. Recital de pundonor desde la medular. Pero fue la gran tarde del emperador amarillo Culio. Marcó el ritmo preciso de un examen de riesgo. El galeón amarillo aplasta al ogro violeta y lanza un wasap a la nómina de pretendientes. Aquí hay un líder.