Dijo hace unos días Ancelotti que todo está controlado, que no hay por qué preocuparse por el bache que atraviesa el Madrid porque el equipo estará a punto cuando llegue el momento decisivo de la temporada. No hay razón en principio para desconfiar de las palabras del técnico italiano, porque ha demostrado de sobra que de fútbol sabe, pero sí que extraña que de repente el Madrid haya bajado tantísimo en su rendimiento.

Que haya bajón puede ser comprensible, de hecho es imposible mantener el mismo nivel toda la temporada, pero de ahí a que el equipo blanco sea claramente inferior futbolísticamente al Córdoba ya es de mucha más difícil explicación. Por si fuese poco con episodio grave de desquiciamiento, como demostró Cristiano Ronaldo, expulsado por golpear a un contrario, después de haber estado a punto de hacerlo antes con otro rival.

El Madrid está quebrado por el centro del campo. Kroos está muy solo para tirar siempre del carro porque quienes le acompañan habitualmente son más casi delanteros que mediocampistas, y cuando sale uno que podría echarle una mano resulta que demuestra que está totalmente fuera de bolos, como Khedira.

Como serán las cosas que la gran esperanza blanca es ahora un chaval de 21 años procedente de Brasil. Lucas Silva llega precedido de una gran fama, pero habrá qué ver si su calidad es la que precisa el Madrid en estos momentos y cómo se acopla porque el salto en su carrera es de envergadura. El brasileño ya está en Madrid desde ayer y será presentado hoy para ponerse de inmediato a las órdenes de Ancelotti.

El Madrid trabaja entretanto para que la sanción a Cristiano Ronaldo no pase de dos partidos. La defensa empezó poco después de que finalizase el partido cuando el jugador portugués pidió disculpas públicamente por sus mandobles en El Arcángel, sobre los que dijo que había sido consecuencia de un acto "irreflexivo". El club blanco trata de que el delantero llegue al partido con el Atlético de Madrid, que será dentro de tres jornadas, pues antes tiene que enfrentarse a la Real Sociedad, el sábado, y al Sevilla, este en partido que fue aplazado por la participación de los de Ancelotti en el Campeonato del Mundo de clubes el pasado diciembre, cuando el Madrid vivía su momento más dulce.

Ahora las individualidades mandan más que nunca. En Córdoba resolvió en un chispazo de Benzema y por un penalti transformado por Bale, el hombre cuya participación en el juego es inversamente proporcional a su efectividad. El galés apenas se hace notar en la construcción y elaboración de fútbol pero cuando se trata de ver puerta su rendimiento es impresionante, aun teniendo en cuenta que el sábado marcó de penalti, pero no le falló el pulso, como si de un Ronaldo de lo más templado se tratase.