El Atlético no entrega su corona. El conjunto rojiblanco, campeón vigente, avivó la emoción de la Liga tras prolongar su racha ante un apático Real Madrid que ya había descubierto sus carencias en los anteriores compromisos ligueros ante Córdoba, Real Sociedad o Sevilla. Los de Ancelotti solventaron todos ellos con más efectividad que buen juego, pero ayer acabaron desnudos ante el juego coreáceo y coral de un gran Atlético que recorta a cuatro puntos la ventaja de su vecino.

El Atlético sumaba ayer un eslabón a la cadena de revanchas y venganzas que acumula sobre el Madrid desde que perdiera la final de Oporto. Van seis tras ganar de nuevo el Cholo la batalla del centro del campo a Ancelotti. Cuenta para ello Simeone con un equipo que juega en bloque, con continuos apoyos y desmarques; un equipo que sabe juntar líneas o abrirlas según el momento y las conveniencias del partido. El Madrid podrá apelar a las bajas de tipos tan importantes para su juego como Pepe, Ramos, Marcelo, Modric o James, pero en el fondo Ancelotti no hacía sino perder una vez más la batalla del centro del campo después de que su tridente ofensivo apenas hiciera nada en vanguardia (Moyá tocó el primer balón con las manos en el minuto 26, para atajar un centro de Cristiano cuando no tenía compañero alguno en el área) y de que se borrara una vez más de tareas defensivas, dejando que Siqueira por la izquierda y sobre todo Juanfran por la derecha fueran dos puñales que se hundían en la fina mantequilla soriana de la defensa blanca. Griezmann recuperó él solo más balones que Cristiano Ronaldo, Benzema y Bale juntos.

Cuando Moyá tocaba ese primer balón con las manos el Atlético ya ganaba 2-0 después de que Tiago doblara las blandas manos de Casillas en el minuto 13, y de que Saúl, de chilena, lograra en el 18 un espléndido tanto tras centro de Siqueira desde la línea de fondo. Un 2-0 claro por el juego e incluso corto, pues Fernández Borbalán perdonó un penalti de Khedira por manos tras remate de Godín. Al alemán, desaparecido todo el partido, le valió simular que el pelotazo le había ido a la cara.

Visto el baño de la primera parte y de la nula aportación de un Khedira con la cabeza en el Bayern de Guardiola, Ancelotti se la jugó en la segunda dando entrada al canario Jesé por el alemán. El italiano, suicida, tocó a zafarrancho y apostó al todo o nada. Remontada o goleada. Durante unos minutos su equipo corrió como pollo sin cabeza en campo de un Atlético pausado, tranquilo, que buscaba la contra definitiva con la que cerrar el partido. Tuvieron cuatro en cuatro minutos los de Simeone para sentenciar (del 58 al 62), pero por tres veces Griezmann y una más Tiago no acertaron ante Casillas. Hasta que en el 66 Arda Turan -inmenso todo el partido- buscaba a Saúl y la dejada de éste la llevaban entre Griezmann y Varane al fondo de la red.

El Madrid, entonces, era un equipo irreconocible. Tenía cinco bajas notables, sí; pero tiene también una plantilla a la que cabe exigir mucho más de lo ofertado ayer. Cristiano, aburrido por Juanfran, decidía probar por la derecha; Bale ejercía de media punta, Jesé actuaba por la izquierda y Chicharito deambulaba por el eje. Al menos conseguían un tiro a puerta (minuto 81) cuando Moyá desviaba a córner el lanzamiento de un Illarramendi que había entrado por Isco cuando Ancelotti daba el barco por naufragado tras el 3-0.

El Atlético se gustaba entre olés cuando Simeone reactivó al Calderón dando entrada a Torres, el viejo ídolo, por Griezmann, el nuevo héroe. Y Torres mandó un centro desde la derecha en el 88 que Mandzukic, probablemente en su mejor partido como colchonero, remataba en plancha de cabeza. Era el 4-0. Un baño. La Liga está viva. ¡Viva la Liga!