Soplan malos vientos, quiero decir resultados, en el Madrid y el primer afectado por ellos es el entrenador. No hay respiro en el club más exigente del mundo. Ni yendo primero en la Liga, como es el caso, o con la primera eliminatoria directa de la Liga de Campeones prácticamente solventada de forma favorable. El Madrid no domina como dominaba, se atraganta con los equipos de más nivel y lo que antes era la maravilla de las maravillas como entrenador, que se plasmaba en lo nunca visto futbolísticamente, despierta ahora muchas dudas.

Ancelotti era un fenómeno a la hora de llevar el vestuario, utilizando modos de seda después de la brusquedad de los que caracterizaban a Mourinho, y sabiendo sacar lo mejor de la selección mundial puesta a su disposición. Ahora, con las ráfagas de aire en contra, resulta que le falta contundencia. Después del tropiezo con el Villarreal del asturiano Marcelino emergen señales desde las alturas del club blanco que colocan en el punto de mira al italiano. Lo que antes eran todo virtudes ahora son todo defectos. Aquella mano izquierda prodigiosa con la que domaba un vestuario tan difícil ya no vale nada porque lo que cuenta en estos momentos es que luzca un puño de hierro.

Ancelotti, por fallar, falla hasta a la hora de motivar a sus jugadores, según emana de responsables del club blanco. Ya van dos veces en las últimas semanas en las que se carga contra los jugadores, y por extensión, contra el técnico por esta cuestión. Ocurrió contra el Atlético de Madrid y volvió a pasar frente al Villarreal. Como si los futbolistas no fuesen los primeros interesados en que no les calienten las orejas con críticas sin cuento.

Con el episodio que está viviendo Ancelotti en el Madrid se cumple una vez más el popular adagio de que la culpa siempre es del otro. Nada de cuestionarse la conveniencia de unos fichajes, cómo se ha hecho la plantilla, etc. Lo que importa es únicamente el resultado. Como decía Luis Aragonés, ganar, ganar y volver a ganar. Ancelotti ya sabe lo que le espera si su equipo no lo hace.