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España sufre en el PizjuánEFE

Fútbol Fase de clasificación para la Eurocopa de Francia 2016

España sufre en el Pizjuán

El de la 'Juve' da un triunfo fundamental a 'la Roja', que jugó a ráfagas y concedió alguna oportunidad a Ucrania El grancanario David Silva acabó como 'falso 9' y entonces 'la Roja' volvió a dominar

En la complicada transición que afronta España, obligada por el cataclismo de Brasil, vienen bien victorias como la de ayer en el Sánchez Pizjuán. Triunfos trabajados, sufridos, nada que ver con aquellas exhibiciones del período 2008-2012. Mantiene la selección el gusto por el fútbol de toque y conserva un puñado de artistas en el centro del campo. Pero le sigue costando traducir tanto pase en oportunidades.

Y Busquets, ya sin la ayuda de Xabi Alonso, las pasa canutas para romper las oleadas del rival. Por eso Ucrania, un equipo limitado pero bien construido, tuvo sus opciones de llevarse un empate que hubiese puesto el grupo muy cuesta arriba. El gol de Morata, uno de los símbolos de la nueva era, vale su peso en oro.

Juntar en el centro del campo a Koke, Silva, Iniesta e Isco es un brindis por el buen fútbol. Cuando se asociaron con un mínimo de precisión, la muralla que montó inicialmente Ucrania se resquebrajaba sin remedio.

Aparecían los espacios y Pyatov sentía el peligro. Pero sólo una vez se concretó en gol. Iniesta cruzó un balón hacia Koke y el jugador del Atlético tocó sobre la marcha para la carrera de Morata. El exmadridista, acostumbrado a fajarse con los rocosos centrales italianos, peleó con Khacheridi y, cara a cara con el portero, remató con la fortuna de que el balón entró tras rozar en el defensa.

El 1-0 llegó justo un minuto después de que Rotan cruzase demasiado un balón que había quedado suelto en la frontal del área española. Era el segundo aviso ucraniano, después de una falta mal defendida que permitió a Fedetskyi plantarse solo ante Casillas para rematar fatal. España llevaba el peso del partido ante un rival que soñaba con el empate, pero no dejaba buenas sensaciones en defensa. Con muy poca elaboración, pero un gran despliegue físico y mucha vitalidad, Ucrania creaba peligro. Seguro que añoraba a un tal Shevchenko.

La selección española estuvo a punto de poner una distancia de seguridad al descanso, en un cabezazo típico de Sergio Ramos, tras una falta lanzada por Silva, que se estrelló en la escuadra de un superado Pyatov. A la vuelta del vestuario, las palmas del Sánchez Pizjuán no tardaron en convertirse en murmullos y alguna protesta. Los ucranianos dieron un paso al frente y robaron a España su bien más preciado, el balón. Una falta frontal lanzada por Rotan con muy mala intención fue salvada in extremis por Íker Casillas después de que no llegase ninguno de los posibles rematadores.

Casillas, que en realidad no había tenido que hacer ni una sola parada, adquirió un protagonismo nada deseable. Le empezaron a llegar demasiados balones para jugar con los pies, uno de sus puntos débiles de siempre. En su empeño por salir jugando le entregó uno a Rotan al borde del área, pero el remate centrado del ucraniano evitó el desastre. Aún hubo lugar para otro duelo Rotan-Casillas, esta vez tras la mejor jugada de ataque visitante, pero con el mismo resultado: respuesta del portero al tiro poco intencionado del delantero.

Silva, de 'falso 9'

A partir de ese momento, minuto 66, la selección española se rehizo y consiguió, al menos, evitar las pérdidas en zonas comprometidas. Con el cambio de Pedro por Morata, y la consiguiente reconversión de Silva en falso 9, la Roja se sintió más cómoda. Volvieron las circulaciones largas del balón, en las que participó con soltura Cazorla.

El jugador del Arsenal, víctima de la mejor generación de centrocampistas de la historia del fútbol español, no tardó en ponerse a tono. Y fabricó la mejor jugada española del segundo tiempo. Cazorla tiró una pared milimétrica con Isco y remató con toda la intención del mundo ajustado al poste derecho, pero no lo suficiente para evitar el guante de Pyatov, tan sutil que resultó indetectable para el árbitro y sus ayudantes. No quedó otro remedio que apretar los dientes hasta el final para cantar una victoria fundamental.

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