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Baloncesto Liga Endesa

Dos décadas en la gloria

El Granca celebra el 20 aniversario de su cuarto y último salto a la ACB

Al regreso de Gijón en la redacción de LA PROVINCIA, con Manolo Hussein

En Bucarest, capital de Rumanía, a más de 2.500 kilómetros de distancia de Gijón y tras 20 años, Ángel Santana -ahora controlador de tráfico aéreo- tiene muy fresco lo que sucedió hace hoy justo dos décadas. "Fue en el segundo partido de la promoción para llegar a ACB contra el Llobregat, ahí confirmamos el ascenso. Yo era júnior y no tenía tanta actividad como los más veteranos, pero tengo recuerdos muy bonitos de ese año y por supuesto del día del ascenso", explica Santana tras regresar de Estonia, donde compitió el pasado fin de semana con la selección de Rumanía de baloncesto 3x3, con la que participará en los Juegos Europeos de Bakú 2015 (Azerbaiyán).

Un par de horas después, en el Centro Insular de Deportes, Pepón Artiles, Juanra Marrero, Emilio Boada, Ramón Oliver, Alexis Lombilla y Berni Hernández también recuerdan su hazaña en Gijón: colocar por última vez en su historia al CB Gran Canaria en ACB para que nunca más volviese a abandonar la élite del baloncesto nacional.

Pero para llegar al 3 de junio de 1995, cuando el conjunto claretiano puso la primera piedra para convertirse en un clásico de la Liga Endesa, hay que mirar al principio de una temporada que no fue para nada fácil. Ese año se extinguía el anterior formato de competición, la Primera B, en la que el Granca llevaba dos fracasos consecutivos en las últimas temporadas, y se estrenaba la EBA con cuatro zonas -la Conferencia Sur era donde participaban los amarillos-. "Eran muchísimos equipos y teníamos que ir a jugar a sitios inusuales en el panorama del baloncesto, con canchas que parecían casi de colegio como Motril, Marbella o El Ejido. Era un desastre", explica 20 años después Emilio Boada, base de aquella plantilla, que ahora se gana la vida como ingeniero de profesión.

De Orellana a Hussein

El arquitecto de aquel grupo fue Berdi Pérez, actual director deportivo del Herbalife Gran Canaria. En el banquillo, Rob Orellana fue el elegido para intentar devolver al Granca a ACB, tras dos años de fracasos en la Primera B. El entrenador californiano llegaba con una contrastada carrera como entrenador universitario. Su anillo en la NCAA con la UNLV, como asistente de Jerry Tarkanian en la banda, era su gran valedor. Sin embargo, las cosas no arrancaron con buen pie. "Tenía una concepción muy americana del baloncesto. Dos hombres como Ramón Oliver y Juanra Marrero, que eran unos superclases para la categoría, se pegaban una hora y media haciendo técnica individual, por ejemplo", señala Pepón Artiles. Los jugadores y Rob Orellana no terminaban de congeniar.

Las concepciones del baloncesto entre ambas partes no confluían en un punto para que el equipo despegase. Con ese clima, la irregularidad se instauró en el equipo y apenas se veían esperanzas de cambio. En ese momento apareció Manolo Hussein. "Hablamos con la directiva, porque veíamos que esa situación no podía cambiar. El grupo era muy compacto y todos queríamos cambiar el rumbo. Recuerdo que llamé a Manolo y le dije: no seas tonto, nos hace falta marcha", confiesa el expívot y hoy fisioterapeuta Ramón Oliver.

Lisandro Hernández, presidente del club, era reacio al cambio. Quería mantener la apuesta por Orellana, pero al final se convenció del relevo. La llegada de Manolo Hussein hizo volar al Gran Canaria. "Al inicio del curso nos sentíamos impotentes y la llegada de Hussein nos soltó", continúa Boada. Una frase que resume el sentimiento del grupo. También de los que no están en esa grada del CID.

Jaume Morales, escolta de aquel equipo, es hoy funcionario del Departamento de Interior de la Generalitat de Cataluña. "Con el cambio de entrenador todo fue rodado hasta la fase final de Gijón, donde, por suerte, pudimos ascender", explica desde su residencia en Cabrils.

"Era extraordinariamente exigente y más con los jóvenes como Berni o yo. Pero es cierto que todo eso nos sirvió para ascender. El equipo dio el cambio que dio porque supo poner cada pieza en su sitio sobre la pista", narra Alexis Lombilla, actual entrenador de uno de los equipos júnior del Granca y cartero de profesión. Con Hussein se fue el americano del equipo, Brian Clifford -regresó un par de tempordas más tarde- y llegó David Butler para reforzar el puesto de pívot. Un fichaje vital en el último tramo de la competición.

El relevo en el banquillo fue la segunda clave de ese ascenso; la primera: el grupo. Porque el compadreo entre todos es latente dos décadas después. Las miradas que dicen todo y las risas al recordar viajes, partidos, detalles de entrenamientos y alguna que otra juerga salen a paseo. "A Berni Hernández nos lo teníamos que llevar, que era el más jovencito y se le tiraban al cuello", bromea Pepón Artiles.

Esa fue la primera temporada completa de Berni en el primer equipo de las siete que jugó en el CB Gran Canaria. "No tengo muchos recuerdos de ese año, pero sí me acuerdo de que con mis diez o quince minutos por partido era muy feliz", comenta Hernández.

Con ese espíritu el Granca fue ganando partidos y acercándose a esa final a ocho en Gijón donde esperaba el último ascenso a ACB. Los de Hussein acabaron segundos en la Liga y tras un segundo corte en otra fase de grupos se plantaron en la promoción de ascenso a ACB. "Llegamos muy solos a Gijón. No había mucha gente que creyera en nosotros", comenta Oliver. Y es que el gran favorito para conseguir el ascenso esa temporada era el Tenerife.

"Ellos tenían más masa social, iban acompañados por los medios y eran un gran equipo. Eran los auténticos favoritos", sentencia Jaume.

El primero que pasó por el rodillo del Granca fue el Lliria de Valencia: 69-76 y fin del asunto. Después llegó el día del ascenso. Sin Juanra Marrero, con problemas en la espalda, y con Pepón con algún problema físico, los amarillos barrieron al Llobregat en la semifinal y pusieron su sello de nuevo en la ACB. Pepón Artiles, con 30 puntos, fue la estrella del partido. "Es una anécdota, allí lo que primaba era el juego colectivo", señala.

En Gerona, Toni Espinosa recuerda aquella liguilla de junio perfectamente. "Hicimos dos partidos soberbios. Es una etapa de mi vida inolvidable", argumenta. A Francis García, otro de los pívots de aquel plantel, le cuesta hacer memoria. "Pasan los años y lo que queda es la emoción de aquel momento. Es un sentimiento inolvidable", relata. La final de la promoción, un adorno al torneo, se la llevó el Granca frente al Gijón. "Si ese año no llegamos a subir, el baloncesto aquí no hubiera despegado", apunta Juanra Marrero.

20 años después, el Granca es un clásico de la ACB. Los 'Playoff' y las fases finales de la Copa del Rey se acumulan. Todo redondeado con un subcampeonato de la Eurocup. Dos décadas más tarde la gloria continúa para el Granca.

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