A la séptima intentona en Roland Garros, el serbio Novak Djokovic logró imponerse al español Rafael Nadal, 7-5, 6-3, 6-1, y colocarse como claro favorito para levantar el próximo domingo la Copa de los Mosqueteros, el único Grand Slam que todavía no tiene.

Al número uno del mundo, que no ha perdido un set en toda la quincena, le quedan dos escalones para lograrlo, el primero contra el británico Andy Murray, verdugo del español David Ferrer por 7-6(4), 6-2, 5-7 y 6-1.

Pero todo apunta a que Djokovic se ha quitado del medio el principal obstáculo, el que le había hecho fracasar seis ocasiones anteriores, el rey incuestionable de la tierra batida, ganador de nueve Copas de los Mosqueteros.

La autoridad del número uno, de su temporada casi impoluta, de su extraordinario presente de tenis, se impuso a la intimidación del currículum de Nadal en Roland Garros, que paró el contador provisional en 70 triunfos sobre su torneo predilecto, en el que seis años más tarde de caer en octavos contra el sueco Robin Soderling hincó por segunda vez la rodilla.

El duelo más esperado del torneo se produjo en cuartos de final y dejó la evidencia de que Nadal no sumará su décimo triunfo, y la apuesta de que Djokovic se unirá al grupo de quienes han ganado los cuatro grandes.

En el día que celebraba su 29 cumpleaños, el español se mostró muy inferior al serbio, muy sólido en su juego, sin fisuras, con un nivel elevado que Nadal no supo alcanzar, mermado en su confianza por una temporada irregular, sin triunfos de importancia, perturbada por una lesión de seis meses, tiempo que trató de recuperar a contrarreloj. Pero no llegó a tiempo.

La derrota le situará con un ránking de dos cifras por primera vez desde que ingresó en el "top 10" el 18 de abril de 2005.

Nadal prometió volver. Fiel a su pundonor, anunció que trabajará para recuperar su trono, para volver a ser el rey de la tierra, para convertir esta derrota en un paréntesis y no en una abdicación.

Dejó vacante su trono ante el que se perfila como el mejor tenista del momento en todos los terrenos. Le faltaba por conquistar la arcilla. Ahora solo le resta recoger la corona que dejó vacante el campeón.

Si lo logra, será la personificación de una temporada impresionante. Contra Nadal sumó su 27 triunfo consecutivo, ha ganado todos los torneos importantes, incluido el Abierto de Australia, primer Grand Slam del año y todos los Masters 1.000 que ha disputado.

Murray, siguiente obstáculo para Djokovic

En su camino hacia la final aparece ahora el mejor Murray sobre tierra batida de la historia.

Por tercera vez el británico necesitó cuatro sets para ganar a Ferrer y dejar sin españoles, por vez primera desde 2009, las semifinales de un torneo que se había acostumbrado a hablar castellano.

Fiel a su condición de incansable, Ferrer puso toda la carne en el asador, pero de nuevo se estrelló contra un rival de entre los tres mejores del mundo.

Tuvo dos bolas para apuntarse la primera manga al resto, pero las desperdició y en el juego de desempate se le escapó el set. En el tercero, se aferró al partido pese a que iba perdiendo 3-0. Lo equilibró y, con el 4-5, salvó una bola de partido para acabar apuntándose el parcial.

Pero hasta ahí llegó la resistencia del español, que dejó escapar fácilmente el cuarto set y concedió así la primera derrota contra Murray en tierra batida.

La cuarta raqueta del mundo pasa a ser ahora el rival de más entidad de Djokovic. Y lo hace en su mejor año en tierra batida, en el que no ha perdido ninguno de los 15 duelos disputados, lo que le ha permitido apuntarse los torneos de Múnich y, sobre todo, el Masters 1.000 de Madrid, donde derrotó en la final a un mal Nadal.

El serbio será favorito en la semifinal. Ha ganado 18 de los 26 duelos, entre ellos en los dos disputados sobre arcilla.

Este año han cruzado sus raquetas en tres ocasiones, en la pista dura de Miami, Indian Wells y la final del Abierto de Australia, con victoria siempre del lado del serbio.

La última victoria de Murray fue en la final de Wimbledon de 2013.