La película de la Quinta. Fotogramas de la tormenta perfecta en el cielo de Berlín. El Barça aplastó a la Juventus (1-3) luciendo su viejo libreto estético. Tocar y tocar para estirar la hegemonía en este siglo de la dictadura de los violines. Las notas futuristas de Luis Enrique han dado el empujón preciso a una legión de poetas que han logrado formar parte de la eternidad. Y liquidar la raza de la Juventus. Todo en media hora, los primeros quince minutos [a un ritmo salvaje] y los últimos de un final vibrante.

Un galeón indomable, prácticamente perfecto con el mejor tridente del planeta. A la sombra de Messi, que no marcó, Luis Suárez y Neymar sí vieron portería en la final del 2015. El argentino marcó la temperatura y lideró el discurso. Messi I, el emperador del silencio. El genio, con sus arrancadas, se mostró tímido al inicio pero liquidó la batalla del músculo. Se impuso el fútbol de salón en un inicio de alto voltaje y un final atronador. El primer tanto de Rakitic (4') y el de Neymar (96') cierran una película de fantasía, que pone fin a la carrera de Xavi Hernández y sella un triplete para la historia. El Barça es el primer club con dos en sus vitrinas.

Z La guarida del depredador

El artista argentino participó en la acción de tiralíneas del 0-1. Levantó la cabeza -junto a la línea de banda del carril diestro- y habilitó para el costado izquierdo. Un cambio de radical de velocidad y temperatura. Del Polo Norte al Desierto de Arizona. Jordi Alba y Neymar completaron el resto, hasta que apareció Iniesta. Aportó la precisión quirúrgica precisa para brindar a Rakitic la primera obra de arte. Así empezó la quinta corona (1992, 2006, 2009, 2011 y 2015) con el tanto más bello culé de todas las finales. Un Picasso para abrir boca.

Salvo este gesto barroco, Messi pasó desapercibido. Tardó ayer 45 minutos en dejar sobre el césped del Olímpico de Berlín su primer registro de superhéroe. Escorado en la banda derecha, ejerció de base de baloncesto de los Harlem Globetrotters azulgranas que gobiernan el espacio. Todos los balones pasaban por sus botas, para iniciar cualquier ofensiva ante la muralla de Massimiliano Allegri.

Y en el minuto 45, apareció la última gota de fragancia del primer acto, la Pulga se marchó de su marca Evra y acarició la sentencia con una cabalgada de ensueño. Dejó a cuatro rivales por el suelo hasta que el zaguero Barzagli se estiró como un chicle. No hizo falta más para gobernar con suficiencia el primer tiempo. Sin Messi, el Barça se mostró sublime y mereció una renta mayor por esos primeros 20 minutos repletos de dinamismo.

Z La vitamina del pánico

La Juventus dejó a los 25 segundos su ADN sobre el césped. Una falta de Vidal sobre Rakitic sirvió de carta de presentación. Mascherano estiró un inicio de desconcierto forzando el primer saque de esquina para el cuadro 'bianconero'.

¿Qué hizo el estratega Allegri? Dos líneas de cuatro, con Pogba y Vidal fuera de circulación. Pegando a todo lo que se movía. Pirlo, el capitán general, mostró personalidad en las 'contras' y los disparos más fieros de Morata. La Juve logró desconectar a Messi, pero sufrió con los versos de Iniesta y Neymar. El poderío culé se fue diluyendo en los guantes de Buffon. El meta italiano, con dos manos prodigiosas, mantuvo vivo el choque. El muerto resucitó. Y cambió las reglas de una batalla que pasó de barroca a medieval. Los italianos encararon mejor la segunda parte, con la sensación de alivio. Danger en Berlín.

Presión y contragolpe. Licencias de una Juve imperial. Morata selló el empate al aprovechar una concesión de Alves. Tévez, frenado de forma humillante por Piqué, cazó un balón y se lo dejó a Lichtsteiner para fusilar a Ter Stegen. El delantero madrileño logró lo que parecía imposible. Igualar una final que se había convertido en un monólogo azulgrana con los disparos de Rakitic, Alves, Neymar y Suárez. La vitamina del pánico, la 'Juve' convierte en arte el padecimiento.

Z Volver a empezar

El juguete más diabólico del mundo saltó por los aires. El 1-1 fue una puñalada directa al corazón. La Juventus, cosas del fútbol, se hizo con el control del encuentro. Pasó de víctima a gigante a la hora de partido. Restaban treinta minutos de agonía, el escenario idílico para el ejército 'bianconero'. Piqué mostró cierta debilidad, Alves perdió el guión táctico... El Barça cayó en el caos. Navegó en el océano del horror. Vidal y Pogba -amonestados- ya no eran los guardaespaldas de Leo, eran arquitectos del terror.

Pintaba mal la final para el ogro culé. Pesadilla en Berlín. Del éxtasis al horror por su registro más piadoso. Perdonar -hasta siete tiros ante la figura de Buffon- despertó la furia del dragón transalpino. No hubo reclamos tácticos, ni revoluciones de pizarra. Este Barça es un producto de autor, que respira al son del dictador albiceleste.

Z Arquitecto de leyenda

Había que agitar la lámpara mágica. Y de nuevo el rey de reyes. El argentino abrazó el balón desde la medular con una arrancada con denominación de origen. Lo ha hecho tantas veces... El artista de Rosario firmó un eslalon poderoso para reventar el peso de los entrenadores. ¡Haz lo que quieras!, podría afirmar Luis Enrique en la banda. Con libertad total, puso la directa para golpear con violencia ante la Buffon. El despeje fue aprovechado por Luis Suárez para lograr el 1-2. Apareció Xavi Hernández -el primer cambio- para encender el Olímpico de Berlín.

La presencia del arquitecto, en su encuentro 251 en la máxima competición continental -cifra récord-, no fue de cara a la galería. Tomó el control, en una fase áspera. La Juve acabó resignada bajo una fórmula de rebeldía medieval. Buscando el tanto del empate desde el amor propio, con Pereyra y Llorente como reclamos de urgencia, terminaron en los guantes de Ter Stegen. Xavi es el padre de la criatura, el Dios todopoderoso de un Barça eterno por encima del bien y del mal. Siempre bajo la partitura de Messi, que aparece y desaparece, enigmático y letal, hay un escudo que gobierno el planeta. Con una propuesta de seda, se fabrica la Quinta con los arrebatos de Leo.