Liga, Copa del Rey y Liga de Campeones. El Barcelona lo tiene todo. En las vitrinas y en el césped. Gracias al demoledor tridente que forman Leo Messi, Neymar y Luis Suárez, grandes culpables del renacimiento azulgrana, el conjunto de Luis Enrique culminó ayer la temporada perfecta por segunda vez en solo seis años. Es la era del Barcelona, que presume ya de cinco Copas de Europa, una cifra a la altura de su dimensión. La última la logró anoche en Berlín ante una Juventus que se resistió hasta el tiempo de descuento, cuando Neymar puso la guinda (1-3).

Llegó la 'orejona' con mucho suspense porque el cuadro de Luis Enrique se empeñó en fallar goles en la orilla de un inspirado Buffon y porque el conjunto italiano es superviviente por naturaleza. Tanto se agarró al partido el equipo de Allegri que se vio ganador por unos minutos cuando Álvaro Morata empató el precioso gol inicial de Rakitic. El tanto del croata, un alarde de juego combinativo, nada más salir de vestuarios hacía presagiar una exhibición culé. Pero sufrió el Barcelona en un duelo de mucho ritmo, sobre todo tras el gol del punta español. El encuentro se rompió durante un cuarto de hora pero apareció, como siempre, el tridente para finiquitar a un rival que dio mucha guerra. Messi condujo, Luis Suárez embocó y Neymar en el descuento sentenció.

Con dos contragolpes llegó la 'Quinta' del Barcelona. La cronología de los goles pareció un calco de la trayectoria del conjunto azulgrana en los últimos años. Primero, una obra de arte a través del pase con cambios de juego y desmarques de ruptura incluidos. Después, un empate que hizo dudar del camino. Pero el Barcelona recuperó la consciencia con dos goles de mucha velocidad y olfato, obra precisamente de los dos refuerzos que propician la actualización del juego azulgrana. La orquesta que creó Pep Guardiola está ahora capacitada también para el rock. De los violines a la guitarra eléctrica. Una metamorfosis que ha originado Luis Enrique a base de sentido común y que anoche tocó el cielo con un nuevo triplete.

Quince minutos de ensueño

Pero el concierto del Barcelona empezó como en los viejos tiempos. Había salido el conjunto azulgrana dispuesto a dar un baño a la Juventus a base de posesión de balón. No tuvo continuidad pese al golazo de Rakitic, pero dejó para el recuerdo un primer cuarto de hora descomunal. Fue un vendaval el Barcelona porque Allegri pareció obsesionarse con tapar a los delanteros y el centro del campo culé jugó sin ninguna atadura. Sergio Busquets, Rakitic e Iniesta se movían completamente solos. El manchego entró en el área con Vidal mirando desde la butaca y, ante Buffon, cedió el balón para que Rakitic rematara a placer. Fue una jugada larga, bien trenzada, con Leo Messi cambiando el juego para Jordi Alba y Neymar atendiendo al movimiento de Iniesta.

El cuadro italiano, muy pasivo, salió con demasiado respeto y se le pudo ir la final en un suspiro. Pirlo no la olía, Morata y Tévez solo ayudaban cuando el Barcelona sacaba de portería y el centro del campo bianconero estaba totalmente despoblado. Arturo Vidal perdió los nervios e hizo dos faltas de amarilla, pero Cakir solo se la enseñó en la segunda. El colegiado turco también dejó jugar cuando el balón dio en la mano de Lichsteiner, que estaba dentro del área, al considerar que fue sin querer.

El Barça era un vendaval con el balón y rozó el segundo con un remate arriba de Neymar, otra ocasión en la que el brasileño no llegó por milímetros a un pase de Messi y un paradón de Buffon a tiro de Dani Alves. La Juventus era un juguete en manos de un Barcelona que se divertía.

Era un baño espectacular, pero con un contragolpe de Pogba y otro de Morata se desperezó la Juventus, que igualó el encuentro mostrando solidez en defensa y vértigo en ataque. Daba así la zaga culé síntomas de fragilidad, una constante durante todo el encuentro porque la Juventus, cuando llegaba, lo hacía desbocado.

Los dos equipos pisaban área con relativa facilidad y Luis Suárez, con un punterazo que lamió el poste, hizo que el Barcelona volviera a atisbar la portería de Buffon muchos minutos después. Y antes del descanso le dio tiempo de hacerlo varias veces más con otro remate del uruguayo que sacó el meta italiano y varias internadas de Messi. Pero la Juventus ya estaba enchufada y Marchisio también hizo trabajar al portero rival.

El partido, un correcalles

Regresó el Barcelona el césped con la intención de no dar más bola a la Juventus y en diez minutos tuvo tres ocasiones muy claras. Suárez exigió a un inmenso Buffon a hacer un paradón y luego remató de volea a las nubes. Y Messi, que dribló más en la segunda parte que en la primera, también disparó fuera.

Estaba al caer el gol del Barcelona, pero llegó el de la Juventus gracias a una genialidad de Marchisio, que con taconazo hizo que Lichsteiner volara por la derecha. El suizo puso un centro para Tévez, que remató a la media vuelta y Ter Stegen respondió con un paradón. Pero el rechace cayó manso a los pies de Morata, que embocó a puerta vacía.

La reacción del Barcelona fue partirse en dos. Se descosió el conjunto azulgrana durante un cuarto de hora repleto de ocasiones en ambas áreas. Y es que la Juventus, lejos de lo que se presuponía, entró al trapo y se puso a los pies Pogba, Morata y Tévez. El argentino tuvo la más clara en un remate desde la frontal que mandó desviado. Poco después el centrocampista francés pidió un penalti de Alves que no fue y en esas estaba la Juventus cuando Messi cogió el balón en el centro del campo. El '10' galopó, dejó atrás a dos defensas y su disparo lo despejó Buffon. Pero ahí estaba Suárez, más atento que nadie, para dar el bocado definitivo.

El partido lo iba a decidir quien estuviera más acertado y en pólvora la Juventus no es rival para el Barcelona. Pero no se rindió, bravo y orgulloso, el conjunto italiano, que sacudió a Ter Stegen con saques de esquina y disparos lejanos. En el otro lado del campo también falló varias el Barcelona, que celebró la sentencia antes de tiempo, cuando el juez de área acertó al anular un gol con la mano de Neymar.

Ya estaba en el campo Xavi, que no pudo calmar el juego ante tanto ritmo. Y es que el equipo de Luis Enrique está entregado a su tridente. Fue Pedro, otro representante del nacimiento de este Barcelona, quien generó la sentencia con un regalo a Neymar al contragolpe. Y así, presumiendo de una mezcla de estilos sin igual, se coronó la máquina perfecta de Luis Enrique.