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'¡Siempre contigo, tocayo!', por Antonio Cruz Domínguez

Era la cabeza y el jefe natural entre sus compañeros, razón por la que la directiva le designó capitán a raíz de la muerte de Juan Guedes

'¡Siempre contigo, tocayo!', por Antonio Cruz Domínguez

Aquella noche del 8 de junio de 1975 fue de las más emotivas y vibrantes vividas en el Estadio Insular. El todopoderoso Real Madrid resultó estrepitosamente goleado -y casi humillado- por nuestra U.D Las Palmas, con tantos de Fernández, Félix, Pepe Juan y Juani, y no se aumentó la goleada por la pésima y parcialísima actuación del árbitro catalán Molina Segovia.

Sin embargo, en aquellos momentos de euforia generalizada en la Gran Canaria entera y en todas las Islas, en la Unidad de Vigilancia Intensiva de la Residencia Nuestra Señora del Pino de Las Palmas de Gran Canaria Tonono se debatía entre la vida y la muerte. Hasta el punto de que Pierre Sinibaldi, en la caseta del Estadio, después de terminado el encuentro, nos manifestaba a los periodistas: "Sé que a Tonono le hubiera gustado estar presente en este encuentro que hoy hemos jugado ante el Real Madrid y yo hubiera deseado que él participara también de la alegría de todos". En uno de los momentos de más euforia en la historia de nuestro equipo representativo, en aquella caseta, hubo un recuerdo unánime de los que formamos la gran familia balompédica insular. La tarde del día siguiente, lunes 9 de junio, Tonono dejaba de existir.

Hoy, aquí y ahora, 40 años después, es difícil hilvanar unas líneas de recuerdo para el gran jugador, que, a las dotes técnicas y físicas, unía un extraordinario espíritu de caballerosidad, reflejándolo en sus relaciones familiares, de compañero y ciudadano. Vivió para los suyos y para el fútbol, con gran responsabilidad. Era la cabeza y el jefe natural entre sus compañeros, razón por la que la directiva del club le designó capitán a raíz de que abandonara la práctica activa otro extraordinario jugador como fue Juanito Guedes, desaparecido el 9 de marzo de 1971, ¡otro día 9 fatídico!

Tonono y yo compartimos amistad desde los tiempos de la Acción Católica; él de San Juan de Arucas y yo del Corazón de María. Más tarde, en las visitas que nos hacía en la Tafira Baja de nuestros estudios de Filosofía y Teología, y compartíamos conversaciones junto a Segundo Díaz, amigo común y también aruquense. Al final, pasados los años, coincidíamos en los viajes en avión cuando nos desplazábamos a retransmitir los partidos para Radio Popular de Las Palmas. Antonio Afonso, cariñosa y popularmente conocido por Tonono, vivió siempre en su ciudad natal, Arucas. Allí cursó estudios en el Colegio de los Hermanos de La Salle. Formado íntegramente en la ciudad norteña, siempre estuvo vinculado al Arucas C. F., como infantil, juvenil y, luego, en la primera regional, hasta que, con diecinueve años, pasó al primer y más importante equipo de fútbol de Canarias: la UD Las Palmas. Él ha sido una de las figuras rutilantes del balompié isleño. Ejemplo y guía para miles de jóvenes y pequeños, sublimada su figura a raíz de su temprana muerte que a todos nos acongoja todavía desde el recuerdo, a pesar de haber transcurrido casi medio siglo.

Recordamos hoy las exequias. Toda la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria lo despidió. Sí, ¡toda la ciudad!, porque fue incesante el desfilar de personas de toda condición y clase ante el cadáver expuesto en la capilla ardiente en el salón noble de la sede social de nuestro club en Pío XII de Ciudad Jardín. Imborrable emoción cuando Navarro Angulo, secretario de la Delegación Nacional de E.F. y Deportes, impuso la medalla de plata al Mérito Deportivo sobre el cuerpo yacente del que fuera capitán amarillo; el responso rezado por el Padre Olegario Peña, capellán del Club...; la emoción de su amigo y compañero en la Selección Española, Gallego, desplazado exprofeso desde Barcelona? Incalculable la cantidad de personas que, después de las tres de la tarde, cuando se controló el acceso a la capilla ardiente, se concentró en los alrededores de la calle Pío XII, que era un auténtico mar humano en el momento en que el féretro, portado por sus compañeros, hizo su aparición en la vía. El pueblo, llano y sencillo, anonadado por la pérdida de su ídolo, aguardaba en la calle y un silencio sepulcral irrumpió en el momento que hizo su aparición el féretro, cubierto por la bandera amarilla y azul, símbolo de los colores de la provincia, distintivo del equipo representativo de la tierra, para el que Tonono entregó su vida -nunca mejor empleada la expresión-. Porque Tonono tuvo ofertas importantes. Millonarias. Pero a él no le atraía el dinero. Vivía muy bien. Lo tenía todo: mujer, hijos, amigos, bienestar? ¡Y vivía en Arucas, la mayor felicidad para él! Quiso siempre prestar sus valiosos servicios al club de su tierra, nuestra tierra grancanaria, donde Tonono no defendió otros colores que los del Colegio La Salle, Arucas, U.D. Las Palmas y España.

Descansa en paz Tonono, amigo. A los 40 años de tu marcha de entre nosotros sentirás hoy que continúas presente en la mente y el corazón de los que te conocimos y apreciamos. De los que gozamos con tu forma de ser y de jugar. De cuantos, sin conocerte, mantienen un alto concepto de tu gallardía como deportista, como persona, como ciudadano. Por eso nunca pudo nadie reprocharte lo más mínimo. ¡Siempre contigo, tocayo!

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