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Once inédito en el primer 'round'

Raúl Lizoain fue titular y ganó el pulso en la portería amarilla a Casto Espinosa

El portero amarillo Raúl Lizoain despeja con los puños un centro colgado del Valladolid con la oposición del lateral diestro David Simón. lof

A estas alturas de la temporada, los once de los equipos suelen salir al aficionado de memoria. La UD Las Palmas, castigada por las lesiones y los picos de rendimiento de sus futbolistas durante la carrera final del curso, ha visto condicionadas las últimas alineaciones del entrenador amarillo, Paco Herrera.

Ayer, en el primer asalto de los playoff, el técnico catalán dibujó sobre el césped un once inédito esta temporada con dos novedades que sobresalían por encima del resto: Raúl Lizoain y Juan Carlos Valerón. El resto de los futbolistas eran los esperados, los hombres que mejor le han funcionado a la UD Las Palmas en esta fase del campeonato, donde consiguió hilvanar cinco victorias de manera consecutiva para llegar a la promoción de ascenso con un estado de forma al alza.

La gran incógnita en el once estaba en la portería. Cuestionado en sala de prensa durante las últimas semanas sobre quién sería el portero titular en el playoff, Paco Herrera apenas ofrecía pistas. La lesión de Casto Espinosa en un gemelo a falta de unas pocas fechas para el cierre del telón de la temporada regular, volvió a abrir las puertas de la titularidad a Raúl Lizoain. El guardameta grancanario se adueñó de la portería amarilla en los primeros siete partidos de la competición. Eran tiempos donde Casto aún no había llegado a la Isla. Con el paso de las semanas, la confianza de Herrera se volcó con el arquero extremeño. Sólo una lesión en Sabadell le apartó del once titular. De nuevo, un contratiempo físico otorgó la posibilidad a Raúl de volver a ponerse los guantes para defender la portería.

Poco pero buen trabajo

Deshojada la margarita, el sí fue para Lizoain. El canterano se mostró seguro bajo el larguero de Pucela. Tuvo poco trabajo. En los primeros veinte minutos de juego, cuando la UD amasaba al balón y pisaba el área blanquivioleta, no tenía nada más que hacer que observar. Sin embargo, Hernán Pérez le obligó a estirarse de forma inútil la primera vez que los castellanos tiraban entre los tres palos. Un movimiento virtuoso con un latigazo soberbio. Al palo y dentro. La velocidad endiablada del golpeo bajo la fina lluvia de Valladolid, dejó estéril el intento del meta amarillo.

Con ese uno de uno, tuvo que vivir Raúl Lizoain. El dominio blanquivioleta no se transformaba en ocasiones claras. La exigencia del partido crecía para Raúl en acciones fuera de la línea de gol. Un asedio final en forma de balones largos y faltas colgadas donde Liazoain se mantuvo seguro. Gestos que otorgan seguridad defensiva a toda la zaga, al técnico y también al resto de compañeros.

Sinónimo de garantías es Juan Carlos Valerón. Los años pasan y las piernas cada vez pesan más, peor sigue siendo un desahogo para sus compañeros. Un sostén donde agarrarse cuando sólo se ve oscuridad. El '21' se ganó su tercera titularidad en lo que va de curso en una de las batallas más importantes de la UD Las Palmas. El rol secundario que ha tenido durante todo el año, se hizo a un lado en Valladolid. El Flaco, siempre está cuando se le necesita.

Si su alineación en condiciones normales fue una sorpesa, las horribles condiciones del terreno de juego, anegado por zonas, hacían más atrevida aún su participación. Valerón, un hombre de vals en un salón de rock and roll. A pesar de eso, la apuesta a Paco Herrera, de entrada, le salió bien. Los minutos iniciales de partido, donde la UD se volcó sobre la puerta de Javi Varas. Por sus pies llenos de agua pasaba todo. Una imagen que evocaba sus tiempos en Coruña, donde en Riazor la lluvia fue su compañera de viaje durante la mejor etapa de su carrera deportiva.

El faro repartía juego. Asistió a Roque para que el de Telde, tras un recorte perfecto, tuviese la posibilidad de hacer el primer gol del partido. El empate del Valladolid le pasó demasiada factura a la UD. También a Valerón. El equipo perdía el balón y la presión inicial se resentía con el paso de los minutos.

Sin el balón, Valerón se esfumaba. Exigido en tareas defensivas, se quedó en el banquillo al descanso. Hernán, el hombre que había abierto un hueco en el once le sustituía para aportar su fuerza.

Sin desentonar, Valerón y Raúl cumplieron bien su trabajo. Todo enmarcado dentro de un once inédito en la pizarra de Paco Herrera. Ni un sólo futbolista de los once que jugaron el insulso último partido de temporada regular saltó al campo. Nueve grancanarios y dos argentinos para defender el escudo. Hay fórmulas que nunca cambian.

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