Como tantos exfutbolistas históricos, Zinedine Zidane no ha necesitado un gran currículo como entrenador para llegar al banquillo de un gran club. La experiencia del francés como primer entrenador se limita a la temporada y media que lleva al frente del filial madridista, el Real Madrid-Castilla. Zidane aceptó el encargo de devolver al conjunto filial del club merengue a Segunda tras el sorprendente descenso de la temporada 2013-14.

No le fue bien a Zidane en su primer intento, ya que el Castilla acabó la pasada temporada en quinta posición del grupo II de Segunda B, a dos puntos de la última plaza de la promoción de ascenso, que obtuvo el Real Unión de Irún, y a once del Huesca y el Athletic B, que acabarían logrando plaza en Segunda División.

Además, Zidane tuvo problemas para sacar el rendimiento esperado al noruego Martin Odegaard, fichado como la gran estrella del futuro del fútbol europeo.

Esta temporada le estaban rodando mejor las cosas y Zidane deja al Real Madrid-Castilla clasificado en la segunda posición al final de la primera vuelta, a cuatro puntos del líder, el Barakaldo, y con seis de margen sobre el Toledo, el equipo que encabeza la zona fuera de los puestos que permiten luchar por la liguilla de ascenso a final de temporada.