El nombramiento de Zidane como entrenador del Madrid es la enésima prueba, bueno, la undécima, de que a Florentino Pérez nada le importan los entrenadores (lleva once técnicos en sus doce años de mandato). Y es que para entrenador, y sobre todo secretario técnico, él. Por tanto, le da igual que sean defensivos, ofensivos, tácticos o mediopensionistas. Es un trámite que hay que cumplir. Cosas de la normativa, que obliga a ello. Así que ahora por esas cosas de los resultados le toca el turno a Zidane, totalmente neófito en lides de tal calibre.

La apuesta sube de nivel. Como no hay más proyecto que el que depende de cómo sople el viento en cada momento, es decir adquirir al jugador de moda, aunque eso suponga que se acumulen mediapuntas y jugadores sin ningún sentido de equipo y capacidad de trabajo defensivo, van agotándose las posibilidades de encontrar nuevos conejillos de Indias para el banquillo y no queda mas que mirar para el que está hambriento de gloria, con palmarés por estrenar.

Zidane fue un fenómeno como futbolista pero sus virtudes como técnico están por descubrir. Su máxima experiencia al más alto nivel se reduce al papel de ayudante de Ancelotti y sin que ello le supusiese un protagonismo especial porque el italiano estaba sobrado de experiencia tanto para moverse entre los jugadores como a la hora de lidiar con los que ocupan la zona noble del Santiago Bernabéu. De hecho, los jugadores lamentaron la marcha del italiano y no hubo ninguna reacción porque perdiesen contacto con el francés.

Para que no se diga que lo que expresa cualquiera ahí quedan las palabras de Luis Enrique sobre la transición de jugador a técnico. No hay ninguna garantía de que un buen futbolista sea un buen entrenador. De momento Zidane tiene todo por demostrar, hasta el punto de que ni siquiera en Segunda B, con el primer filial del Madrid ha sido capaz de dejar huella, ni por los resultados ni por el estilo de juego. Y el Castilla no es un equipo nodriza al uso. Se abastece no sólo de la cantera madridista sino que ficha nacional y hasta internacionalmente. Una de estos últimos casos, el noruego Martin Odegaard, llegó al Madrid por empeño de Florentino Pérez, ¡cómo no!, y resulta que el jugador ha tenido sus más y sus menos con Zidane, al que acusa de no saber sacar su mejor rendimiento mientras el entrenador asegura del nórdico que tiene demasiadas ínfulas. Sin embargo, al francés no le ha temblado el pulso a la hora de convertir a su hijo Enzo, portero, en capitán del equipo que dirigía hasta ahora, después de ser suplente en el juvenil.

La BBC, titular

Florentino Pérez no pudo decir ni una sola palabra de Zidane como técnico en el anuncio del relevo en el banquillo blanco. El propio entrenador se limitó a señalar en su presentación que garantizaba la titularidad de la BBC, Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo, y que iba a tratar de aportar un toque personal, que concretaba en que el Madrid jugase bonito y al ataque. Tampoco es decir mucho. Eso sí, Pérez sigue viendo por los ojos de Zidane, ya desde que lo fichó en la celebrada época de los galácticos, pero a la vista de lo desacertado que se muestra en tantas y tantas de sus decisiones futbolísticas, que no le pase nada con el máximo riesgo que corre con la responsabilidad que ha puesto en manos de un técnico con todo por hacer.