En una rueda de prensa al final del curso pasado, García Reneses desenfundó un papel que sacó de su bolsillo. Ahí llevaba calculado todos los vuelos, guaguas y kilómetros que llevaba el Herbalife Gran Canaria sobre su mochila. Con ello justificaba el esfuerzo extra que suponía para su equipo competir en la Eurocup desde el Archipiélago y reconocía el compromiso de sus hombres para rendir a un nivel enorme fuera de España y llegar hasta disputar la final de la segunda competición continental.
Si el técnico amarillo se pone a echar cuentas, seguro que la cifra que acumulará el Herbalife este año en horas y kilómetros tampoco será nada despreciable. Porque si se trazara una línea recta de Gran Canaria a Jerusalén, el equipo claretiano tendría que recorrer 4.858 kilómetros para ir y otra cantidad igual para volver hasta la Isla. Es decir, 9.716 para completar el recorrido.
Sin embargo, la peregrinación del Herbalife hasta Tierra Santa ha sido casi eterna. El plan de viaje más cómodo de la entidad insular empezó desde el domingo por la tarde. Tras el partido, la expedición emprendió su desplazamiento que comenzó con una hora de retraso. A las 18.00 horas el Granca salió hacia Madrid, donde pasó la noche del domingo.
Ayer a las 12.30 horas -local de la capital-, el Herbalife se subió al avión, con otra media hora de retraso, para llegar hasta Tel Aviv. O lo que es lo mismo, cinco horas de vuelo para conectar la capital de España con Israel. El avión tocó la pista del aeropuerto a las 18.30 -hora local- para dejar paso a una guagua que después de 60 minutos dejó a la expedición del Granca en su hotel de Jerusalén. Hoy por la mañana, único entrenamiento prepartido antes del choque de mañana contra el Hapoel a las 20.55 horas. Todo para acabar el día en el aeropuerto a fin de retornar a Madrid a las 06.15 de la mañana.
