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Juegos Paralímpicos Baloncesto en silla de ruedas

Amadou Tijane: "Llegar hasta aquí no ha sido un camino fácil, ni mucho menos"

"Espero que este éxito sirva para que los niños que están en las escuelas de este deporte se motiven", destaca el jugador grancanario que se colgó la medalla de plata con la selección española

Diallo lanza a canasta durante el duelo de cuartos ante Alemania. ALEX MOLINA / EFE

¿Supongo que está en una nube después de proclamarse subcampeón de la especialidad de baloncesto en silla de ruedas en unos Juegos Paralímpicos?

Sí, así es. Cuando ya ha pasado un día de lograr la medalla de plata, aún no lo tengo asimilado del todo; es más, no lo he asimilado desde que ganamos el choque de semifinales. Estoy súper contento.

¿De quiénes se acordó cuando subió al podio a recoger la merecida presea lograda por la selección española?

De todo el mundo que me ha ayudado a llegar hasta aquí, porque no ha sido un camino fácil, ni mucho menos. Va dedicado este éxito a todos mis amigos, tanto de dentro como fuera del ámbito del deporte, y a mi familia. Todos ellos han puesto su granito de arena para ello.

¿Cómo fue ese choque por el título ante los Estados Unidos, finalmente las diferencias no resultaron tan abismales como se preveía ante la mayor potencia mundial de la especialidad?

Fue un partido complicado, pero no perdimos la cara al choque. Luchamos hasta el último tramo del duelo, y por ello me siento orgulloso de mis compañeros. Hemos sido los únicos que logramos plantarles cara; como en el baloncesto convencional, aquí también ellos son los grandes dominadores.

¿Cuál es el secreto de esta selección española de baloncesto en silla de ruedas?

Somos una grandísima familia. Tanto en el día a día como en la convivencia, más que compañeros nos comportamos como si fuésemos familiares. Creo que ha sido clave para lograr este éxito.

¿Duró mucho la celebración?

La verdad es que en el vestuario nos cortamos un poco, porque vino a visitarnos la Infanta Elena. Cuando se marchó, bueno la verdad es que medio la echamos -risas-, se desató la alegría.

¿Ha llorado mucho durante estos Juegos de Río?

Muchísimo. En el día del desfile inaugural se me saltaron ya las lágrimas al poder vivir en primera persona un acontecimiento de este tipo, rodeado de deportistas de todo el mundo en un escenario tan mítico como pueda ser el estadio de Maracaná, no me lo imaginaba ni en mis mejores sueños. Ya en semifinales, al derrotar a Gran Bretaña, salía llorando en todas las imágenes. Mis compañeros, en tono jocoso, me dijeron que en el podio me dejase de hacerlo, que ya estaba bien de tanta lágrima. Por eso, a la hora de recibir la medalla, me di la vuelta para hacerlo otra vez. La verdad es que he llorado como una Magdalena, de alegría siempre.

¿Qué supone para usted el haber vivido desde dentro en Río de Janeiro la experiencia de unos Juegos Paralímpicos?

Ser partícipe de un evento de esta magnitud supone un sueño para cualquier deportista, es el reto que se marca todo aquel que compite en un deporte. Supone la cúspide de una carrera, la guinda, porque no resulta fácil lograr participar en unos Juegos Paralímpicos.

Entonces, la experiencia ha resultado muy enriquecedora.

Sí, mucho. Estos Juegos me han permitido acercarme a otras modalidades deportivas menos conocidas, porque el baloncesto en silla de ruedas es una de las más conocidas a nivel paralímpico, y esto me ha abierto los ojos. He visto a gente que sí son verdaderos ejemplos de superación, mucho más que uno mismo.

Supongo que orgulloso de haber hecho historia.

Mucho, porque esta medalla supone el mayor hito de la selección española en esta especialidad del deporte adaptado. Hace ya veinte años, en Atlanta (Estados Unidos), llegamos a semifinales y perdimos el encuentro por el tercer y cuarto puesto. Nosotros hemos tenido la suerte de romper esa barrera. Sin duda, conseguimos una medalla de plata que sabe a oro.

¿Qué supone esta presea para el baloncesto español en silla de ruedas en particular y el deporte adaptado en general? ¿Tener más visibilidad quizás?

Espero que así sea. También que sirva para que los muchos niños y niñas que están en las escuelas de los clubes, como las dos que hay en Gran Canaria, se motiven y que se pongan como objetivo llegar algún día participar en unos Juegos, que es algo muy bonito.

¿Contento con el apoyo que ha tenido desde Gran Canaria y, concretamente, desde el municipio de Santa Lucía?

Sí, mucho. Agradezco a la alcaldesa, Dunia González, y al concejal de Deportes, Raúl de Pablo, los gestos que han tenido conmigo, por ejemplo el colocar pantallas en la calle para seguir la final. Estoy orgulloso de representar a Gran Canaria y al municipio de Santa Lucía.

¿Se considera un ejemplo de superación?

Toda persona con una discapacidad lo es, porque debe luchar día a día contra los obstáculos que nos pone el mundo moderno, como las barreras arquitectónicas. En cuanto a los deportistas, el participar en unos Juegos ya es un premio a horas y horas para practicar una modalidad que no tiene repercusión. Si encima logras una medalla, la satisfacción es doble.

¿Cuál es la historia de Amadou Tijane Diallo?

Tengo 24 años de edad. Nací en Las Palmas de Gran Canaria, pero a los seis o siete años me fui con mi familia a Santa Lucía. De niño, un problema de médula afectó a mis miembros inferiores. Era un joven travieso, inquieto, y un día mis padres me dijeron que basta ya y que tenía que ponerme a hacer algo. No me gustaba el deporte. Mi padre, a través de un amigo que era entrenador, me llevó a probar el baloncesto en silla de ruedas con trece o catorce años. No me gustó nada la experiencia, no quería volver, no quería sentarme en una silla de ruedas. Poco a poco me fui enganchando. Primero jugué en el Sureste, luego en el Econy y ahora en el Bidaideak Bilbao.

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