Si no fuera por la situación en la que se encuentra el Herbalife Gran Canaria, deprimido en este arranque de temporada después del éxtasis de la Supercopa, quizá el paseo que se pegó ayer el cuadro amarillo ante el Nizhny Novgorod tendría un mérito distinto. Porque el pasado sábado en Málaga, el conjunto claretiano volvió a claudicar para quedarse con un 0-4 en la Liga Endesa y firmar el peor arranque liguero de su historia en ACB. Un récord negativo que dejaba en entredicho la confianza de un grupo que hace un mes conoció la gloria.
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Por eso, cuando la bocina del CEC Nagorny señaló el final del último cuarto y el Granca vio como la diferencia a su favor en el marcador era de más de 20 puntos, se golpeó el pecho y patentó que sabe jugar al baloncesto mejor de lo que ha demostrado en Liga Endesa. Y es que el Herbalife Gran Canaria tumbó ayer al Nizhny Novgorod por 80-106, en un partido que dominó durante los cuarenta minutos. Un choque que más allá del resultado le debe valer al equipo de Luis Casimiro para elevar su autoestima, tocada por un arranque nefasto en la competición local, muy lejos del nivel presupuestado.
Porque el Nizhny Novgorod apenas inquietó al Herbalife Gran Canaria en todo el choque. El cuadro ruso se estrenaba ayer en la competición continental ante su público, una afición que vio el curso pasado llegar a su equipo a los cuartos de final de la Eurocup, pero que difiere mucho de lo que es en esta campaña. Los hombres de Arturs Stalbergs se quedaron lejos de intimidar a un Granca que desde el comienzo del partido empezó mandón sobre el parqué.
Tanto que el Nizhny sólo gozó de una ventaja en todo el partido, gracias a un triple de Kenny Boynton que contrarrestó la primera canasta de Bo McCalebb, titular ayer de nuevo después de dos partidos donde el base de entrada fue Albert Oliver.
Los amarillos empezaron jugando bien, sin demasiados apuros cuando botaban camino al aro. El base de Nueva Orleans dictó los primeros minutos del partido con la ayuda de Richard Hendrix, generoso en el poste bajo. Los balones filtrados empezaron a tener su rédito y los de Casimiro campaban libres de peso para jugar con ventaja en el marcador (3-9, min 3.). Había insistido mucho Luis Casimiro sobre la exigencia defensiva que se tenía que marcar su equipo si quería comenzar a cambiar la dinámica y lo consiguió. Al Granca se le vieron cosas: presión en pista contraria, dos contra uno forzados con inteligencia, buena predisposición para ir a por el rebote... Detalles que le valieron para empezar a sortear las incómodas defensas marcadas por los rusos, que combinaron defensa individual y zonal durante gran parte del partido. Los resultados llegaron. Porque mediado el primer cuarto, los amarillos habían encajado apenas 11 puntos (11-16, min. 6). Un número positivo visto lo que ha sucedido en su aro últimamente.
Y en el aro contrario el Granca parecía flotar. Casi todo iba por dentro. Royce O'Neale y Eulis Báez -de los mejores amarillos anoche con 19 puntos-, encontraban muchas ventajas. El alero se hinchó a sacar faltas para puntuar desde la línea y el dominicano bailaba sobre la pintura con extrema dacilidada. De repente, con un parcial de 4-11, el Herbalife se topaba con una ventaja de 11 puntos (15-26, min. 7) que le daba aún más comodidad.
La confianza brotaba, casi se palpaba en las acciones del Granca, que seguía castigando con dureza el aro ruso y ampliando la renta hasta los 13 puntos. La inspiración era tal, que los números del Granca asustaban. Porque al término del primer acto, los amarillos sumaban en su casillero casi 40 puntos (24-36).
Ese arreón era el necesario después de las caras que el Martín Carpena había dejado en el Herbalife. Los rusos hicieron un intento por recomponerse y acudieron de nuevo a la defensa en zona para volver a encontrarse. Vene y Popov alentaron a los suyos para intentar recortar la diferencia. Un parcial de 8-3 al inicio del cuarto (32-39, min. 13) devolvía al Granca a la tierra. Ahí apareció Kyle Kuric -máximo anotador con 20 puntos y un 6/8 en triples-, con dos tiros de tres encestados que volvieron a poner tierra de por medio entre los dos conjuntos (34-45, min. 14). Cada pequeño intento por recomponerse del Nizhny era inútil. El Granca, con todo de cara, se seguía despegando en el marcador con un juego sólido y una mentalidad ganadora: iba a machacar.
Con el viento soplando a favor, al Granca le salía casi todo. La última jugada del segundo cuarto así lo retrata. Un lanzamiento desde el triple de Báez, desequilibrado y con un defensor delante entró reventando el tablero. Cosas de las rachas; quince puntos arriba en el marcador y al vestuario (42-57).
El regreso del descanso parecía placentero para el Herbalife. Sobre todo después del parcial 0-6 que elevaba la diferencia a los 20 puntos (42-62, min. 21). Stalbergs repitió con otra defensa zonal en busca de no terminar de dejar ir el partido. El Nizhny quería defender su casa y, con un 11-2 dejaba la renta amarilla en una decena de puntos (54-64, min. 25), barrera que redujeron poco después (56-65). DeAndre Kane -21 puntos- había despertado.
La reacción para romper aquella maraña la tuvieron Báez y Kuric. Parecía que el peor Granca podái aparecer, pero juntos y tras un reajuste en defensa devolvieron al Granca a los 17 puntos de ventaja al final del tercer periodo (61-78). Una diferencia que le sirvió al Herbalife para gustarse en el último cuarto, sin ninguna historia, y retomar juego, corazón y sensaciones antes del Fuenlabrada.