El 8 de mayo de 2016 quedará en los anales del fútbol español y de la UD Las Palmas como la fecha en la que uno de sus estandartes ponía fin a su carrera como profesional del balompié. Ante un rival de la solera del Athletic Club de Bilbao, la fiel afición del conjunto amarillo llenó el Estadio de Gran Canaria para convertir en una fiesta histórica la despedida de Juan Carlos Valerón de los terrenos de juego. Un día antes de ese encuentro, el genio grancanario no pudo reprimir las lágrimas en la sala de prensa cuando comunicaba oficialmente su decisión.

No solo fue un día emotivo para el protagonista, sino para los miles y miles de aficionados que han venerado durante tantos y tantos años la calidad futbolística y humana de un genio. El de Arguineguín, en el equipo de su tierra, en el Mallorca, en el Atlético de Madrid, en su querido Deportivo de La Coruña, en la selección española y en todos los escenarios nacionales e internacionales donde actuó, dejaba una legión de admiradores, que además quedaban prendados de su señorío y humildad. El Flaco se trata de un rara avis en un colectivo tan amante del divismo y el elogio constante como es el de los futbolistas.

Amén de sus datos estadísticos y de los títulos relevantes que figuran en el currículo deportivo de Juan Carlos Valerón, el mejor premio que se lleva el jugador grancanario del fútbol profesional son el reconocimiento y el cariño de compañeros y rivales.