El 24 de septiembre de 2016 quedará en los anales de la historia del CB Gran Canaria como la fecha en la que el club conquistaba de forma brillante su primer título oficial en la máxima categoría del baloncesto. Después de quedarse a las puertas de levantar la Eurocup en la campaña 2014-15 y la Copa del Rey en la temporada 2015-16, por fin lograba hacerse un hueco entre los grandes del basket nacional. En Vitoria, en el Fernando Buesa Arena, uno de los templos históricos del deporte de la canasta, el conjunto amarillo se hacía con la Supercopa.

El Granca, que llegaba a la cita con piel de cordero ante los tres poderosos del panorama baloncestístico español (Real Madrid, Barcelona y Baskonia), transitaba en aquel momento por una etapa de construcción tras la llegada de Luis Casimiro al banquillo. Aunque las sensaciones eran buenas al firmar una pretemporada impecable, los expertos se atrevían a señalarle entre los favoritos con la boca pequeña.

En las semifinales, el Herbalife Gran Canaria se deshizo por 80-84 del equipo anfitrión en un partido intenso y duro. El Barça esperaba en la gran final y, en ella, los insulares destaparon el tarro de las esencias para apabullar a los azulgrana por un contundente 79-59. A partir de ahí, se desataba la euforia. No fue el único éxito de los claretianos en tierras vitorianas, pues Kyle Kuric era designado como el MVP del torneo.

Si emocionante resultó la consecución del título en la capital vasca, no menos lo fue la llegada del equipo a la Isla. Una marea amarilla recibió a la expedición cuando aterrizó en el aeropuerto, ante la sorpresa general de jugadores, técnicos y directivos. Cientos de seguidores no quisieron dejar escapar la ocasión de brindarle un homenaje a la altura de un súper campeón. Era la primera muestra de cariño en una semana plagada de celebraciones.