Fuera complejos. El Herbalife Gran Canaria ya está en la élite. En lo más alto. El equipo claretiano afronta una nueva edición de la Copa del Rey, la quinta consecutiva, sin la careta de cenicienta. Se mide mañana (18.00 horas) en cuartos con el Valencia Basket, un rival más poderoso económicamente pero al que es capaz de superar. Los últimos éxitos de los amarillos, finalistas en el pasado año y vigentes campeones de la Supercopa, le dan un papel de candidato al título. O, al menos, a repetir final, pues la mayoría de quinielas sitúan al Real Madrid un peldaño por encima del resto.

La competición está mucho más igualada que en los años anteriores. El Barcelona ha bajado el nivel y el Real Madrid, que sigue siendo el líder y el gran favorito, se ha echado alguna siesta más de lo habitual. La clasificación liguera así lo confirma. El Granca llega séptimo a Vitoria pero se encuentra a solo tres victorias del líder. Están en un pañuelo. El Baskonia, el Valencia y el Unicaja cuentan con tres plantillas espectaculares, el Iberostar Tenerife es la revelación gracias a su poderío colectivo y el MoraBanc Andorra ha dado ya varios sustos a los grandes de la mano de la potencia de Shermadini, uno de los mejores jugadores de la temporada.

Así, esta Copa del Rey se presenta como la más abierta de los últimos años, en los que Real Madrid y Barcelona prácticamente no encontraban rival. En las finales de las últimas siete ediciones solo el propio Valencia en 2013 y el Gran Canaria en 2016 reventaron la rutina. Y este curso, con los azulgranas en declive y el resto de equipos llamando a la puerta, puede repetirse.

Espíritu vencedor

El carácter ganador distingue a los amarillos. Afrontan la cita en una nueva dimensión. Les costó clasificarse para la Copa del Rey tras las cuatro derrotas que encajaron en las cuatro primeras jornadas pero estos eventos reclaman más virtudes que la simple regularidad. La principal, aparte de las incuestionables cualidades que tiene el Granca, es la experiencia en la cumbre. Y los insulares, con la final del curso pasado, la de Eurocup de 2015 y el título de Supercopa, la tienen. Pero ese espíritu no se aprecia solo en el currículum reciente. El equipo de Luis Casimiro ha mostrado durante toda la temporada una asombrosa facilidad para no resquebrajarse mentalmente en contextos complicados. Para empezar, remontó un balance de 0-4 en la Liga Endesa para acabar clasificándose para la Copa del Rey a dos jornadas para el final de la primera vuelta. En el Top 16 de la Eurocup ocurrió algo similar, pues perdió los dos primeros choques, lo que le hizo colista, pero acabó ganando los cuatro encuentros siguientes, incluyendo el más difícil, en Krasnodar contra el Lokomotiv. Es muy difícil tumbarle.

Llega con una gran dinámica de resultados: cuatro victorias en los cuatro últimos encuentros y ante grandes rivales. Para empezar, tras la derrota precisamente en Valencia, donde dio la cara, superó al Lokomotiv en Krasnodar -un duelo de Eurocup frente al líder-, un rival que llegaba como una moto y que no había perdido en todo 2017. Posteriormente recibió al Unicaja, otro equipo de Copa del Rey, al que batió con una actuación muy seria. Luego llegó la final europea ante el Fuenlabrada, situado en media tabla de la Liga Endesa pero que desafiaba el futuro amarillo en la Eurocup. Era un todo o nada. El equipo que ganara se metía en cuartos de final y lo hizo el Granca a pesar de que los madrileños no pararon de insistir. No les tembló el pulso a los insulares. Y el sábado, en el derbi, otro examen de fiabilidad en la cancha del segundo clasificado fue superado con nota.

La receta de Casimiro

En estas cuatro victorias hay una nota común: la mentalidad. Todos los rivales retaron en algún momento del encuentro la fiabilidad de los amarillos. El Kuban remontó una clara desventaja a un minuto para el final, pero la defensa y la personalidad de McCalebb acudieron al rescate. El duelo con el Unicaja fue equilibrado desde el primer minuto y el Fuenlabrada volvió a la vida en el último cuarto tras ir perdiendo por casi 20 puntos en el tercer periodo. Y, para terminar estos continuos juegos mentales, en el derbi el Granca resistió con una gran intensidad la ventaja que adquirió con un parcial enorme de 0-17 en el segundo cuarto. Es competitivo hasta el límite el equipo insular.

Luis Casimiro ha aprovechado la herencia de García Reneses. Se ha encontrado con un molde perfecto, una base que ya estaba funcionando y que ha mejorado. Así, el Granca acapara virtudes de todo tipo. A pesar de la incorporación de jugadores con un currículum extraordinario como McCalebb o Hendrix, sigue sin contar con un jugador que gane él solo el partido anotando más de 30 puntos. La mayoría del resto de rivales lo tiene. Pero este Granca no lo necesita.

La energía defensiva, el contragolpe y el lanzamiento de tres siguen siendo rasgos característicos del Granca. Es el sello de Aíto García Reneses. Casimiro ha mantenido esa identidad pero ha aportado también un crecimiento en el juego interior. Eulis Báez y Pablo Aguilar juegan cada vez más por dentro, mientras que con tres pívots muy físicos los amarillos cuentan con más alternativas en la pintura. El Granca, así, se adapta a cualquier tipo de partido. Lo tiene todo, en especial un carácter competitivo solo al alcance de los más grandes.

En 2018, otra vez en el Arena

La regularidad amarilla en los últimos años se refleja en que será su quinta edición consecutiva. Desde 2013 los únicos que no han faltado son Real Madrid, Barcelona y Valencia. Casi nada. Y la próxima, la de 2018, será en la Isla. El sueño: defender el título. Con este Granca todo es posible.