Cuando el Herbalife Gran Canaria, allá por el 15 de octubre, encajó su cuarta derrota en las cuatro primeras jornadas de Liga Endesa, pocos confiaban en que llegara a tiempo de clasificarse para la Copa del Rey de Vitoria. Los jugadores y el cuerpo técnico mantenían la calma y confiaban en sus posibilidades. Desde entonces el equipo inició una especie de cuenta atrás, como una posesión de balón de doce partidos de los que había que ganar un mínimo de ocho antes de que sonara la bocina. Y todavía faltaba medirse a colosos como el Real Madrid, el Barcelona o el Baskonia, además de visitar las difíciles canchas del Murcia o el Bilbao. La misión era muy complicada.

Sin embargo, a los claretianos no les tembló el pulso. Como Luis Casimiro y varios jugadores han admitido, la fiesta por el título de Supercopa fue demasiado larga. El Iberostar Tenerife pudo preparar mucho mejor la jornada inaugural y sorprendió a los amarillos. Luego el Andorra realizó una gran remontada para anestesiar una buena primera parte del Granca en el Principado. Balance de 0-2, ansiedad por las nubes y llegaban los toros de Valencia y Unicaja. Los 'taronjas' conquistaron el Arena y el Unicaja no falló en el Martín Carpena. 0-4. Pesadilla.

Mientras el recorrido por la Liga era una tortura la Eurocup servía para inyectar moral. Así, en la quinta jornada llegó el primer punto de inflexión. El Fuenlabrada recibió una de las mayores palizas en la historia del Granca, que alcanzó los 111 puntos y una dosis impagable de autoestima. A partir de ahí todo empezó a carburar. Mientras jugadores como McCalebb o Hendrix iban entrando en combustión y llegaban las lesiones, la más grave la de Darko Planinic, que provocó el fichaje de Hollins, el Granca iba esquivando obstáculos.

Los triunfos ante Obradoiro y Zaragoza, en los que el equipo tembló, acabaron resultando claves. Iba mezclando actuaciones irregulares con otras convincentes, como la del Palau Blaugrana, donde cayó por la mínima, la paliza al Manresa y, sobre todo, el triunfo sobre el Baskonia. Esa victoria sobre el conjunto de Sito Alonso fue el mejor partido de los amarillos en toda la primera vuelta. Una exhibición colectiva en la que se confirmó el buen momento de McCalebb y Pasecniks. Cogieron carrerilla los insulares, que aniquilaron antes de cerrar el año al Joventut y sentenciaron su clasificación en la cancha del Bilbao.

De esta manera cerraban los insulares una reacción colosal. Tuvo partidos malos, pero desde el 0-4 de inicio logró 10 victorias de 12 posibles y le sobraron jornadas para plantarse en Vitoria. Y todo ello con la mayoría de sus jugadores enchufados y listos para la quinta Copa del Rey consecutiva.