Menos de seis meses después de que Río de Janeiro albergara los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica, varias sedes del evento se encuentran inactivas e incluso en mal estado, planteando interrogantes sobre un legado que, según los organizadores, beneficiaría a la ciudad y a sus residentes. "Pensamos que esto sería para nosotros", dijo Alex da Silva Ferreira, un mecánico que caminaba junto a su hijo de 7 años frente al portón cerrado de lo que se suponía sería un parque en Deodoro, barrio que acogió las pruebas de piragüismo y bicicleta de montaña. "Ha estado cerrado desde entonces", indicó.

La falta de actividad y mantenimiento afecta a varias de las instalaciones olímpicas, entre ellas la sede de las competiciones de natación, donde los cráteres formados por unas piscinas desmontadas acumulan agua estancada, y el famoso estadio Maracaná, escenario de las ceremonias de apertura y clausura, está abandonado.

La cancha del Maracaná, uno de los estadios de fútbol más emblemáticos del mundo, está llena de suciedad y matorrales. La electricidad se cortó recientemente debido a una disputa financiera entre los funcionarios locales y el contratista a cargo de administrar el recinto. Antes de los Juegos, los organizadores promocionaron las sedes como instalaciones que podrían ser fácilmente reutilizadas en una ciudad amante de los deportes. Pero apenas un torneo de voleibol playa se ha jugado en alguna de las sedes, lo que incluso generó críticas porque esto conllevó cubrir con arena toda la cancha donde se disputó el tenis olímpico.

"Supongo que la arena es mejor que nada, pero es patético no estar jugando al tenis allí", dijo el extenista Fernando Meligeni, que terminó cuarto en los Juegos de Atlanta en 1996.

Los gobiernos federal, estatales y locales, junto con socios privados, pagaron más de 40.000 millones de reales (12.000 millones de euros) para albergar los Juegos, de los cuales 7.000 millones de reales se destinaron a sedes e instalaciones relacionadas. Ahora negocian entre ellos y con nuevos socios para ver cómo cumplen con el esperado legado olímpico. "Es un momento complicado", dijo Patricia Amorim, subsecretaria de Deportes de Río de Janeiro, durante una reciente visita a los terrenos donde se celebraron competiciones de tenis, natación y baloncesto.

"Es indudable la disconformidad que genera que este bonito parque, tan lleno no hace mucho tiempo, no esté siendo utilizado de la manera en que a nosotros, los residentes y los atletas, nos gustaría", agregó la exnadadora.