Llegaba el Herbalife al Pabellón Fernando Martín de Fuenlabrada con la misión de continuar en la senda victoriosa que inició la pasada jornada ante el Estudiantes en casa y seguir con sus aspiraciones de ser uno de los cabezas de serie en el Playoff por el título, algo que ahora tiene casi imposible tras la derrota. El público que acudía a la pista madrileña, siempre calurosa y ferviente con su equipo, no presagiaba una mañana plácida, todo lo contrario a lo que demostró luego su equipo. Desde el primer momento llevó el peso del marcador hasta el suspense que se creó en el último tiro de Oliver desde propio campo que hubiera supuesto la prórroga (75-72).

La relación que ha tenido el Granca con el Fuenlabrada esta temporada -incluidos sus enfrentamientos en Eurocup- bien puede valer para analizar el comportamiento del cuadro insular en la actual campaña. Si bien los amarillos han exhibido un baloncesto que les permitió firmar un 8-0 de victorias, el mismo que les llevó a lograr la mayor diferencia de puntos en un partido de su historia ante los fuenlabreños en la primera vuelta de la competición liguera (111-60), también ha sido capaz de sacar su peor versión.

Una versión que está en las antípodas de su excelencia: la del 0-4 del inicio, la de dejarse remontar partidos -esa que le hizo desaprovechar una renta de 14 puntos en el Top 16 contra el Fuenla-, la de desconectar durante cuartos enteros, o la de ayer mismo, en la que durante los 20 primeros minutos les puso el partido cuesta arriba para la segunda parte y finalmente costó la derrota.

Con el salto inicial, y los tres primeros ataques amarillos erráticos, iba a trazarse el devenir de los primeros cuartos de la contienda. El cuadro local hacía su partido en ataque a la expectativa de la respuesta del Granca en su canasta. Negado ante el aro, la diferencia al minuto 4 ya era de 7 puntos (11-4) tras llegar el primer triple de la muñeca de Smits, una de las tantas perlas del baloncesto letón. Casimiro decidió dar entrada en pista a su compatriota Pasecniks, junto a Rabaseda, para imprimir mayor fluidez en el juego insular, que hasta el momento se encontraba atascado con constantes pérdidas.

Ante la oportunidad de lucirse ante los once ojeadores de la NBA que poblaban las gradas del Fernando Martín -Bryan Colangelo incluido-, Pasecniks saltó a pista en ese intento de activar la vanguardia amarilla (posteriormente se supo que tenía gripe y solo pudo disputar 9 minutos de partido, lo que mermó su casting NBA). Reaccionó momentáneamente el Herbalife con cuatro puntos consecutivos para acercarse hasta el 11-8, en el ecuador del primer comandado por Pablo Aguilar, uno de los más destacados del equipo en el último mes de competición.

Sequía

Obcecado en alcanzar al Fuenlabrada, los amarillos abusaron del tiro exterior en una mañana en la que la mayoría de los tiros daban la sensación de quedarse cortos. Todos tocaban la parte delantera del aro para salir repelidos, así hasta solo anotar un lanzamiento de ocho intentos en diez minutos, obra de Kuric en el último tiro del cuarto. Mientras tanto, los fuenlabreños habían endosado un parcial 9-0 sin encontrar respuesta defensiva del Herbalife.

La sangría ofensiva de los madrileños continuó en el segundo cuarto. Hettsheimer, en dos minutos en pista, transformó siete puntos, lo que provocó la entrada de Hendrix al parqué para intentar frenar al pívot brasileño. Kuric, con 8 puntos consecutivos, aguantaba el peso del marcador, aunque no significaría que los locales se arrugasen. Otro parcial de 8-0 a su favor ponía una diferencia de 15 puntos en el luminoso ( 31-16, min. 15) y contagiaba a una afición que hasta entonces se encontraba igual de dormida que los claretianos.

El jolgorio de la grada, más la facilidad local en pista, dibujaron una estampa idílica en el Fernando Martín. Rupnik se lucía con un pase por la espalda al más puro estilo Magic Johnson, Hettsheimer encontraba su segunda juventud tras volver de la liga brasileña y fusilaba desde la línea de 6,25, y un examarillo como O'Leary no tenía piedad de su antiguo equipo y cerraba la primera mitad poniendo un +16 (41-25).

Regresó tras el descanso el Herbalife con las energías recargadas y con otro semblante sobre la pista. Los amarillos parecían gacelas en ambas partes del campo, duros en defensa y aniquiladores en ataque. Aguilar se iba hasta los 11 puntos, Hendrix dominaba en ambos aros y Salin conseguía su segundo triple para trasladar el nerviosismo a su rival. El Fuenlabrada entró en bonus a los cuatro minutos del tercer cuarto, lo que llevó por primera vez a la línea de libres a un jugador amarillo. Hendrix los transformó y McCalebb le acompañó en el siguiente ataque para asestar un parcial 5-16 y estrechar la diferencia (46-41).

El Granca ganaba mini batallas y se había metido por completo en la lucha por el partido. Enfrente no iban a torcer el brazo tan fácilmente y Hettsheimer se erigía como el mejor estilete local para aguantar el arreón amarillo. Casimiro ordenó una zona 3-2 para echar el cerrojo a su aro y tener la opción de salir corriendo con sus hombres pequeños a la contra.. Y surtió efecto hasta que Popovic decidió entrar en escena y lucirse una vez más ante el Herbalife -con el Khimki en la final de la Eurocup 2015, 21 y 28 puntos la temporada pasada...-. Anotó siete puntos seguidos para el Fuenlabrada y llevaba el marcador hasta el 67-57, después de que pitasen dos técnicas al Herbalife -una a Oliver y otra al banquillo-.

Reacción amarilla

Reaccionaron los claretianos con un parcial de 3-11, con Kuric al frente con 19 puntos tras un triple a 17 segundos del final para dejar la diferencia en 70-68 en el marcador. Entraría la estrategia y la sangre fría en escena. Mandaron tres veces a la línea de personal los amarillos al Fuenlabrada. Primero Paunic anotó sus dos lanzamientos, contrarrestados por un mate estratosférico de Kuric a ocho segundos. El siguiente en acudir a los 4, 60 metros fue Cruz, que no cometió fallo y casi finiquitaba el encuentro a 4,6 segundos del final (74-70).

Mantuvo la tensión Hendrix con una canasta de dos a falta de 3,3 segundos y volver a mandar a Cruz a la línea de libres. El mexicano esta vez anotó el primer tiro y erró el último, lo que hizo que el balón llegar a manos de Oliver y pudiera intentar empatar el partido con un tiro desde más de 20 metros que estuvo a punto de entrar y obrar otro de los milagros que el base catalán lleva en su lista de momentos apoteósicos. Pero esta vez se quedó corto.