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Atletismo Maratón de Nueva York

Un sueño para cumplir

Los grancanarios Sergio Alonso, José Ramos y Ricardo Suárez disputan hoy la cita de Nueva York

Sergio Alonso junto a una de sus entrenadoras, Beatriz Hernández, antes de partir a Nueva York. LP / DLP

Llegó el día. Tres grancanarios aficionados al running, van a cumplir hoy el sueño de sus vidas. Más en concreto dos de ellos, porque el tercero ya lo hizo hace dos años.

Así, Sergio Alonso (55 años, pianista, profesor y exdirector del Conservatorio Superior de Música de Canarias); José Ramos (51 años, ingeniero en telecomunicaciones) y Ricardo Suárez (45 años, empresario) van a disputar esta tarde, a partir de más o menos las tres en horario canario -alrededor de las nueve de la mañana en la ciudad de los rascacielos-, la prestigiosa Maratón de Nueva York.

Sergio y José lo harán por primera vez, mientras que Ricardo -quien además fue elegido por la organización para actuar como abanderado de España en el acto ceremonial desarrollado en la tarde del pasado viernes-, la disputará por segunda vez, tras haberlo hecho ya en 2015.

Se da la circunstancia, además, que para Sergio y José ésta será la segunda maratón de sus vidas. "Aunque hemos participado todos en muchas carreras de montaña, medias maratones y otras carreras más cortas, como carrera de larga distancia, como maratón, es la segunda para José y para mí", señala Sergio Alonso, quien añade "la primera fue el Gran Canaria Maratón de este 2017. Mientras, Ricardo ya tiene algo más de experiencia, pues además de correr en la Gran Canaria Maratón, ya lo hizo también en 2015 en Nueva York, hace un año corrió la de Berlín y hace apenas un mes disputó la de Chicago".

Los tres corredores grancanarios se encuentran desde hace unos días en Nueva York. Tal es así que se encontraban muy cerca de la zona donde acaeció el atentado terrorista en el que fallecieron atropelladas varias personas. "Hemos venido antes para aclimatarnos no sólo a lo que es la ciudad en sí, entrenando en las zonas habilitadas para ello, sino también a las costumbres y a las comidas. Pese a lo del otro día, esto es muy tranquilo. Aquí está todo controlado, y la gente te da las gracias por venir a correr a su ciudad y hasta te felicitan. Todo lo contrario que en España y en casa, principalmente, donde ponen infinidad de problemas por los cortes de carreteras y calles", señala Sergio desde Central Park.

José Ramos y Ricardo Suárez están presentes en la conversación telefónica y se les escucha al otro lado del Atlántico. Y asienten las palabras de Sergio, añadiéndole algún apunte, además. En este sentido, corroboran las palabras de Sergio cuando éste señala que "venimos a cumplir un sueño -y sin ayudas de ningún tipo, que conste-. A hacerlo realidad, aunque Ricardo ya corrió aquí hace dos años. Nos conocimos entrenando y decidimos venir aquí. Ricardo nos ayudó con todo el papeleo que hay que hacer para que te admitan en la carrera, que la disputan más de 50.000 personas de todo el mundo, y conseguimos que nos inscribieran a los tres y aquí estamos".

Una prueba muy dura

"Dile que hemos entrenado muy duro, no sólo estos últimos días aquí, sino para venir", señala uno de sus compañeros y Sergio añade "sí, hemos entrenado en Beattraining, en Alcaravaneras, con Beatriz Hernández, así como también lo hemos hecho con la excampeona de España de Triatlón y componente de la selección de España, Patricia Díaz Perea, así que estamos bien preparados y dispuestas para afrontar una de las pruebas más duras del mundo, porque aunque todas las maratones tienen la misma distancia, la de Nueva York es de las más duras por sus especiales características".

En este sentido, Sergio lo consulta con sus compañeros de aventura y a continuación, tras coincidir, señala que "creemos que es la maratón urbana más dura del mundo por dos cuestiones fundamentales. Una es su especial trazado, con tres puntos estratégicos que tienen un gran desnivel. El primero es como una milla de recorrido en pendiente que atraviesa el puente de Verrazano, que une State Island con Brooklyn; luego, un segundo punto allá por el kilómetro 25 del recorrido con otra larga milla en pendiente que atraviesa el puente de Queensboro -sobre el Río Este y que también es conocido como el puente de la calle 59-, que une los populosos barrios de Long Island City y Manhattan. Y, finalmente, los últimos cuatro kilómetros, que se disputan en el interior de Central Park, con infinidad de subidas y bajadas que son auténticas rompepiernas".

Y prosigue señalando que "la segunda de esas cuestiones es porque se corre sobre un asfalto que es durísimo para las articulaciones, porque no hay que olvidar que las calles de Nueva York tienen granito bajo su asfalto. Por eso hay que venir muy bien preparados".

Sergio Alonso -que en Gran Canarias forma parte del grupo denominado Beer Runners- habla también por boca de sus compañeros cuando señala que "nosotros acudimos a esta carrera con unos objetivos bien claros: acabar y disfrutar de la misma. A partir de ahí, todo lo que venga, bienvenido sea".

Una sensación única

Ya un poco más a modo personal, Sergio Alonso señala que "es una carrera muy bonita y que te deja sensaciones únicas. De un lado, durante la carrera pasas por los lugares donde habitan todas las etnias que conviven en Nueva York. State Island y Brooklyn, con los latinos; Queens, con la zona judía; El Bronx y Harlem, con la etnia negra; y también por Manhattan, con todo su poderío económico y cultural. Realmente muy interesante".

"Y, por otro lado", continúa, "por la corta experiencia que tengo corriendo maratones, creo que al último que llega le deberían hacer un monumento, lo merece. Te pueden pasar mil y una cosas en una maratón. Ves muchas cosas a lo largo de esos 42 kilómetros y por tu mente pasan muchas más. Ves y comparas el esfuerzo que estás realizando con el que has hecho a lo largo de toda tu vida. Y luego están los que corren a tu lado. Cada uno con sus propias circunstancias, pero todos con gran esfuerzo y dedicación: sin una pierna, en silla de ruedas, etc. Luchadores. Grandes luchadores que luchan de una manera que te hace valorar muchísimo lo que es el esfuerzo de cada uno. Y entiendes mucho más lo que es la solidaridad, porque ofreces tu agua, tu ayuda, lo que tienes, al que va a tu lado y lo necesita. Es toda una lección de vida".

Ya para finalizar, Sergio Alonso señala que: "No hay orgullo más grande que cruzar la meta tras los 42 kilómetros y 195 metros. No hay nada comparable a ello. Es una sensación única".

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