Que Sayna Mbengue no es una jugadora corriente se ve a la legua. Es difícil encontrar una lateral en el balonmano europeo con la envergadura de la grancanaria -casi roza los 190 centímetros de altura-. También es complicado dar con una jugadora que posea la potencia de su brazo, la técnica para lanzar y una fuerza bestial como la que atesora en su mano. Si a eso se le añade que es zurda, el rastreo se complica aún más. Pero si a todo eso anterior se le añade que solo tiene 19 años -cumplirá 20 en octubre-, su figura es casi inigualable.

A toda esa ristra de cualidades, Mbengue demostró que, además, suma la determinación y sobre todo el talento de hacer cosas casi imposibles. Con el tiempo cumplido en el Antonio Moreno de Las Remudas, el Rocasa, que llegó a ganar de cinco goles en la segunda mitad, estaba fuera de la final de la Challenge Cup de la EHF. El electrónico señalaba el 24-25 a favor del Lokomotiva Zagreb y el cronómetro ya se había parado en el minuto 30 de la segunda mitad con un golpe franco a favor de las grancanarias. El drama se olía en Las Remudas, pero Mbengue cogío el balón, puso el pie en la línea de golpe franco, sacó su brazo a paseo y, por encima de las seis croatas que se colocaron como muralla para defender a su portera, coló el balón por la escuadra. Inapelable.

La grada explotó. El empate a 25 goles dio el pase al Rocasa Gran Canaria a su segunda final de la competición europea, gracias al 26-26 de la ida disputada en la capital de Croacia. Todo dejando por el camino al vigente campeón del torneo en un partido épico, resuelto con una genialidad de esas personas con un don único.

Pero detrás de ese gol, una pincelada de genio, estuvo el tesón de un Rocasa Gran Canaria espléndido. Porque el partido fue una auténtica montaña rusa de emociones dictadas al son del marcador. La igualdad extrema marcó un partido de alternativas de inicio a fin. Las croatas, impulsadas por el motor de Larissa Kalaus (7 goles), pusieron cuesta arriba la semifinal en la primera mitad, con rentas que alcanzaron los cinco goles (8-13). Al descanso, el Rocasa se marchaba al vestuario tres por debajo (10-13).

Antonio Moreno ya había probado una defensa 5-1, con Tiddara Trojaola en el adelantado, que había cortocircuitado a las balcáncias. La dinámica siguió en la segunda mitad y el Rocasa empezó a carburar para empatar el duelo (15-15 y 17-17). Pizzo, desde los siete metros, puso de nuevo a las teldenses por delante y el Rocasa se desatópara abrir un parcial de 5-0 y poner cinco goles de ventaja (22-17).

La inteligencia de María González en la dirección junto con la defensa de Macedo y Schuster daba alas a un Rocasa que ya se veía en la final. Pero un parcial de 0-5 para las de Zagreb dejaba la final muy comprometida (23-24). Mbengue empató el partido en el prólogo de ´El Gol´, antes de que Posavec diera una estocada que parecía definitiva (24-25). Lo que pasó después fue la historia de un brazo que vale una final.